sábado, 17 de julio de 2021

SECRETOS

 Entrada en la que hablo sobre una conversación que tengo pendiente. 


   Un día de estos hablaré contigo. Te contaré todos mis problemas, sin dejarme ni uno. Te hablaré de mis fantasmas y de todo eso que oprime mi corazón. Lo haré en silencio. Sin articular palabra. 


   Sentada, esperaré tus respuestas, ideas, soluciones... Tienes la gran capacidad de convertir algo sucio en algo limpio. De transformar los problemas en retos. De comprender y reconfortar. De iluminar donde sólo hay oscuridad.

   Te necesito. Necesito esa paz que me das. Necesito cargar las pilas o mejor aún,  descargar su carga negativa para cargarlas de carga positiva. Está siendo un año de retos, palabra optimista que uso para hablar de los problemas. De incertidumbre, esperanza. Un año de quiero y no puedo, de no sé, de no llega. De envidia sana a la vez que una punzada me atraviesa el corazón. De sonrisas para ocultar las lágrimas. De saltar piedras, charcos y escalar montañas.

   No estoy mal. Soy feliz. Pero tú y yo tenemos una conversación pendiente. Porque como leí una vez por ahí..."todo vuelve a funcionar si lo reinicias, incluso tú" y otra frase que me gusta mucho es que si quieres obtener resultados diferentes haz algo diferente. Por eso quiero hablar contigo. Porque que es mi forma de reiniciar y hacer algo diferente.

Como te decía, será una conversación en silencio. Sólo articularé una palabra mientras me aleje, pisando con los pies descalzos tu arena "gracias". 

miércoles, 30 de junio de 2021

MI PRIMERA MEJOR AMIGA

 Entrada dedicada a una persona que alegró mi infancia.


   Hoy quiero escribir sobre una persona que marcó mi niñez. Me enseñó el significado de la palabra amistad. A su lado viví momentos que, 32 años después,  recuerdo con ternura. Vamos a montarnos en la máquina del tiempo y haremos un pequeño viaje por los mejores momentos de una dura infancia. La mía, la nuestra.

   Éramos unas niñas cuando nos conocimos. Pero nuestras miradas ya reflejaban el dolor que sentíamos. Vivíamos en un colegio internas. Y las monjas eran nuestras madres y padres de lunes a viernes.

   El primer recuerdo que me viene a la mente,  fue una fiesta de cumpleaños muy especial. Creo recordar que era el suyo. Hacía horas que debíamos estar durmiendo, pero en lugar de ello,  estábamos sentadas en el suelo. Con tres caramelos cada una. Ella, su hermana, otra amiga y una servidora. Un total de 12 caramelos y 4 vasos de agua eran los componentes de la fiesta de cumpleaños más... no sé cómo definirla. Tierna, dulce, emotiva... tal vez una mezcla de las tres. Hasta ahí llega mi recuerdo. El sentimiento uno, felicidad.

   Otro recuerdo fue una noche en la que me despertó de madrugada. Había vomitado y tras intentar despertarnos a varias y no obtener respuesta, se sentó en la cama llorando. Algo le dijo que si volvía a intentar despertarme, yo le ayudaría. Y así fue. Juntas cambiamos las sábanas. De nuevo, me sentí feliz por haber podido ayudarla.


   El últimos recuerdo que tengo fue un juego que ella hizo. Dibujó en un papel tres corazones al lado del nombre de cada una de sus amigas. Cuando se enfadaba con una de nosotras, tachaba uno de ellos. Y cuando tachara los tres, dejaría de ser su amiga. Pasaron las semanas y tachó los tres corazones que seguían a mi nombre. Y a pesar de ello, seguimos siendo amigas. Es un recuerdo muy especial, porque refleja lo que es la amistad de verdad.


   Dos años después de todo aquello, me fui del colegio. El destino nos hizo vecinas, ella vivía con su hermana en el portal de enfrente. Pero nunca nos encontramos. Tuvieron que pasar 20 años para que nos fundiéramos de nuevo en un abrazo. La encontré gracias a las redes sociales. Y tras unos emails, vimos cumplido nuestro sueño de reencontrarnos. Fue cerca de donde estuvimos "compartiendo piso" y la emoción compartía protagonismo con la alegría. Hablamos durante horas y nos dimos cuenta que la vida nos había tratado... no tan bien como nos habría gustado. Pero allí estábamos,  con una sonrisa de oreja a oreja, convertidas en dos mujeres con un montón de sueños por cumplir.


   Un año después de aquel julio del 2009, volvimos a quedar con otra amiga. Compartimos recuerdos, risas y comimos ensalada de pasta con remolacha. Qué curiosa la mente, no recuerdo lo que comí ayer y sí lo la receta de mi amiga de hace 11 años.


   No he vuelto a saber nada de ella. Nuestras vidas eran muy diferentes y el destino, ese en el que ambas creemos, no nos ha vuelto a unir.

   Hoy he soñado con ella. Nos encontrábamos y yo no quería que se fuera. Luego ella tenía problemas y yo le ayudaba a solucionarlos. La alarma del despertador me ha sacado del mundo de los sueños para obligarme a trabajar.


