martes, 25 de diciembre de 2018

AMAR HASTA EL FINAL


   Ella creía en el amor para toda la vida. A pesar de las veces que le habían roto el corazón, seguía intentándolo una y otra vez. Sus amigas la tenían por loca. Las casadas le decían que esa ilusión del principio moría para dar paso a la rutina. Y las solteras le hablaban de sexo y vivir el momento.


    Cuando empezaba con un chico, se subía a la nube. Luchaba por esa persona que le hablaba de una relación seria. Confiaba con los ojos cerrados en cada cosa que le decía y se auto convencía de que iba a ser el amor de su vida. Las desilusiones no tardaban en llegar. Suele pasar que cuando eres tan confiada, la gente te hace daño. A pesar de ello, lo seguía intentando una y otra vez.


   Cuando alguien le preguntaba, ella defendía su postura. Decía que el amor de su vida era un chico más alto, sonriente, guapo, cariñoso y muy buena persona. Le daba igual si pesaba 70 o 140 kilos. No le importaba si para el resto de la gente era feo. Sabía que esa persona le iba hacer la mujer más feliz del mundo. Deseaba que llegara ese momento para demostrarle a sus amigas que todas estaban equivocadas.


   El día que le conoció a él supo que por fin había encontrado lo que llevaba años buscando. Se llevaban muy bien. Parecían hechos el uno para el otro. En pocos meses se convirtieron en la envidia de sus amigas solteras y casadas. Era feliz. Muy feliz. En ese momento entendía porque no había funcionado con nadie más. Nunca se había sentido así. Gritó a los cuatro vientos que era el hombre de su vida.


   Ella le mira con los ojos abiertos de par en par. Encima de ella, el amor de su vida la tiene inmovilizada. Alrededor del cuello, las manos fuertes de un trabajador del campo. Intenta entender porque la está matando. Nota la falta de aire. No lo entiende, ella le quiere y pensaba que era recíproco. Justo antes de perder el conocimiento por la falta de oxígeno, un último pensamiento. Tenía razón. El amor para toda la vida existía. Aunque no supiera que ese hombre alto, sonriente, guapo y cariñoso fuera un asesino y no una buena persona.

domingo, 2 de diciembre de 2018

GRACIAS


Entrada dedicada a esas personas especiales que tengo la suerte de conocer.
   

   No sé si será por cuestión hormonal, Doña Precisa hace veintitantos días que no me visita. Tal vez puede ser porque se acercan las navidades. O quizás sea porque toca y punto. Pero hoy tengo el día sensiblón. ¿Y por qué tiene que ser la culpa mía? Ea, pues no. Hoy no tengo la culpa. La tienen los demás. Concretamente las personas a las que va dirigida esta entrada.


   Son personas... Que no sabría por donde empezar a describir. En una palabra, y como dirían en mi tierra, son la ostia. Me apoyan en cualquier locura que se me ocurra, lo mismo escribir que apuntarme clases de inglés. No me juzgan. Al contrario. Me escuchan. Me dan buenos consejos y siempre tienen un abrazo preparado y un montón de klinex cuando las locuras no salen bien. A estas personas las quiero un montón de montones y hacen cada día de mi vida un mucho más feliz.


   Soy afortunada. Tengo muchísima suerte de contar en mi vida con gente así. Todo el mundo debería tener, al menos, un puñado de estas personas a su lado. Personas que te apoyen, que te den la espada para luchar cuando se te ha caído y que te digan "yo no lo haría pero si tú eres feliz ¡adelante!".


   Hoy quiero darles las gracias por estar siempre ahí. Porque aún cuando no están, están. Gracias por no dejarme por imposible, por sujetar mi toalla cuando la tiro, por ese cariño incondicional, por creer en mi y saberme llevar incluso cuando ni yo misma se. Gracias por ser y por estar. Gracias porque sin vosotros, yo no sería quien soy. ¡Os quiero de aquí a la Luna ida y vuelta tres veces!


   ¿Y tú? ¿Tienes a alguna persona así en tu vida? Seguro que sí. Te animo a contármelo en los comentarios. Gracias por tu tiempo.

martes, 13 de noviembre de 2018

UNA CARTA MAS...


Nueva entrada dedicada a una gran mujer. 


   Una lágrima nace en mis ojos tristes. Poco a poco, desciende por la mejilla hasta morir en la comisura de mis labios. Su sabor es amargo. Contiene muchos recuerdos, muchos de ellos tristes. Pero que a la vez hablan de la primera vez que sentí ese amor incondicional. Un amor capaz de sobrevivir a la vida y a la muerte.


   Detrás de esa primera lágrima, van muchas más. Todas igual de tristes, de amargas, de dolorosas. Cabeza y corazón se conocen la teoría. Ambos saben que las cosas se superan, que no hay mal que mil años dure. Están acostumbrados a luchar, superar y aceptar. Pero contigo no pueden. No quieren llegar a ese último punto del duelo llamado negociación. Porque no hay nada negociable.


