miércoles, 25 de julio de 2018

HOY LA PROTAGONISTA ERES TU


Entrada en la que hablo de una gran persona. 

   Hoy, desde mi espacio personal, quiero darle las gracias a una persona. Su nombre es de la persona que me vio nacer. Una gran mujer que me dio la vida y a la que siempre estaré eternamente agradecida, aunque no se lo pueda decir mirándola a los ojos.


   Tú ya sabes quién eres y quien me conozca un poco, también. Con eso es suficiente. Quiero hablar de lo que tenemos entre manos. Una amistad de esas de verdad. Me conoces mejor que yo misma. Y sabes en cada momento lo que tienes que decir. Ves mis ojos llorar y sabes si tienes que pegarme un grito porque lloro por una tontería, darme un abrazo, soltarme uno de esos comentarios irónicos que tienen la habilidad de odiarte y quererte un poco más, o simplemente aceptar que no sabes qué decir mientras me ofreces un poco de helado.


   Te quiero. Y no tiene nada que ver con el romanticismo. Sino con un cariño que te has ganado a pulso. Conoces mis fantasmas y los llamas por su nombre, sabes qué piedras cargo en la mochila y las sujetas con tus manos cuando no puedo con ellas. Es maravilloso poder contar con una persona así. Todo el mundo debería tener una amiga como tu. Porque conocerte, es quererte.


   Gracias. Emocionada te digo esa palabra. Gracias por sacarme una sonrisa, por esperarme en lo alto del pozo, por confiar en mi y dejar que te ayude con tus fantasmas. Gracias por esos gritos de los que hablaba antes porque con ellos consigues que reaccione, aunque no siempre tengamos el mismo punto de vista.

   Además de todo eso, me valoras. Sabes cómo ver en mi virtudes que ni yo misma sé que tengo. Cada una de mis batallas internas es valorada por ti y eso es algo que me anima a seguir luchando, a seguir caminando, a ser mejor persona. 

   Te deseo lo mejor. Quien sabe, tal vez ahora comience una nueva etapa para ti... o tal vez no. Sea como fuere te deseo lo mejor. Porque muy pocas personas conozco que se merezcan la felicidad tanto como tu. Una gran mujer luchadora y fuerte.


   Si, ya lo sé. Estás pensando que yo también soy así. Pero no, hoy no es mi momento, es el tuyo. Y quiero decirle a todo el mundo que si alguna vez se encuentra con una persona como tú, no la deje escapar. Porque el tesoro más valioso es una amistad verdadera. Y lo sé porque la he encontrado. Gracias.

NO HIZO FALTA DECIR ADIÓS


Relato donde hablo del principio... y del fin.



   Recuerdo el día que nos conocimos. Al instante hubo química, atracción... La verdad es que no sabría cómo definirlo pero lo cierto es que nos gustamos desde que mi amiga nos presentó en aquel concierto de rap. Yo era la primera vez que iba y ella insistió porque decía que me gustaría. Acertó, sólo que no me gustó el concierto, sino Ismael.


   Las cosas, al principio, iban rodadas. Una mirada antes de un abrazo, un abrazo antes de un beso y muchos besos antes de que nuestros cuerpos se unieran en una noche de pasión desenfrenada. Lo recuerdo como si fuera ayer y aún se me eriza la piel al recordar cada caricia por todos los rincones de mi cuerpo. En aquel momento éramos uno, y lo fuimos durante varios meses.


   No recuerdo exactamente qué pasó ni en qué momento sucedió, pero toda esa química, complicidad o como quiera que se llame lo que teníamos, se fue. Nos convertirnos poco a poco en casi desconocidos. Empezamos a dejar de tener intimidad física. Y con ella las ganas de vernos también fueron a menos. En nuestros mensajes ya no había corazones ni palabras cariñosas. Llegamos al punto en el que a mí se me olvidaba darle los buenos días y a él las buenas noches.


   No hubo lágrimas ni discusiones. De la misma manera que la chispa encendió el fuego, la rutina o los diferentes estilos de vida la apagó. Tal y como vino el amor, de forma imprevista y sin llamarle, se fue.


   Un día quedamos. Sabíamos que teníamos que despedirnos. El darnos dos besos nos hizo darnos cuenta que ya no había nada que salvar, que el amor había sucumbido, incapaz de luchar por dos personas que habían dejado de quererse. La conversación, frente al café, fue la de un par de amigos que hace tiempo que no se ven y que saben que no van a volver a verse. Pasada una hora nos despedimos.


   - Te quise.

   - Te quiero.

   - Te querré.

   Y así, con nuestro ritual, nos dimos un beso en los labios y nos fuimos cada uno por un lado. Ninguno de los dos se volvió... O tal vez ambos nos volvimos pero en diferente momento.

sábado, 21 de julio de 2018

PIRINEOS SUR, FESTIVAL DE COLORES


Entrada en la que hablo sobre las sensaciones al vivir durante unos días en tienda de campaña . 
  

