sábado, 29 de septiembre de 2018

TRISTEZA - ALEGRÍA

Entrada en la que hablo de emociones. 

   
 
   Una mezcla de sensaciones me invaden a la vez que arranca el autobús. El San Mamés me dice adiós a la vez que un túnel me acerca a mi destino. Por delante, casi cuatro horas de viaje. Por detrás la ciudad que me vio nacer y en la que pasé los siete primeros meses de mi vida. Dentro de mi, muchas lágrimas de todos los tipos que luchan por salir a la vez.


   El pasado acude sin ser llamado. Los viajes nocturnos a esta gran ciudad quedan muy atrás. En ellos aparece mi padre. Ahora mi compañero de viaje es un bolso que ocupa la plaza libre. La sensación de tristeza por irme y de alegría por llegar sigue viva a pesar de los años. Bilbao y Zaragoza, Zaragoza y Bilbao. Dos ciudades a las que estoy unida de forma diferente. Por un lado, donde vivo, donde vive la gente que me acompaña cada día. Por el otro, la familia. Unas pocas personas con las que tengo trato a diario y a las que aprecio de una manera especial.


   ¿Se puede querer a una persona que no has visto en 20 años? Rotundamente si. Y cuando esa persona lleva tu sangre y además es tu apoyo y tu amiga, ese sentimiento es aún mayor. Y si no es una sino dos, todo eso tan grande se duplica.


   Me siento bien. Tengo el corazón lleno de palabras bonitas, de miradas, de abrazos que se quedarán conmigo hasta que sean sustituidos por unos nuevos. Ha sido breve pero intenso. Siento que he hecho lo que tenía que hacer, demostrarle a una persona que no está sola. Que cuando la vida te cierra una puerta en las narices, te abre una ventana para que puedas ver que el camino sigue. Que sólo el hombre de la guadaña decide cuando se acaba.


   Un suspiro se me escapa a la vez que entramos en la autopista. Una autopista que me lleva a la ciudad donde mi ventana me enseña el camino a seguir. Es maravilloso sentir que en ese camino no estoy sola, es maravilloso sentir que estoy orgullosa de mi porque con muy poco, he dibujado una sonrisa, es maravilloso sentir que no estoy sola. Porque los recuerdos me acompañan en mi viaje de vuelta a casa.


   En el autobús ya no ponen una película. Ahora en cada asiento hay muchas películas y juegos. Antiguamente no había enchufes entre los asientos. Ahora si. Tampoco había cinturones. Y yo no era consciente de que el cariño que me dejaba en Bilbao, algún día volvería a mi.
   Irónicamente, todas estas sensaciones y emociones empezaron el día que madre e hijo se reunieron. Me gusta pensar que fue él el que se encargó de fabricar los lazos que día a día se hacen más fuertes. Porque de todo lo malo algo bueno sale. Y de algo muy malo, sale algo muy bueno. Así que desde mi pequeño espacio personal, te doy las gracias tío por hacer posible algo imposible.

martes, 18 de septiembre de 2018

SEPTIEMBRE


Nueva entrada en la que hablo de un mes en el que digo adiós y hola. 

   El pantalón vaquero se ajusta a mis piernas como un guante. Noto su calor y su tacto. No me gusta esa sensación. Siento ganas de cortar las perneras y sentir el aire por delante y detrás de las rodillas.


   Un escalofrío me recorre la espalda. Ya no hace el calor que hacía por más que me empeñe. Las temperaturas poco a poco, grado a grado, comienzan a bajar. Me niego a admitirlo. Me cuesta asumir que los pantalones cortos esperarán su turno en el armario a la espera de si he engordado o adelgazado.


   Mientras camino miro mis pies. Ellos aún pueden sentir la brisa mañanera aunque las sandalias piden a gritos su merecido descanso. Muevo los dedos. En silencio me piden el abrigo de un calcetín fino. Me resisto a ello. No quiero volver a perder calcetines en la lavadora.


   Conforme avanzo, avanza el mes. Me susurra al oído palabras como rutina, problemas aparcados a los que debo dar solución, nuevos retos. De alguna manera, cada septiembre empieza un año nuevo. Y como cada año, los buenos propósitos se me acumulan. A muchos de ellos no les daré salida, pero otros verán la luz. Uno de ellos es mantener el blog con vida. Darle en forma de entradas o relatos, alimento para que nunca muera este proyecto que empecé hace algunos años y con el que pienso seguir hasta que se me olvide escribir.
   Gracias por estar ahí, por leerme y si te animas a comentar, puedes hacerlo libremente.

domingo, 9 de septiembre de 2018

TIC-TAC


Entrada en la que describo el paso de las horas... 


   Tic-tac.

   María camina hacia la plaza donde ha quedado con Roberto. Sabe que no es sólo una cita. Es "la cita".

   Tic-tac.

   A la hora en punto llega al punto de encuentro.

   Tic-tac. 

   Está nerviosa pero tiene muchas ganas de sentir sus labios acariciando su piel.

   Tic-tac.

   El beso de saludo viene acompañado de una palmada en el culo. Los nervios aumentan.

   Tic-tac.

   El reloj marca despacio cada minuto. Ella le observa y mentalmente desea que se detenga.

   Tic-tac.

   Una copa después de cenar en el bar. La mezcla de la música y el alcohol hace que las manos de ambos cobren vida propia.

   Tic-tac.

   Una cama. Besos. Caricias. Gemidos de placer.

   Tic-tac.

   Ya casi amanece. Dos cuerpos sudorosos descansan sobre las sábanas húmedas.

   Tic-tac.

   Ya no hay nervios, tan sólo el deseo de que no amanezca nunca.

   Tic-tac.

   Una alarma suena. Un café rápido en la cocina. Un beso en los labios.

   Tic-tac.

   "Hasta luego" dice ella. La contestación de él es el silencio.

   Tic-tac.

   María envía un mensaje. "He llegado bien a casa. Pasa un buen día".

   Tic-tac.

   Las horas pasan. Mensaje recibido y leído.

   Tic-tac.

   El tiempo que no se detuvo la noche anterior, se ralentiza ese día.

   Tic-tac.

   El sol se esconde por el horizonte. El móvil no suena.

   Tic-tac.

   "Otra vez" "Si lo sé no me acuesto con él" "¿Por qué a mí?" "Pensaba que le gustaba de verdad"

   Tic-tac.

   Los días pasan. El mensaje sigue sin respuesta. María lo asume.