   Casi todo el tiempo puedo aceptar que te hayas ido, pero nunca que te has ido para siempre. Porque sin verte, te veo. Mirando al cielo cuando mi vaso se llena o busco unas respuestas que sé que sólo tienes tú. Cerrando los ojos y dándote las gracias en silencio por ayudame a seguir incluso cuando siento que no puedo más.


   Cada vez que hablo de ti, cada vez que te escribo tengo esta misma sensación. No quiero dejar de hacerlo, mamá. Porque siento que cuando ponga el punto y final estarás más lejos de mí. Escribirte es una manera de sentirte aún más cerca que cuando miro las estrellas. Es una manera de expresar con palabras lo que te diría si tu cuerpo habitara en este mundo.


   Gracias. Muchas gracias por todo lo que me has dado. La vida nada menos. Una vida que intento vivir de la mejor manera. Aunque hay veces que siento que no avanzo. Que giro sobre mi misma sin encontrar la salida. Pero de alguna manera me enseñaste a luchar. Con tu último suspiro luchaste. Y ese recuerdo me ayuda a seguir adelante cada día.


   Dentro de dos días hará 26 años que te fuiste y como ya sabes, daría todo lo que tengo por poder darte un último abrazo y decirte dos cosas. Gracias y te quiero.

domingo, 21 de octubre de 2018

¡YA ESTÁ BIEN CON EL MIEDO!


  Entrada en la que hago una reflexión a modo de monólogo sobre el miedo que da conseguir lo que se quiere. 

  Muy bien. Ya lo has conseguido. ¿Y ahora qué? ¿Cómo? ¿Qué tienes miedo? De eso nada, guapa. Era lo que estabas buscando y lo has encontrado. Ahora no me vengas poniendo pegas. Que si fuma, que si le gusta el rock... ¿Qué más te da si tú también fumas y nunca le vas a acompañar a un concierto? Que no, que no vale quejarse. Recuerda lo que hablamos hace dos meses. Aaaamiga, que no te acuerdas. Ponte cómoda, yo te lo recuerdo.


   Me contabas llorando que querías tener pareja. Una persona especial que te mirara con "esa mirada". Un hombre maduro y fiel que sólo tuviera ojos para ti y al que la palabra "compromiso" no le hiciera huir. Me dijiste que te habías puesto a buscarlo, que leías con lupa cada perfil de las redes sociales en las que estabas. Suspirabas deseando ser la protagonista de las películas románticas que te empeñabas en ver por la noche.


   Conforme pasaba el tiempo me hablabas de tus conquistas. Un chico con el que hablabas, otro con el que tomaste café, un tercero que te prometió la luna hasta te dio lo tuyo y lo de tu prima. ¡Pues claro que te escuchaba! Yo siempre lo hago. Y eso que había veces que me contabas cosas que me hacían sonrojarme, por difícil que parezca.


   Las lágrimas volvían noche tras noche. El chico con el que hablabas te dejaba de hablar porque si, el del café casi consigue que aborrezcas el líquido negro y el de la luna te dejó claro que cuando te picara te lo rascaba las veces que hiciera falta. Me repetías una y otra vez que no lo ibas a encontrar. Que ninguno te veía como una mujer sino como un pasa ratos. Que el que parecía medio normal cuando te fijabas bien dejaba de serlo.


   Horas y horas reflexionando sobre el amor. Que la sociedad nos empuja a lo fácil. Que la gente ya no quiere algo que dure sino algo nuevo cada poco. Que todos los hombres eran iguales, que no ibas a encontrar a ninguno que no buscara sólo una cosa. Y así horas y horas de lamentaciones. Hasta ahora.


   De la noche a la mañana me vienes contando que has visto a Cupido, que te ha lanzado una flecha y que has conocido a un chico que te pone ojitos. Que estás súper feliz y que vuelves a soñar con corazones. Poco te ha durado, todo hay que decirlo. Porque llevas una nochecita que tela.


   Me hablas del miedo a que te hagan daño, del miedo a pasarlo mal, de no caerle bien a su tía a la que quiere como una madre. Me cuentas que tu madre le va a rechazar porque está divorciado y te va a tocar discutir con ella. ¡Si hasta te has quejado de su gato! Pobre animal, si te ignora cada vez que te ve porque la antipatía es mutua.


   A ver, es normal y hasta bueno diría yo, tener miedo. Pero no dejes que te domine. ¿Qué te crees? ¿Que él no tiene miedo? ¡Claro que lo tiene! Cuando le contestas mal porque estás enfadada o estás más distante porque estás en tu mundo él lo pasa mal. Sufre porque tiene miedo de que te canses de escuchar rock y le mandes con su gato por donde ha venido. Aunque no lo creas, él también tiene sentimientos. Aunque no los demuestre como tú ni llore con esas películas que tanto te gustan.
   

