sábado, 11 de marzo de 2017

1. DOS CIUDADES, UN MISMO AMOR.

Para empezar los textos románticos he querido recuperar uno que escribí hace unos años. Creo que no lo llegué a publicar en el blog. Espero que lo disfrutes.

“Sólo hoy me voy a permitir estar triste. Ya he pasado por cosas similares y esto no va a poder conmigo. Tal vez porque ha sucedido a principio de año estoy tan... sensible. Pensaba que este iba a ser un buen año y si realmente va a ser así lo disimula muy bien. No voy a tirar la toalla. No pienso rendirme, yo no soy de esa clase de personas. Soy luchadora, aunque en días como hoy las lágrimas digan lo contrario. Hoy lo voy a considerar un día malo y desde mañana todos van a ser mejores. Escribir esto no me cuesta, pero sí el creérmelo. No obstante es algo que debo hacer. Ha sido muy bonito el sentimiento, me ha servido para darme cuenta de muchas cosas pero tengo que seguir adelante. Al fin y al cabo... no estoy sola. Vale, tampoco con la compañía que me gustaría... de momento. No sé que tiene pensado el destino para mí, lo que si sé es que todo sucede por algo. Tal vez no vuelva a haber un encuentro, tal vez si. Sea como fuere sólo queda esperar a que la vida gire lo suficiente y me diga si lo que he sentido tengo que volver a sentirlo con más fuerza o si el sentimiento será por otra persona diferente. El recuerdo es duro, tal vez por eso no me gusta el pasado. Así que lo que voy a hacer es mirar hacia adelante, miraré al futuro a los ojos y le diré que aquí estoy para que quiera ofrecerme. Sea bueno o malo, porque sé que de todo lo malo algo bueno sale. Es más, cuanto mas dura es la caída con más fuerza te levantas, y si una situación te hace llorar, encontrarás otra que te haga reír. No otra, sino muchas. El amor en sí es un reflejo de la vida. Te ilusionas, eres muy feliz, algún momento de tristeza y luego la despedida. Y vuelta a empezar. Y aunque no quieras, te vuelves a enamorar. No se trata de mi caso en la actualidad, pero en el fondo el sentimiento es el mismo. Un día de felicidad, otro de tristeza y vuelta a empezar después del "Hasta luego". Un día de reflexión y asimilación de todo lo que ha pasado y para adelante. Por ese motivo sólo hoy me voy a permitir estar triste, porque estarlo también mañana... no me apetece. La "jornada de reflexión" es hoy. “
Esta era la entrada de blog que Laura escribió cuando Luis estaba de camino a Madrid. Había vivido un fin de año intenso y el dolor le oprimía el corazón. Recordaba con detalle cada día, cada minuto, cada segundo que habían pasado juntos. Para entender todo ese dolor es mejor conocer la historia desde el principio, así que vamos a ello…
Todo empezó una noche, una noche cualquiera de fin de año. Laura, madre de dos hijos y separada desde hace dos años, chateaba animadamente con Luis, al que conoció en una red social Desde el principio hubo… algo. Se llevaban muy bien y las horas pasaban sin que se dieran cuenta. Intercambiaron teléfonos y a través de la aplicación “whatsapp” hablaban durante el día. Él le contó su vida. Vivía en Madrid, en el centro de la gran ciudad y trabajaba de ingeniero en una gran empresa. Su ciudad natal era Zaragoza y había viajado allí por amor. Después de cuatro años la relación acabó y decidió iniciar una nueva vida en la gran ciudad. Ya tenía el trabajo y le gustaba, además varias veces al año hacía viajes al extranjero. Trabajaba en lo que había estudiado y viajaba gratis… ¿Qué mas podía pedir? Tan sólo una cosa, encontrar a una persona con la que compartir su vida. Su carácter introvertido le dificultaba la tarea pero no perdía la esperanza y conocía chicas a través de la red. 
Por su parte Laura tenía una vida muy diferente a la suya. Trabajaba de teleoperadora por las mañanas y de cajera alguna tarde, cuidaba a sus dos hijos pequeños y, al igual que Luis, soñaba con encontrar a esa persona con la que compartir su vida. Llevaba dos años separada y hacía dos meses que estaba sola ya que su novio, con el que llevaba casi un año la dejó sin explicaciones. Tenía serias dudas de ser capaz de volver a enamorarse y sentir esas “hormigas” que sentimos todos cuando alguien nos gusta de verdad. Como decía antes, una noche se encontraron por la red. Y no fue la típica conversación de “Hola ¿Qué tal? Bien ¿Y tú? “No. Desde el primer momento hubo complicidad entre ellos. Tan sólo se conocían por foto y decidieron dar un paso mas, conocerse en persona. Debido a los complicados horarios de Laura y a las vacaciones de los pequeños, decidieron quedar con ellos. La joven tenía la extraña sensación de haberse vuelto loca. ¿Y si él era un asesino en serie? ¿Y si la cita iba mal? Tenía miedo de que sus hijos no le aceptaran o quisieran irse a casa nada mas verle. No obstante, decidió ir a la cita. Algo le decía que iba a pasar un rato divertido. Y así fue. Dos besos, un poco de “corte” al principio y luego jugaron con el helicóptero de su hijo mayor como si se conocieran de toda la vida. Tras varias horas de paseo por el Parque del Agua cenaron en una hamburguesería de un centro comercial y caminaron hacia casa. Laura se reía, era tarde, estaban todos cansados y a cada protesta de su nuevo amigo se unían las de sus pequeños. Finalmente, y ya en su habitación, recordaba todo lo sucedido durante la tarde y se sentía feliz. Ahora tocaba acostar a los pequeños y un rato de animada charla con Luis. Decidieron verse otra vez, en esta ocasión, sin peques para poder hablar más tranquilos. 
