martes, 19 de abril de 2016

SENTIMIENTOS

Entrada que va sobre los sentimiento que me invaden un martes por la tarde.




     Es difícil, muy difícil, prácticamente imposible... que alguien llegue a entender como me siento en este momento. Por ese motivo en esta ocasión, escribo para mí. No con la intención de que el lector si quiera intente averiguar que pasa por este corazón que está hasta el borde sentimientos y emociones, sino con el objetivo de descargarle de toda esa carga emocional para poder hacer la cena con una sonrisa.


     Acabo de llegar a casa. Como cada martes, hoy ha sido día de catequesis. Sí, mi niño pequeño hace la comunión en unas semanas. Hemos repasado como va a ser la misa del día, quien lee la entrada, quien lleva las flores de la ofrenda, lo que lee cada pequeño en la despedida... y nos han dicho las canciones. Hasta ahí, todo normal. Cuando he salido de la iglesia he sentido que mi corazón se encogía, que no se encogía realmente, sino que se llenaba de mil y un sentimientos que luchan todos a la vez por tener un protagonismo que en el fondo ninguno se merece. Es... por decirlo de alguna manera... una mezcla de pasado y futuro la que me ha golpeado a la vez el que el aire de la calle.


     Las canciones me han llevado al pasado. Cuando yo era feliz en el colegio de monjas al que fui. Recuerdo cuando hice la catequesis y cantábamos las canciones, cuando todos los días de mayo antes de las clases el patio se llenaba con nuestras notas musicales un tanto desafinadas, las veces que he ido a misa... De alguna manera he vuelto a aquél día en el que un cancionero cayó en mis manos y yo leía casi cada canción con su entonación. De eso hace ya casi treinta años y aún recuerdo muchas de las canciones, alguna de ellas se van a cantar el día de la comunión de mi pequeño. El próximo martes repasaremos las canciones para que el día x no estén perdidos cuando suene la música.


     El futuro me ha golpeado en otra dirección. He visto a los padres y madres sentados en los primeros bancos y yo al lado del padre del guapo comulgante. No nos llevamos mal, pero tampoco bien y eso es una situación que no me acaba de gustar y que soy consciente de que debo solucionarla lo antes posible.


     Mi pequeño se hace mayor. Dentro de nada va a estar él sólo en el altar leyendo una o dos frases. Va a estar sentado detrás del cura con los pequeños con los que ha compartido la tarde de los martes de los dos últimos años. Y después de eso... a otra cosa mariposa. Ya ha dado un paso mas en su vida, ya ha celebrado un evento en compañía de las personas que más le quieren. Sí, mi pequeño se hace mayor y su madre no lo lleva bien, aunque luche día a día contra eso. Después las fotos y por último una comida que deseo que esté a gusto de todos.


     ¿Por qué me cuesta tanto ver crecer al pequeño? A ver, el mayor es el mayor y es normal que crezca. Bueno, tampoco llevo bien el ver los signos de una adolescencia que no va a tardar en llegar y que promete ser, cuanto menos, entretenida.


     Tengo un serio problema con la edad. Hace menos de una semana cumplí años y no me resultó algo agradable. De alguna manera, quiero que el tiempo se detenga, que no avance. Hacer como en las películas que le das a un botón y todo el mundo queda paralizado. Siento que me estoy perdiendo algo, que no estoy disfrutando todo lo que debería de la gran cantidad de cosas que tengo y no hablo de cosas materiales, sino de sentimientos. Hay veces en las que deseo gritar "¡Stop!" . Es en esos momentos, en esos días en los que me sucede de todo. Quiero una semana de rutina, sin nada que hacer por las tardes mas que deberes, baños, cenas... Que ya es bastante. Quiero ser dueña de mi tiempo, decidir cuando y de que manera rompo la rutina. Tal vez de esa manera disfrutaría mas de cada día que pasa. Porque si tengo algo muy claro, es que nunca va a volver y un sólo instante en el que no sonría, es un instante perdido... para siempre.


     Cada día me sorprendo mas. Y esto me gusta. Hace unos días tomé una decisión difícil. Tenía organizada la tarde y decidí cambiar los planes para solucionar un asunto que tenía pendiente. Podría haber pasado de todo, desquedar y meterme en mi burbuja de tristeza. Pero hice lo que sentía que debía hacer, solucionar un problema para intentar sonreír. No lo conseguí esa tarde pero sí al día siguiente. Hoy me ha pasado algo similar. Ahora debería estar con los deberes de los pequeños, pero mi mente me lo impedía. Me pedía a gritos que liberara a mi corazón de todos esos sentimientos cargados de pasado y futuro. Aunque con gran esfuerzo, ahora sí soy capaz de sonreír, cosa que al llegar a casa no podía.


     Pequeño, cuando leas esto, que sepas que te quiero con locura (y a tu hermano también ¿eh?) y que va a ser un día estupendo. Tú día. Quiero que sepas tanto tú como tu hermano, que sois la razón de mi existir, el motivo por el cual cada mañana me levanto de la cama y que aunque leáis mis letras y os parezca que estoy triste, cada sonrisa vuestra es mía.


     Y a ti, querido lector, gracias por emplear tu bien mas valioso, tu tiempo, en leer estas líneas.