   Amiga, en serio, deja de darle vueltas y dedícate a disfrutar de lo que tienes. Porque es lo que llevas tiempo buscando y porque si al final Cupido se ha equivocado lo sabrás. Guárdate todo ese miedo en el bolsillo y dile que no te moleste. Porque, aunque ahora te cueste creerlo, hay veces que el amor es más fuerte que el temor.


  Y dicho esto, cierra de una vez los ojos y duérmete ya. Lo sé, es raro que tu almohada te hable pero es que ya me tenías hasta la cremallera.

jueves, 18 de octubre de 2018

ME GUSTARÍA...



  Entrada en la que enumero unas cuantas cosas que me gustarían. 



  Me gustaría que el tiempo se detuviera en esos momentos en los que siento que los pies despegan del suelo.


   Me gustaría que el tiempo avanzara con rapidez cuando las lágrimas saladas me dicen que me van a enseñar algo.


   Me gustaría adquirir todos esos 

conocimientos que se adquieren llorando. Pero sin lágrimas ni dolor.


   Me gustaría recibir todos los días ese mensaje de "ya te echo de menos" cuando nos acabamos de separar.


   Me gustaría que los sueños, por una vez, se hicieran realidad.


   Me gustaría ser capaz de reconocer a uno de esos sueños, saber que lo estoy viviendo y ser capaz de disfrutarlo como se merece.


   Me gustaría ser capaz de ser más feliz.


   Me gustaría tener el poder mágico de usar mi sensibilidad sólo para los buenos momentos. Y cuando toca llorar ser fría como el hielo.


   Me gustaría conocer el futuro para darle a cada momento la importancia que se merece.


   Me gustaría ser más fuerte.


   Me gustaría ser capaz de verme como me ven las personas que me quieren.


    Me gustaría ser esa persona que ven.


   Me gustaría no sentir continuamente que me equivoco, que si hago o digo tal o cual o cual cosa estoy metiendo la pata.


   Me gustaría ser capaz de darle a cada persona el valor que se merece.


   Me gustaría que por una vez las cosas salieran bien y ser capaz de ver el camino de la felicidad.


   Me gustaría ser capaz de controlar a mis hormonas.


   Me gustaría no sentir enfado, ese nudo que me aprieta el estómago y que me pide gritar.


   Me gustaría que no existieran las noches de insomnio.


   Me gustaría ser capaz de diferenciar a la intuición del miedo.


   Me gustaría ser capaz de seguir a mi intuición con los ojos cerrados.


   Me gustaría no estar escribiendo esto y recibir uno de esos abrazos que pegan los pedazos rotos.


   Me gustaría no desear lo que no tengo.


   Me gustaría ser consciente de todo lo que crezco cuando paso una mala temporada.

   Me gustaría ser capaz de valorar como se merece todo lo que tengo.


   Me gustaría no desear ser quien no soy.
  

sábado, 29 de septiembre de 2018

TRISTEZA - ALEGRÍA

Entrada en la que hablo de emociones. 

   
 
   Una mezcla de sensaciones me invaden a la vez que arranca el autobús. El San Mamés me dice adiós a la vez que un túnel me acerca a mi destino. Por delante, casi cuatro horas de viaje. Por detrás la ciudad que me vio nacer y en la que pasé los siete primeros meses de mi vida. Dentro de mi, muchas lágrimas de todos los tipos que luchan por salir a la vez.


   El pasado acude sin ser llamado. Los viajes nocturnos a esta gran ciudad quedan muy atrás. En ellos aparece mi padre. Ahora mi compañero de viaje es un bolso que ocupa la plaza libre. La sensación de tristeza por irme y de alegría por llegar sigue viva a pesar de los años. Bilbao y Zaragoza, Zaragoza y Bilbao. Dos ciudades a las que estoy unida de forma diferente. Por un lado, donde vivo, donde vive la gente que me acompaña cada día. Por el otro, la familia. Unas pocas personas con las que tengo trato a diario y a las que aprecio de una manera especial.


   ¿Se puede querer a una persona que no has visto en 20 años? Rotundamente si. Y cuando esa persona lleva tu sangre y además es tu apoyo y tu amiga, ese sentimiento es aún mayor. Y si no es una sino dos, todo eso tan grande se duplica.


   Me siento bien. Tengo el corazón lleno de palabras bonitas, de miradas, de abrazos que se quedarán conmigo hasta que sean sustituidos por unos nuevos. Ha sido breve pero intenso. Siento que he hecho lo que tenía que hacer, demostrarle a una persona que no está sola. Que cuando la vida te cierra una puerta en las narices, te abre una ventana para que puedas ver que el camino sigue. Que sólo el hombre de la guadaña decide cuando se acaba.


