jueves, 13 de octubre de 2011

YO NO TUVE ESO

Yo no tuve eso, lo que tú tuviste. Yo nunca fui una adolescente normal que se compraba las muñequeras de moda, ni tenía su espacio personal en la casa del pueblo. Cuando escucho a la gente hablar de la infancia, de los compañeros del cole, cuando veo a mis niños, siento envidia. De la sana, pero envidia. Mi infancia fue un desastre. Malos tratos, huérfana de madre, tres colegios para no acabar la EGB... La adolescencia no fue mucho mejor, una paga ridícula, salir los sábados a partir de las cinco de la tarde y un noviete que huyó al ver mi situación. Luego llegó la residencia y con veinte añitos el mundo. Compartí piso, fui madre joven y aquí estoy con novio, sin pasta poder separarme y con dos pequeños a los que no cambio por nada. Bueno, hecho un resumen rápido de mi vida, voy al objetivo de esta entrada, que es comparar tu vida con la mía. A cada paso que das en tu habitación, cada puerta de armario que abres, cada cajón que cierra mal está lleno de recuerdos. Mi habitación, que hoy es la tuya, no tiene nada de eso. Tan sólo un motón de cajas guardan bonitos recuerdos de años de cartas, bonitos peluches y ropa que nunca me pondré. Es como si yo fuera un alma errante, una vagabunda de la vida que lleva sus trastos en una vieja maleta sin poder ubicarlos en ningún sitio. ¿Dónde pongo aquél viejo poster de un lobo aullando a la luna? ¿En qué cajón guardo el diario de tapas de flores? ¿Dónde meto los peluches que me acompañaron en la infancia? Tú dices que eres un chico raro, y yo te digo que no. Que eres de lo mas normal, o al menos la vida que has tenido lo es. El destino, la casualidad, o siendo realista una página web quiso que nos conociéramos. Visto así, tal vez no soy tan rara. Es como si hubiera cogido mis cosas y hubiera ido de casa en casa, hasta encontrar el lugar donde quiero estar, donde quiero vivir, donde quiero guardar los folletos de los lugares que visitemos. Todo lo anterior tiene un denominador común. TU.

martes, 4 de octubre de 2011

Y PARA CENAR... SALCHICHAS

A menudo cometo un fallo y es pretender que la gente sea como yo. Cuando siento afecto por una persona soy capaz de darlo todo. Convencer a alguien para que se quede con los peques un rato, aunque al final no sea un rato y se enfade conmigo con toda razón del mundo. Llevarme a los nenes a una terracita después de estar todo el día fuera. Irme en coche hasta un barrio que apenas conozco y de noche... Supongo que cualquier cosa que haría una amiga por otra... ¿o no? No quiero hablar de la amistad, sería demasiado evidente y no es mi estilo. Prefiero irme por las ramas, aunque en esta ocasión da igual porque sé que ninguna de las protagonistas va a leer mis letras. Desde siempre he pensado que es muy difícil encontrar a una persona que te quiera tanto como tú a ella. Lo que no me había planteado era que sucedía lo mismo con la amistad. "Si tú me dices ven, lo dejo todo" Podría cantarle ahora a varias personas, pero... ¿Cuántas harían lo mismo por mí? Si, vale, no hay que hacer las cosas por interés o porque alguien haga algo por tí. Pero en estos momentos, y si hago examen de conciencia he de reconocer que lo mismo que tengo de generosa lo tengo de egoísta. Vale, tal vez no te voy a pedir que vengas corriendo pero igual si que te pido que reconozcas lo que hago por tí, que me valores. Hace tan sólo unos días escribí unas líneas en una red social. Sólo quería desahogarme, y por que no decirlo, unas palabras de ánimo. Ahora lloro. Algo inútil por otro lado ya que "quien se merece tus lágrimas no te hará derramarlas". Lo leí en algún sitio y me gustó. ¿Cerrar la puerta? No. No tengo valor, y en el fondo sé que nunca se la podré cerrar a cierta persona. ¿Hablar con ella directamente? Tal vez me lo planteo... Mentirosa, tampoco tengo valor para ello. Así que me dedicaré a hacer lo que hago siempre, esperar a que pase el tiempo. Antes de ello, les daré la cena a mis príncipes y publicaré la entrada sin releerla, que para eso, sí tengo valor.