domingo, 11 de abril de 2010

UNA ANÉCDOTA

Breve anécdota que me hace volver a la niñez gracias al carbón.



  Amanece un nuevo día. Los pequeños madrugadores se cansan de ver dibujos y aprovechando que hace calor decidimos dar un paseo. 

   Caminamos una hora hacia una pastelería que está cerrada. Contrariados y ya con hambre decidimos coger un pollo asado para comer.

   La pollería es pequeña y la cola llega hasta la calle, así que mientras Kike compra el pollo, los chicos y yo esperamos pacientemente en un portal cercano. A nuestros pies hay una trampilla. De esas que se usaban hace años para meter el carbón. Intento explicarle a mi chico mayor qué es el carbón. Por su cara deduzco que mis explicaciones no han tenido mucho éxito. 

   La imagen del carbón me hace recordar el día en el que fui al colegio con tres carboneros. Mi padre era portero de una comunidad y una de sus labores era encender la calefacción del ya citado mineral. Aquélla fría mañana pidió a los trabajadores que me llevaran al colegio. Yo les miré, analizando quién estaba más sucio de los tres. Decidí mentalmente no sentarme a su lado. El que iba más limpio se sentó frente al volante y yo en medio de los otros dos.

   He querido compartir con vosotros esta anécdota que espero os haya gustado.