   Un suspiro se me escapa a la vez que entramos en la autopista. Una autopista que me lleva a la ciudad donde mi ventana me enseña el camino a seguir. Es maravilloso sentir que en ese camino no estoy sola, es maravilloso sentir que estoy orgullosa de mi porque con muy poco, he dibujado una sonrisa, es maravilloso sentir que no estoy sola. Porque los recuerdos me acompañan en mi viaje de vuelta a casa.


   En el autobús ya no ponen una película. Ahora en cada asiento hay muchas películas y juegos. Antiguamente no había enchufes entre los asientos. Ahora si. Tampoco había cinturones. Y yo no era consciente de que el cariño que me dejaba en Bilbao, algún día volvería a mi.
   Irónicamente, todas estas sensaciones y emociones empezaron el día que madre e hijo se reunieron. Me gusta pensar que fue él el que se encargó de fabricar los lazos que día a día se hacen más fuertes. Porque de todo lo malo algo bueno sale. Y de algo muy malo, sale algo muy bueno. Así que desde mi pequeño espacio personal, te doy las gracias tío por hacer posible algo imposible.

martes, 18 de septiembre de 2018

SEPTIEMBRE


Nueva entrada en la que hablo de un mes en el que digo adiós y hola. 

   El pantalón vaquero se ajusta a mis piernas como un guante. Noto su calor y su tacto. No me gusta esa sensación. Siento ganas de cortar las perneras y sentir el aire por delante y detrás de las rodillas.


   Un escalofrío me recorre la espalda. Ya no hace el calor que hacía por más que me empeñe. Las temperaturas poco a poco, grado a grado, comienzan a bajar. Me niego a admitirlo. Me cuesta asumir que los pantalones cortos esperarán su turno en el armario a la espera de si he engordado o adelgazado.


   Mientras camino miro mis pies. Ellos aún pueden sentir la brisa mañanera aunque las sandalias piden a gritos su merecido descanso. Muevo los dedos. En silencio me piden el abrigo de un calcetín fino. Me resisto a ello. No quiero volver a perder calcetines en la lavadora.


   Conforme avanzo, avanza el mes. Me susurra al oído palabras como rutina, problemas aparcados a los que debo dar solución, nuevos retos. De alguna manera, cada septiembre empieza un año nuevo. Y como cada año, los buenos propósitos se me acumulan. A muchos de ellos no les daré salida, pero otros verán la luz. Uno de ellos es mantener el blog con vida. Darle en forma de entradas o relatos, alimento para que nunca muera este proyecto que empecé hace algunos años y con el que pienso seguir hasta que se me olvide escribir.
   Gracias por estar ahí, por leerme y si te animas a comentar, puedes hacerlo libremente.

domingo, 9 de septiembre de 2018

TIC-TAC


Entrada en la que describo el paso de las horas... 


   Tic-tac.

   María camina hacia la plaza donde ha quedado con Roberto. Sabe que no es sólo una cita. Es "la cita".

   Tic-tac.

   A la hora en punto llega al punto de encuentro.

   Tic-tac. 

   Está nerviosa pero tiene muchas ganas de sentir sus labios acariciando su piel.

   Tic-tac.

   El beso de saludo viene acompañado de una palmada en el culo. Los nervios aumentan.

   Tic-tac.

   El reloj marca despacio cada minuto. Ella le observa y mentalmente desea que se detenga.

   Tic-tac.

   Una copa después de cenar en el bar. La mezcla de la música y el alcohol hace que las manos de ambos cobren vida propia.

   Tic-tac.

   Una cama. Besos. Caricias. Gemidos de placer.

   Tic-tac.

   Ya casi amanece. Dos cuerpos sudorosos descansan sobre las sábanas húmedas.

   Tic-tac.

   Ya no hay nervios, tan sólo el deseo de que no amanezca nunca.

   Tic-tac.

   Una alarma suena. Un café rápido en la cocina. Un beso en los labios.

   Tic-tac.

   "Hasta luego" dice ella. La contestación de él es el silencio.

   Tic-tac.

   María envía un mensaje. "He llegado bien a casa. Pasa un buen día".

   Tic-tac.

   Las horas pasan. Mensaje recibido y leído.

   Tic-tac.

   El tiempo que no se detuvo la noche anterior, se ralentiza ese día.

   Tic-tac.

   El sol se esconde por el horizonte. El móvil no suena.

   Tic-tac.

   "Otra vez" "Si lo sé no me acuesto con él" "¿Por qué a mí?" "Pensaba que le gustaba de verdad"

   Tic-tac.

   Los días pasan. El mensaje sigue sin respuesta. María lo asume.

domingo, 19 de agosto de 2018

COSAS FÁCILES Y DIFÍCILES


 Entrada en la que reflexiono sobre las cosas fáciles y las difíciles en el amor  

  En las relaciones de cualquier tipo. Pareja, amigos, familia... Siempre hay cosas fáciles y difíciles. Hoy quiero hablar de todas ellas en ámbito de la pareja. Me encanta el tema del amor. Si has leído alguna entrada ya te habrás dado cuenta.


