domingo, 19 de agosto de 2018

COSAS FÁCILES Y DIFÍCILES


 Entrada en la que reflexiono sobre las cosas fáciles y las difíciles en el amor  

  En las relaciones de cualquier tipo. Pareja, amigos, familia... Siempre hay cosas fáciles y difíciles. Hoy quiero hablar de todas ellas en ámbito de la pareja. Me encanta el tema del amor. Si has leído alguna entrada ya te habrás dado cuenta.


   Es fácil dar la mano por la calle cuando estás en un sitio donde nadie te conoce. Lo difícil es hacerlo cuando te pueden ver las vecinas cotillas de tu madre.


   Es fácil dar un abrazo cuando sientes al rededor de tu cuello los brazos de la otra persona. Lo difícil es hacerlo cuando eres tú el que debe acercarse.


   Es fácil dar un beso apasionado cuando las sábanas rozan tu cuerpo. Lo difícil es hacerlo cuando esa persona te acaba de decir algo que no te ha gustado.


   Es fácil regalarle para el aniversario una figura cuando sabes que las colecciona. Lo difícil es comprarle un día cualquiera ese libro que ojeó con detenimiento.


   Es fácil decirle que estarás a su lado siempre cuando la vida os sonríe. Lo difícil es hacerlo cuando la vida muestra su cara más dura.


   Es fácil sentir y dejarse llevar cuando los problemas se mantienen al margen. Lo difícil es hacerlo cuando no son una excepción.


   Es fácil decir "te quiero" cuando te sientes feliz y piensas que la relación va a ser para toda la vida. Lo difícil es decirlo cuando para que sea para siempre, tienes que luchar.


   Es fácil quedar con esa persona cuando tu agenda está vacía. Lo difícil es hacerlo cuando no hay un hueco libre.


   Es fácil secar las lágrimas cuando tú no eres la causa. Lo difícil es hacerlo cuando sí lo eres.


   Es fácil hablar sobre amor. Lo difícil es hacerlo.


   Ahora no se me ocurren más cosas, pero seguro que tu al leerlo si. Te animo a comentar la entrada y contármelas. Gracias por tu tiempo.

jueves, 16 de agosto de 2018

DÍA GRIS


Nueva entrada en la que hablo de un día gris.

   Hoy el día ha amanecido nublado. Estamos en agosto y parece septiembre. Sin llegar a hacer frío, la sensación es esa. Aunque no sé si es mi piel la que siente más frío que mi corazón o al revés. Las ausencias empiezan a pesar. Los días pasan despacio y la vida me susurra al oído "asúmelo, es lo que hay". Me resisto a ello. A pesar de que veo las cosas con total claridad el sentimiento de echar de menos y de querer que las cosas sean diferentes, está ahí. Sé que es una lucha sin cuartel y que la batalla la tengo perdida de antemano. Pero la guerrera que llevo dentro se resiste a dejar de luchar y simplemente aceptar lo que no puedo cambiar.


   Tengo muchos recursos para evitar que la tristeza se apodere de mi. Y voy tirando de ellos. Hoy, por ejemplo, quedaré con una muy buena amiga. Es un privilegio poder contar con gente así. Que te pregunta "¿Cómo estás?" con la misma naturalidad que entras en cualquier sitio y dices "hola". Personas luchadoras, que han vivido cosas duras y que han sido capaces de sobreponerse al dolor y seguir adelante. Y no contentas con ello, te dan la mano cuando la necesitas.


   No tengo motivos para estar triste. Y en realidad no lo estoy. Pero supongo que hay días en los que dejo que la melancolía me hable. Hoy, por ejemplo, me habla de un pasado que fue mejor. Me susurra al oído que cada día que pasa de agosto es un día menos para que llegue septiembre. Que con la llegada de ese mes habrá muchos más días nublados que vendrán cargados con problemas que he decido aparcar hasta ese mes. Pero no pasa nada, porque sé que puedo con esto y más. Porque sé que al lado de cada problema, está la solución. Sólo hay que darle la vuelta a la página y saber buscarla.


   Otro de mis recursos en días así es la frase "no es como empieza, es como acaba". Y sé que el día va a acabar bien. Con una luna en cuarto creciente que me quiere contar muchas cosas aunque me resista a oírla. Acabaré el día cerrando los ojos y feliz porque he sabido mirar a los ojos a un cielo nublado para decirle lo bonito que es. Porque las nubes son tan necesarias como el sol que se empeñan en tapar.