   Y hasta aquí, mi paseo por el pasado. Un pasado que me susurra al oído que la verdadera amistad, nunca muere.


   Querida amiga, si algún día llegas a leer esto,  sólo quiero decirte que deseo de corazón que todos tus sueños se hayan cumplido y que ojalá la vida te haya dado toda esa felicidad que la infancia te robó.


   Gracias por leer mis letras.  ¿Y tú? ¿Recuerdas con cariño a alguna persona  con la que celebraste tu noveno cumpleaños? Te animo a compartirlo en los comentarios.




viernes, 25 de junio de 2021

ADICCIONES

 

Entrada en la que hablo de algunas adicciones. 



   Que caprichoso es el ser humano, que teniéndolo todo, no es suficiente. El que tiene mucho dinero quiere más, llegando incluso a delinquir para conseguirlo. El que tiene un buen puesto quiere ascender aunque fuera del trabajo no tenga nada más. El que es feliz quiere serlo aún más a pesar de que esa lucha constante le genere infelicidad. 


   Todos somos adictos a una u otra cosa. Algunos al alcohol o las drogas, otros a la limpieza o a coger cosas de la basura.  También están los adictos al móvil o la consola. La comida, es otra adicción. Y luego están los adictos a los sentimientos.  No sé si es la palabra más adecuada, pero encaja en la definición. 


   La felicidad y la tristeza son los sentimientos que más adicción generan, igual que el amor. Hay personas que nunca llegan a ser felices. Tal vez porque nunca nadie les ha enseñado a serlo. Lo tienen todo y aún así no es suficiente. Trabajo, amigos, pareja, familia... aunque tengan todo eso no están conformes y luchan por mejorar a las personas de su entorno. En vez de mirarse al espejo y analizar qué es lo que no funciona. Porque algo no está bien cuando todo no es suficiente. 


   La tristeza hace que su entorno esté pendiente de ellas. Y siempre hay un motivo u otro para llorar. El pasado, el presente o el incierto futuro. La gente les apoya, les da consejos, empatiza y confirma su sospecha de que tienen razón para no querer sonreír. 


   El amor. En esta ocasión me refiero al amor de pareja. Otra adicción. El miedo a estar sólo, a peinar canas sin una persona al lado, ir al cine, a una boda o de vacaciones sin compañía. Eso hace que vayan detrás de la primera persona que les hace sonreír y les promete permanecer a su lado. Les da seguridad, aunque en el fondo sepan que ese sentimiento tiene fecha de caducidad. 


   Todo lo anterior nos ayuda a vivir. Nos hace tener un motivo por el que luchar y levantarnos cada día. Y aunque alguna vez miremos a nuestra adicción a los ojos, es más fácil hacer como que no la hemos visto y seguir nuestro camino. Tal vez la cambiemos por otra o simplemente acumulemos adicciones como si padeciéramos el síndrome de diógenes. 


   ¿Y tú? ¿Tienes alguna adicción? ¿Tal vez mis letras? Gracias por leerme. 

martes, 11 de mayo de 2021

UNA ILUSIÓN CON FORMA DE CASTILLO

 Entrada en la que hablo de un sueño que se pudo hacer realidad. 



   Y allí estaba yo. Diseñando con todo lujo de detalles mi castillo. Los torreones, la puerta, cada una de las habitaciones era de un color diferente. Tenía la ubicación perfecta para la gran construcción. Era feliz. Un sueño tomaba forma para dejar de serlo y convertirse en una realidad.

   Pero la vida tenía otros planes. Me mandaba señales. Me susurraba al oído "mira a ver, que igual tu castillo no es tan sólido como piensas". Pero yo no le hacía caso. Pensaba que era miedo. Miedo a que mi sueño no se hiciera realidad. El destino me enseñaba carteles luminosos para advertirme que tuviera cuidado. Pero yo no quise verlos y finalmente, continué decorando cada una de las habitaciones.

   Un día, sucedió. Mi castillo se desmoronó. No quedaba ni rastro de él. El terreno donde lo había construido estaba vacío. Me puse triste. Mi plan no era ése. El sueño tenía que ser una realidad y no una fantasía. Me enfadé. Intenté buscar una explicación. Todo fue en vano. No la iba a encontrar por mucho que buscara.

   Y aquí estoy yo. Aceptando que hay veces que elijo los colores de las paredes sin tener la habitación construida. Pero no me rindo. Voy a seguir luchando por mi sueño. Preparando el terreno para que el castillo tenga una buena base. Y donde ahora no hay nada, mañana haya una gran fortaleza.

   Quiero dar las gracias a las personas que me han ofrecido su hombro cuando mi castillo se desmoronó. Y a ti, querido lector, que me has dedicado unos minutos de tu tiempo, te animo a seguir luchando por tus sueños. Porque al final todo saldrá bien y si no sale bien es porque no es el final. Aunque me costó entender la frase, hoy la hago mía. ¡Nos vemos en la siguiente entrada!