domingo, 21 de abril de 2019

LA CULPA ES TUYA, NO MÍA


Entrada en la que hablo de nuestras amigas las piedras  entre otras cosas.

   Una vez leí que pretender que la vida te trate bien por ser buena persona es como esperar que un león no te coma porque eres vegetariano. Y es una gran frase. Hoy me viene a la mente porque estoy pasando por una temporada rara. Llena de cambios, de alejarme de mi zona de confort, de empezar proyectos y no encontrar el camino para llevarlos a cabo. Estoy enfadada con la vida. Y eso que me da mucho. Pero hay veces que me pone a prueba.

   Soy consciente de que la única culpable de este batiburrillo de sentimientos y emociones soy yo. Pero hay momentos en los que le tengo que echar la culpa a alguien y en esta ocasión le ha tocado a la vida. Con lo bonica que es ella y con la cantidad de cosas bonitas que me aporta. Y la de veces que me intenta enseñar una lección que no quiero aprender. Bueno una no, unas cuantas.
 
   Quererme a mí misma, no renunciar a mi esencia, salir de mi zona de confort y no volver a ella, seguir a mi intuición, tener paciencia... Y esas son sólo algunas de las lecciones que me cuesta aprender. Pero que no hay manera. Me cuesta muchísimo hacer las cosas bien. Pefiero hacerlas como me da la gana. Ir por libre y luego darme cuenta de que otra vez he metido la pata en el mismo sitio. ¿Y quién es la culpable de todo esto? La vida, yo no.

   En fin. Supongo que llegará el momento en el reaccionaré y en vez de acumular piedras con las que tropezar, las iré quitando del camino. Acabaré con dolor de espalda de tanto agacharme y seguro que alguna la dejaré porque no me he tropezado suficientes veces con ella. Pero sé que al final conseguiré caminar sin caerme tanto.

   Sé que es una entrada algo confusa porque no hablo de nada en concreto, tan sólo intento expresar emociones. Pero estoy segura que con alguna de las cosas que he dicho, has asentido. Si es así y sino también, te animo a dejar un comentario. Gracias por tu tiempo.

lunes, 1 de abril de 2019

DOMINGO COMPLETO


Entrada en la que hablo de un gran domingo  

   

   Salir de la zona de confort siempre es una buena idea. Y cuando sales para hacer cosas con las personas que más quieres y más gente, el éxito está casi asegurado. Y en mi caso ha sido así. Me lo he pasado genial, estoy súper contenta y por eso le estoy echando un pulso al sueño, para contarlo y dormir unas pocas horas con una sonrisa bien grande.

   El día amanecía nublado. Yo contaba con mucho sol pero Don Lorenzo tenía otros planes. Con el cambio de hora parecía que era más pronto de lo que el reloj decía. Tras salir de casa más tarde de lo que tenía previsto, recogemos a una amiga. Una vez en La Alfranca, damos una vuelta de reconocimiento por el lugar. Unos minutos mas tarde llega nuestro primer compañero de aventuras en compañía de una niña encantadora.

   Después de visitar la exposición, juegan a un partido de voley con una improvisada red a base de vallas de obra. La pequeña y yo nos pasamos una pelota. Justo a tiempo para ver una protección en 3 dimensiones y un vídeo de Ordesa, llega nuestro segundo compi. Su nombre es igual que el del otro chico, así que nosotras lo tenemos fácil.

   Salimos de ver los vídeos con hambre. Tras una comida variada, unos ensalada, otros hamburguesa, empanada y bocadillo, llega la hora de degustar el postre cuya foto he puesto al principio de la entrada. Gracias a nuestro compi por traerla. Estaba deliciosa.

   Con la tripa llena, jugamos a la Oca. Tres equipos, mis peques por un lado, mi amiga y el chico de la ensaimada por el otro y yo con el padre y la hija. Digan lo que digan, hemos ganado nosotros, el equipo rojo. Disfrutamos de las vistas en la última casilla del juego y caminamos hacia un observatorio de aves. Tomo buena nota del sitio. Me parece un buen lugar para perderse cuando el agobio hace acto de presencia.

   La lluvia quiso estar presente en este día tan bonito y nos obliga a meternos en el bar de La Alfranca. Jugamos un rato a las cartas y nos despedimos de nuestra pequeña aventurera y de su padre. Gracias a los dos por venir. Volveré a proponer esta salida y espero contar con vuestra presencia. Sólo espero que hayáis disfrutado tanto como yo del lugar y la compañía.

   La partida de cartas sigue hasta que nos echan del bar. Si, lo reconozco, soy una cierra bares, pero diré en mi defensa que eran las ocho de la tarde. Les propongo ir a cenar en plan barato y una vez en el centro comercial, la cena se convierte en cena y cine. Mi pequeño y yo a una peli de humor con un toque romántico y los otros tres a una de suspense que me habría dado miedo.

   Acabadas ambas películas y con la tripa llena, nos despedimos. Hasta luego, chico de la ensaimada. Gracias por el postre y por tu presencia. Les has caído genial a los peques y a una servidora. También contaremos contigo para la próxima vez que proponga la quedada.

   Con mi amiga ya en casa, toca aparcar. Gracias por venir, un placer coincidir de nuevo contigo. Seguro que en la próxima nos vemos, o mañana mismo jeje. La aventura de aparcar finaliza cuando dejo el coche en un lugar del que lo voy a tener que quitar antes de las siete de la mañana. Haré el esfuerzo de madrugar para moverlo. Ya teníamos todos ganas de llegar a casa. Gracias a mis grandes aventureros por acompañarme en otra de mis propuestas. Cada día os quiero más.

   Ha sido un día muy completo. Desde aquí mando una caricia a esa perrilla que está pachuca y a la que le habría gustado venir. También quiero agradecer a las personas que han tenido intención de venir pero no han podido. Y de nuevo, mil gracias a los que habéis acudido hoy a La Alfranca. Sois culpables de la sonrisa que asoma a mis labios.

   Me voy a dormir, que ya va siendo hora. Tú, que estás leyendo esto, si me admites un consejo, sal siempre que puedas de tu zona de confort. No siempre encontrarás cosas agradables, pero cuando sean buenas, serán muy buenas. Gracias por tu tiempo.