   ¿Y tú? ¿Cómo has empezado el día hoy? ¿También tienes la sensación de que agosto se quiere difrazar de septiembre? Gracias por tu tiempo.

miércoles, 1 de agosto de 2018

TRISTEZA


Entrada en la que hablo de la tristeza que siento hoy. 

   Hay días que amanecen torcidos y da igual lo que hagas por enderezarlos, sabes que todo esfuerzo es inútil. Y justo cuando intentas hacer algo para solucionarlo la madeja se lía más y más hasta convertirse en una gran pelota de hilos de colorines. 

    Como habrás podido intuir, no llevo buen día. Y utilizo mi blog a modo de terapia, para intentar sacar lo que llevo dentro. Y no hablo sólo de todas esas palabras que me gustaría gritar y no puedo porque me tomarían por loca. Sino también de esas lágrimas, gotas de agua mas amarga que salada. Que golpean contra el móvil en un intento de estropear su pantalla nueva.

   La teoría me la sé de memoria. Sólo estoy triste si quiero estar triste, debo forzar la sonrisa aunque sea falsa, ver vídeos de humor, llorar mucho el tiempo que necesite y luego salir del pozo... Pero no, no y no. Hoy no y mañana no lo sé.

   Tengo una desagradable sensación y es que no tengo derecho a estar triste. No sé... Es algo así como que la sociedad en general no acepta la tristeza. Hoy he dicho que estaba triste y he recibido palabras, muy bonitas eso si, pero sólo palabras que no han ido acompañadas de ningún hecho. Duele mucho, pero es lo que hay. No sé, tal vez si hoy no me hubiera levantado necesitando un abrazo no habría actuado como lo he hecho... O tal vez si. Bueno, ya está. Debo ser valiente y asumir con la cabeza bien alta cada una de las palabras que he dicho. Pero... ¿Y qué hago con el dolor que me provocan las que me han dicho a mi? Bueno, de eso ya me ocuparé más tarde.

   Todo ha empezado con una despedida. Mis pequeños se han ido esta mañana para volver dentro de un mes y medio. ¡Joder! Cómo duele. Ojalá pudiera transmitir con palabras esa infinita tristeza, que se me agarra al corazón y lo apretuja fuerte sin intención ninguna de soltarlo. Para esto también tengo la teoría, también me la sé. Pero no encuentro consuelo. Duele y punto. Y dolerá todos los días, más o menos durante los 45 días que dure la ausencia.

   Otra cosa que ha hecho mi día duro ha sido una conversación. Un mal entendido. Tú has dicho una cosa, yo he entendido otra y en un determinado momento he saltado porque me he visto excluida. ¿Y si no hubiera llevado mal día habría saltado? No lo sé. ¿Y si hubiera estado mejor habría saltado? No lo sé. ¿Y si...? Y así podría estar lineas y lineas, con preguntas que no me van a llevar a ningún sitio. Lo que tengo claro es que sea cual sea el desenlace, será para mejor. De eso no tengo ninguna duda. También tengo claro que me ha dolido una respuesta, pero eso tampoco es malo. Porque es una muestra de que la persona que la ha dicho, es importante para mi. Pero bueno, no puedo hacer más. Me quedo con lo que ya he dicho. Tanto si se aclara el mal entendido como sino, (ojalá se aclare) será para bien. Porque aunque las lágrimas duelen, también sanan.

   En otro orden de cosas, mi barrio y su aparcamiento. No contentos con cerrar la calle de al lado un mes y con cerrar me refiero a que no se puede aparcar. Desde la semana que viene. También la mía. Que si, que en otro momento me habría enfadado y punto. Pero hoy, al ver las señales, me ha dado la llorera. En el trabajo me planteaba ir y volver este mes andando. Al final no me lo voy a plantear y lo voy a tener que hacer si o si.

   Hay otras situaciones que me han afectado este miércoles 1 que se ríe del martes 13 y viernes 13 juntos. Como la vuelta al curro o la disolución de un grupo. Pero, sinceramente, no me quedan fuerzas para estar triste o quejarme porque tengo que madrugar.

   Tengo que asumir que hoy es un día de mier... malo. Y que se acabará... Cuando suene el despertador. Porque sé que esta noche no dormiré, que a pesar de que las lágrimas llegará el momento en el que se agoten, la tristeza no se irá por donde ha venido. Tal vez mañana... o pasado... o quizás al otro. O puede que aprenda a vivir con ella y decida no hacerle caso y le haga ver que aunque estemos juntas tareas como hacer la comida o ir a comprar hay que hacerlas. Espero que en ese momento decida abandonarme. ¿Alguien tiene un palo de fregona tamaño tristeza? Ahora en serio, gracias por leerme.