   Es fácil dar la mano por la calle cuando estás en un sitio donde nadie te conoce. Lo difícil es hacerlo cuando te pueden ver las vecinas cotillas de tu madre.


   Es fácil dar un abrazo cuando sientes al rededor de tu cuello los brazos de la otra persona. Lo difícil es hacerlo cuando eres tú el que debe acercarse.


   Es fácil dar un beso apasionado cuando las sábanas rozan tu cuerpo. Lo difícil es hacerlo cuando esa persona te acaba de decir algo que no te ha gustado.


   Es fácil regalarle para el aniversario una figura cuando sabes que las colecciona. Lo difícil es comprarle un día cualquiera ese libro que ojeó con detenimiento.


   Es fácil decirle que estarás a su lado siempre cuando la vida os sonríe. Lo difícil es hacerlo cuando la vida muestra su cara más dura.


   Es fácil sentir y dejarse llevar cuando los problemas se mantienen al margen. Lo difícil es hacerlo cuando no son una excepción.


   Es fácil decir "te quiero" cuando te sientes feliz y piensas que la relación va a ser para toda la vida. Lo difícil es decirlo cuando para que sea para siempre, tienes que luchar.


   Es fácil quedar con esa persona cuando tu agenda está vacía. Lo difícil es hacerlo cuando no hay un hueco libre.


   Es fácil secar las lágrimas cuando tú no eres la causa. Lo difícil es hacerlo cuando sí lo eres.


   Es fácil hablar sobre amor. Lo difícil es hacerlo.


   Ahora no se me ocurren más cosas, pero seguro que tu al leerlo si. Te animo a comentar la entrada y contármelas. Gracias por tu tiempo.

jueves, 16 de agosto de 2018

DÍA GRIS


Nueva entrada en la que hablo de un día gris.

   Hoy el día ha amanecido nublado. Estamos en agosto y parece septiembre. Sin llegar a hacer frío, la sensación es esa. Aunque no sé si es mi piel la que siente más frío que mi corazón o al revés. Las ausencias empiezan a pesar. Los días pasan despacio y la vida me susurra al oído "asúmelo, es lo que hay". Me resisto a ello. A pesar de que veo las cosas con total claridad el sentimiento de echar de menos y de querer que las cosas sean diferentes, está ahí. Sé que es una lucha sin cuartel y que la batalla la tengo perdida de antemano. Pero la guerrera que llevo dentro se resiste a dejar de luchar y simplemente aceptar lo que no puedo cambiar.


   Tengo muchos recursos para evitar que la tristeza se apodere de mi. Y voy tirando de ellos. Hoy, por ejemplo, quedaré con una muy buena amiga. Es un privilegio poder contar con gente así. Que te pregunta "¿Cómo estás?" con la misma naturalidad que entras en cualquier sitio y dices "hola". Personas luchadoras, que han vivido cosas duras y que han sido capaces de sobreponerse al dolor y seguir adelante. Y no contentas con ello, te dan la mano cuando la necesitas.


   No tengo motivos para estar triste. Y en realidad no lo estoy. Pero supongo que hay días en los que dejo que la melancolía me hable. Hoy, por ejemplo, me habla de un pasado que fue mejor. Me susurra al oído que cada día que pasa de agosto es un día menos para que llegue septiembre. Que con la llegada de ese mes habrá muchos más días nublados que vendrán cargados con problemas que he decido aparcar hasta ese mes. Pero no pasa nada, porque sé que puedo con esto y más. Porque sé que al lado de cada problema, está la solución. Sólo hay que darle la vuelta a la página y saber buscarla.


   Otro de mis recursos en días así es la frase "no es como empieza, es como acaba". Y sé que el día va a acabar bien. Con una luna en cuarto creciente que me quiere contar muchas cosas aunque me resista a oírla. Acabaré el día cerrando los ojos y feliz porque he sabido mirar a los ojos a un cielo nublado para decirle lo bonito que es. Porque las nubes son tan necesarias como el sol que se empeñan en tapar.


   ¿Y tú? ¿Cómo has empezado el día hoy? ¿También tienes la sensación de que agosto se quiere difrazar de septiembre? Gracias por tu tiempo.

miércoles, 1 de agosto de 2018

TRISTEZA


Entrada en la que hablo de la tristeza que siento hoy. 

   Hay días que amanecen torcidos y da igual lo que hagas por enderezarlos, sabes que todo esfuerzo es inútil. Y justo cuando intentas hacer algo para solucionarlo la madeja se lía más y más hasta convertirse en una gran pelota de hilos de colorines. 