    
   Hace muchos años que no iba de acampada. Algo así como unos 20. Fue con los scouts. El sitio era precioso, un pueblo llamado Plan. De aquella experiencia recuerdo muchas cosas. Las canciones, el monitor y su mujer, un baile con el chico guapo del campamento cuya sonrisa no he olvidado... Y cómo no, la despedida. Fueron dos semanas compartiendo experiencias con personas de diferentes edades. En esos días aprendí una lección que aún hoy recuerdo y es que en gran medida, depende de nosotros reír o llorar.


      Los años han pasado y hace unos días he vuelto a dormir dentro de un saco. Muchas sensaciones me invaden al recordar el cielo estrellado por la noche o el frío que me asaltaba en mitad de un sueño profundo. El paisaje, el calor, el frio, el aire puro... Difícil describir con simples palabras algo tan grande.


      En esta ocasión, Sallent de Gallego fue el escenario de mi aventura. ¿La excusa? Un festival de música, Pirineos Sur. ¿La compañía? mis pequeños, un buen anfitrión y una chica que no conocía. ¿Sensaciones? A cual más positiva.


      Me resulta difícil dejar de lado la parte emocional, quien me conoce o si ha leído el blog, estará de acuerdo con ello. Pero voy a hacer un esfuerzo para relatar la experiencia.


      Eso de levantarte por la mañana, con la vejiga a punto de estallar y ver los baños en la otra punta del camping... Cómodo no es. Las cosas como son. Aprovechas para cogerte el gel y el champú y darte una ducha con agua caliente si tienes suerte. Ese esfuerzo de abandonar la tienda con tus mejores galas, osea, en pijama, es sobrehumano. De camino vas mirando cada tienda deseando no encontrarte con nadie porque tienes miedo de asustarle.


      Cuando la vejiga está vacía y no hay rastro de legañas te sientes mejor. Si has tenido la suerte de disfrutar del agua caliente sales de las duchas con una sonrisa de oreja a oreja. Y entonces lo ves. Bueno, lo vi. Vi el paisaje en el que me encontraba. Allá donde mirara había montañas. Una gran mancha verde cubría todo lo que mi vista podía alcanzar. Diferentes tonalidades para un color que nunca dejará de sorprenderme. Sin ser consciente de ello, una sonrisa acude a mis labios sin ser llamada. Esto es vida. Con ese paisaje de color naturaleza es imposible que el más mínimo problema pueda hacerse hueco. La rutina y todos los retos diarios están lejos, muy lejos. Siento como cargo las pilas. Noto que soy parte de esa belleza. No se me ocurre recompensa mejor para el gran esfuerzo de salir de la tienda.


      Buscar un enchufe en un bar, localizar un baño minimamente limpio, comer algo que sea más económico que caro, encontrar un sitio donde echar la siesta... Son pequeños retos del día a día cuando tu casa es un trozo de tela con una cremallera. De alguna manera empiezas a valorar lo que realmente es importante. Para mí lo más importante son las personas. Sentir que tengo mi sitio, que ese lugar tan bonito me abraza igual que lo hacen mis hijos o compañeros de aventura.


      Llegados a este punto y por si no se ha notado, tengo que reconocer que estoy enamorada. Enamorada del paisaje, de las sensaciones de líbertad al escuchar el silencio o el canto de los pájaros, de un cielo lleno de estrellas acompañado de una luna en cuarto creciente, de un lago que me enseña desde otro punto de vista la montaña, de un bonito pueblo del pirineo. En definitiva, enamorada de esa sensación de conexión conmigo y con los míos y desconexión con el resto del mundo. En esta semana he aprendido que lo importante no es un enchufe o un baño limpio, sino la paz interior. Esa sensación de no necesitar nada más, de plenitud.


      Quiero repetir la experiencia. Sola o acompañada. En Sallent o en cualquier otro sitio donde pueda disfrutar de las montañas. En verano o en invierno. Hasta ahora sólo había salido de excursión por el monte, madrugando mucho el domingo y vuelta a la realidad por la noche con las pilas cargadas y el cuerpo agotado. Pero el camping es dar un paso más, es sentirme parte de la belleza que captan mis pupilas. Tengo pendiente observar el cielo plagado de estrellas. En esta ocasión estaba demasiado cansada para poder apreciarlo. Quiero tumbarme y dejarme llevar por la belleza de un cielo oscuro cubierto por puntitos de luz. Esa será la mejor manera de caer dormida hasta que el sol se alíe con los pajaritos y me despierten.


      Doy por finalizada esta entrada. Gracias por estar ahí y espero haber sido capaz de transmitirte un poco de belleza.