El segundo encuentro fue aún mejor que el anterior. Risas, miradas cómplices, comida italiana… Un refresco y para casa, que al día siguiente ella madrugaba, él no porque estaba de vacaciones pero no quería que su amiga pasara sueño. Si ya había “algo” cuando empezaron a hablar en la red social, en persona era… más que “algo”. Se entendían a la perfección, tenían muchas cosas en común, les encantaba escucharse mutuamente. Desde fuera se veía a dos personas que querían estar juntos pero no sabían como decirlo. Si, tenían mucha confianza, pero no eran capaces de expresar con palabras lo que sus mirabas decían cuando miraban a los ojos del otro. 
Faltaban pocos días para que Luis se volviera a Madrid. Tenía que hablar con Laura, decirle lo que sentía, su corazón quería empezar algo con esa mujer que apenas conocía y a la vez conocía mucho, pero su cabeza se negaba. Aquella noche apenas durmió. Sentía rabia. No era capaz de llevar una relación a distancia, ya sabía lo que era eso, lo había sufrido durante cuatro meses y no estaba dispuesto a volver a pasar por ello. Por otro lado… era estupenda, tenía todo lo que buscaba en una chica, le escuchaba, era guapa y sentía que con ella iba a ser muy feliz. Una lágrima resbaló por su mejilla, sólo una. Al día siguiente habían vuelto a quedar y se lo diría todo. Le dolía el pensar que podía hacerle daño, pero en el fondo pensaba que era lo mejor para ambos.
Laura mira a los ojos a su amigo. Están en un bar de copas al que han ido después de cenar en una bocatería. Quiere besarle pero no se atreve. Hay algo que le oprime, algo que quiere salir pero tiene miedo. “Me gustas, y mucho. Eres la persona que llevo toda mi vida buscando. Llegué a pensar que no existía pero no es así, existe… existes. Me da igual que vivas en Madrid, nos veremos cuanto podamos, yo viajaré allí, y tú vendrás aquí porque tienes a tu familia. Si la cosa va bien, nos querremos y seremos felices juntos”, todo esto pesaba mientras miraba a los ojos al chico que tenía delante. En vez de eso, le dijo que debía irse, al día siguiente le tocaba madrugar. Él la llevó a casa. Había algo raro… no se hablaban, se notaba que la tensión de aquella primera cena iba creciendo conforme se veían. Ninguno de los dos tenía valor para expresar en voz alta lo que sentían. Ya en casa, Luis se sinceró, primero por el chat y luego con una llamada. La única pega que veía a su relación era la distancia. Laura argumentó que podían verse, que ella se compraría una webcam, que hablarían todos los días por teléfono. Él no quería eso, no podía llevar una relación así, necesitaba a alguien que viviera en su misma ciudad. Las lágrimas de ambos eran sinceras, igual que el dolor y la rabia que sentían. Al día siguiente quedaron para verse. Ella tenía un rato libre cuando salía del trabajo de teleoperadora y antes de entrar en el súper-mercado donde trabajaba de cajera.
Dos enamorados se dan la mano mientras una coca cola es testigo. Era el último encuentro. La última vez que se verían. Tal vez, cuando el volviera a Zaragoza, tal vez si ella iba a Madrid, tal vez… Laura está triste, tiene ganas de llorar, de pedirle por favor que le de una oportunidad de hacerle feliz pero no se lo dice porque sería repetir lo que hablaron la noche anterior. Llega la hora de la despedida. Dos besos, uno en cada mejilla. Luis la mira a los ojos. Ambos saben que sus labios desean encontrarse pero no lo hacen porque es lo mejor. “Si algún día te doy un beso en los labios no quiero que sea un beso de despedida”, las palabras de él hacen que la entereza de la chica se rompa y apunto está de echarse a llorar. Tal y como dice la entrada del blog, se despiden con un “hasta luego” que suena como un “hasta siempre”.
Laura, sentada frente al ordenador, escribe lo que siente. Su blog siempre le ha ayudado a descargar su mente y corazón de sentimientos algunas veces contradictorios. Le da rabia, odia la palabra distancia, ya que es la culpable de las lágrimas que ahora brotan por sus ojos. Respira hondo y empieza a escribir… “Sólo hoy me voy a permitir estar triste..."

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