    Como habrás podido intuir, no llevo buen día. Y utilizo mi blog a modo de terapia, para intentar sacar lo que llevo dentro. Y no hablo sólo de todas esas palabras que me gustaría gritar y no puedo porque me tomarían por loca. Sino también de esas lágrimas, gotas de agua mas amarga que salada. Que golpean contra el móvil en un intento de estropear su pantalla nueva.

   La teoría me la sé de memoria. Sólo estoy triste si quiero estar triste, debo forzar la sonrisa aunque sea falsa, ver vídeos de humor, llorar mucho el tiempo que necesite y luego salir del pozo... Pero no, no y no. Hoy no y mañana no lo sé.

   Tengo una desagradable sensación y es que no tengo derecho a estar triste. No sé... Es algo así como que la sociedad en general no acepta la tristeza. Hoy he dicho que estaba triste y he recibido palabras, muy bonitas eso si, pero sólo palabras que no han ido acompañadas de ningún hecho. Duele mucho, pero es lo que hay. No sé, tal vez si hoy no me hubiera levantado necesitando un abrazo no habría actuado como lo he hecho... O tal vez si. Bueno, ya está. Debo ser valiente y asumir con la cabeza bien alta cada una de las palabras que he dicho. Pero... ¿Y qué hago con el dolor que me provocan las que me han dicho a mi? Bueno, de eso ya me ocuparé más tarde.

   Todo ha empezado con una despedida. Mis pequeños se han ido esta mañana para volver dentro de un mes y medio. ¡Joder! Cómo duele. Ojalá pudiera transmitir con palabras esa infinita tristeza, que se me agarra al corazón y lo apretuja fuerte sin intención ninguna de soltarlo. Para esto también tengo la teoría, también me la sé. Pero no encuentro consuelo. Duele y punto. Y dolerá todos los días, más o menos durante los 45 días que dure la ausencia.

   Otra cosa que ha hecho mi día duro ha sido una conversación. Un mal entendido. Tú has dicho una cosa, yo he entendido otra y en un determinado momento he saltado porque me he visto excluida. ¿Y si no hubiera llevado mal día habría saltado? No lo sé. ¿Y si hubiera estado mejor habría saltado? No lo sé. ¿Y si...? Y así podría estar lineas y lineas, con preguntas que no me van a llevar a ningún sitio. Lo que tengo claro es que sea cual sea el desenlace, será para mejor. De eso no tengo ninguna duda. También tengo claro que me ha dolido una respuesta, pero eso tampoco es malo. Porque es una muestra de que la persona que la ha dicho, es importante para mi. Pero bueno, no puedo hacer más. Me quedo con lo que ya he dicho. Tanto si se aclara el mal entendido como sino, (ojalá se aclare) será para bien. Porque aunque las lágrimas duelen, también sanan.

   En otro orden de cosas, mi barrio y su aparcamiento. No contentos con cerrar la calle de al lado un mes y con cerrar me refiero a que no se puede aparcar. Desde la semana que viene. También la mía. Que si, que en otro momento me habría enfadado y punto. Pero hoy, al ver las señales, me ha dado la llorera. En el trabajo me planteaba ir y volver este mes andando. Al final no me lo voy a plantear y lo voy a tener que hacer si o si.

   Hay otras situaciones que me han afectado este miércoles 1 que se ríe del martes 13 y viernes 13 juntos. Como la vuelta al curro o la disolución de un grupo. Pero, sinceramente, no me quedan fuerzas para estar triste o quejarme porque tengo que madrugar.

   Tengo que asumir que hoy es un día de mier... malo. Y que se acabará... Cuando suene el despertador. Porque sé que esta noche no dormiré, que a pesar de que las lágrimas llegará el momento en el que se agoten, la tristeza no se irá por donde ha venido. Tal vez mañana... o pasado... o quizás al otro. O puede que aprenda a vivir con ella y decida no hacerle caso y le haga ver que aunque estemos juntas tareas como hacer la comida o ir a comprar hay que hacerlas. Espero que en ese momento decida abandonarme. ¿Alguien tiene un palo de fregona tamaño tristeza? Ahora en serio, gracias por leerme.

miércoles, 25 de julio de 2018

HOY LA PROTAGONISTA ERES TU


Entrada en la que hablo de una gran persona. 

   Hoy, desde mi espacio personal, quiero darle las gracias a una persona. Su nombre es de la persona que me vio nacer. Una gran mujer que me dio la vida y a la que siempre estaré eternamente agradecida, aunque no se lo pueda decir mirándola a los ojos.


   Tú ya sabes quién eres y quien me conozca un poco, también. Con eso es suficiente. Quiero hablar de lo que tenemos entre manos. Una amistad de esas de verdad. Me conoces mejor que yo misma. Y sabes en cada momento lo que tienes que decir. Ves mis ojos llorar y sabes si tienes que pegarme un grito porque lloro por una tontería, darme un abrazo, soltarme uno de esos comentarios irónicos que tienen la habilidad de odiarte y quererte un poco más, o simplemente aceptar que no sabes qué decir mientras me ofreces un poco de helado.


   Te quiero. Y no tiene nada que ver con el romanticismo. Sino con un cariño que te has ganado a pulso. Conoces mis fantasmas y los llamas por su nombre, sabes qué piedras cargo en la mochila y las sujetas con tus manos cuando no puedo con ellas. Es maravilloso poder contar con una persona así. Todo el mundo debería tener una amiga como tu. Porque conocerte, es quererte.


   Gracias. Emocionada te digo esa palabra. Gracias por sacarme una sonrisa, por esperarme en lo alto del pozo, por confiar en mi y dejar que te ayude con tus fantasmas. Gracias por esos gritos de los que hablaba antes porque con ellos consigues que reaccione, aunque no siempre tengamos el mismo punto de vista.

   Además de todo eso, me valoras. Sabes cómo ver en mi virtudes que ni yo misma sé que tengo. Cada una de mis batallas internas es valorada por ti y eso es algo que me anima a seguir luchando, a seguir caminando, a ser mejor persona. 

   Te deseo lo mejor. Quien sabe, tal vez ahora comience una nueva etapa para ti... o tal vez no. Sea como fuere te deseo lo mejor. Porque muy pocas personas conozco que se merezcan la felicidad tanto como tu. Una gran mujer luchadora y fuerte.


   Si, ya lo sé. Estás pensando que yo también soy así. Pero no, hoy no es mi momento, es el tuyo. Y quiero decirle a todo el mundo que si alguna vez se encuentra con una persona como tú, no la deje escapar. Porque el tesoro más valioso es una amistad verdadera. Y lo sé porque la he encontrado. Gracias.

NO HIZO FALTA DECIR ADIÓS


Relato donde hablo del principio... y del fin.



   Recuerdo el día que nos conocimos. Al instante hubo química, atracción... La verdad es que no sabría cómo definirlo pero lo cierto es que nos gustamos desde que mi amiga nos presentó en aquel concierto de rap. Yo era la primera vez que iba y ella insistió porque decía que me gustaría. Acertó, sólo que no me gustó el concierto, sino Ismael.


   Las cosas, al principio, iban rodadas. Una mirada antes de un abrazo, un abrazo antes de un beso y muchos besos antes de que nuestros cuerpos se unieran en una noche de pasión desenfrenada. Lo recuerdo como si fuera ayer y aún se me eriza la piel al recordar cada caricia por todos los rincones de mi cuerpo. En aquel momento éramos uno, y lo fuimos durante varios meses.


   No recuerdo exactamente qué pasó ni en qué momento sucedió, pero toda esa química, complicidad o como quiera que se llame lo que teníamos, se fue. Nos convertirnos poco a poco en casi desconocidos. Empezamos a dejar de tener intimidad física. Y con ella las ganas de vernos también fueron a menos. En nuestros mensajes ya no había corazones ni palabras cariñosas. Llegamos al punto en el que a mí se me olvidaba darle los buenos días y a él las buenas noches.


   No hubo lágrimas ni discusiones. De la misma manera que la chispa encendió el fuego, la rutina o los diferentes estilos de vida la apagó. Tal y como vino el amor, de forma imprevista y sin llamarle, se fue.


   Un día quedamos. Sabíamos que teníamos que despedirnos. El darnos dos besos nos hizo darnos cuenta que ya no había nada que salvar, que el amor había sucumbido, incapaz de luchar por dos personas que habían dejado de quererse. La conversación, frente al café, fue la de un par de amigos que hace tiempo que no se ven y que saben que no van a volver a verse. Pasada una hora nos despedimos.


   - Te quise.

   - Te quiero.

   - Te querré.

   Y así, con nuestro ritual, nos dimos un beso en los labios y nos fuimos cada uno por un lado. Ninguno de los dos se volvió... O tal vez ambos nos volvimos pero en diferente momento.

sábado, 21 de julio de 2018

PIRINEOS SUR, FESTIVAL DE COLORES


Entrada en la que hablo sobre las sensaciones al vivir durante unos días en tienda de campaña . 
  

    
   Hace muchos años que no iba de acampada. Algo así como unos 20. Fue con los scouts. El sitio era precioso, un pueblo llamado Plan. De aquella experiencia recuerdo muchas cosas. Las canciones, el monitor y su mujer, un baile con el chico guapo del campamento cuya sonrisa no he olvidado... Y cómo no, la despedida. Fueron dos semanas compartiendo experiencias con personas de diferentes edades. En esos días aprendí una lección que aún hoy recuerdo y es que en gran medida, depende de nosotros reír o llorar.


      Los años han pasado y hace unos días he vuelto a dormir dentro de un saco. Muchas sensaciones me invaden al recordar el cielo estrellado por la noche o el frío que me asaltaba en mitad de un sueño profundo. El paisaje, el calor, el frio, el aire puro... Difícil describir con simples palabras algo tan grande.


      En esta ocasión, Sallent de Gallego fue el escenario de mi aventura. ¿La excusa? Un festival de música, Pirineos Sur. ¿La compañía? mis pequeños, un buen anfitrión y una chica que no conocía. ¿Sensaciones? A cual más positiva.


      Me resulta difícil dejar de lado la parte emocional, quien me conoce o si ha leído el blog, estará de acuerdo con ello. Pero voy a hacer un esfuerzo para relatar la experiencia.


      Eso de levantarte por la mañana, con la vejiga a punto de estallar y ver los baños en la otra punta del camping... Cómodo no es. Las cosas como son. Aprovechas para cogerte el gel y el champú y darte una ducha con agua caliente si tienes suerte. Ese esfuerzo de abandonar la tienda con tus mejores galas, osea, en pijama, es sobrehumano. De camino vas mirando cada tienda deseando no encontrarte con nadie porque tienes miedo de asustarle.


      Cuando la vejiga está vacía y no hay rastro de legañas te sientes mejor. Si has tenido la suerte de disfrutar del agua caliente sales de las duchas con una sonrisa de oreja a oreja. Y entonces lo ves. Bueno, lo vi. Vi el paisaje en el que me encontraba. Allá donde mirara había montañas. Una gran mancha verde cubría todo lo que mi vista podía alcanzar. Diferentes tonalidades para un color que nunca dejará de sorprenderme. Sin ser consciente de ello, una sonrisa acude a mis labios sin ser llamada. Esto es vida. Con ese paisaje de color naturaleza es imposible que el más mínimo problema pueda hacerse hueco. La rutina y todos los retos diarios están lejos, muy lejos. Siento como cargo las pilas. Noto que soy parte de esa belleza. No se me ocurre recompensa mejor para el gran esfuerzo de salir de la tienda.


      Buscar un enchufe en un bar, localizar un baño minimamente limpio, comer algo que sea más económico que caro, encontrar un sitio donde echar la siesta... Son pequeños retos del día a día cuando tu casa es un trozo de tela con una cremallera. De alguna manera empiezas a valorar lo que realmente es importante. Para mí lo más importante son las personas. Sentir que tengo mi sitio, que ese lugar tan bonito me abraza igual que lo hacen mis hijos o compañeros de aventura.


      Llegados a este punto y por si no se ha notado, tengo que reconocer que estoy enamorada. Enamorada del paisaje, de las sensaciones de líbertad al escuchar el silencio o el canto de los pájaros, de un cielo lleno de estrellas acompañado de una luna en cuarto creciente, de un lago que me enseña desde otro punto de vista la montaña, de un bonito pueblo del pirineo. En definitiva, enamorada de esa sensación de conexión conmigo y con los míos y desconexión con el resto del mundo. En esta semana he aprendido que lo importante no es un enchufe o un baño limpio, sino la paz interior. Esa sensación de no necesitar nada más, de plenitud.


      Quiero repetir la experiencia. Sola o acompañada. En Sallent o en cualquier otro sitio donde pueda disfrutar de las montañas. En verano o en invierno. Hasta ahora sólo había salido de excursión por el monte, madrugando mucho el domingo y vuelta a la realidad por la noche con las pilas cargadas y el cuerpo agotado. Pero el camping es dar un paso más, es sentirme parte de la belleza que captan mis pupilas. Tengo pendiente observar el cielo plagado de estrellas. En esta ocasión estaba demasiado cansada para poder apreciarlo. Quiero tumbarme y dejarme llevar por la belleza de un cielo oscuro cubierto por puntitos de luz. Esa será la mejor manera de caer dormida hasta que el sol se alíe con los pajaritos y me despierten.


      Doy por finalizada esta entrada. Gracias por estar ahí y espero haber sido capaz de transmitirte un poco de belleza.
  

sábado, 17 de marzo de 2018

¿Y SI...?

Entrada donde reflexiono sobre algo que hacemos continuamente, tomar decisiones.


   Hoy quiero reflexionar sobre dos palabras. Son muy cortas pero se esconde en ellas un sentimiento, el miedo. "¿Y si...?" Así, breve pero con fuerza. Seguro que al leerlas has añadido alguna palabra en esos tres puntos. "Sale mal, me estoy equivocando, me dice que no..."


   Como si fueran un par de delincuentes, esas dos nos asaltan cada vez que tomamos una decisión. Y lo peor de todo es que normalmente vienen acompañadas por pensamientos negativos. La culpa la tiene el jefe de la banda, el miedo. Es un señor que dice que nos protege porque consigue que vayamos con cuidado. Pero en realidad lo que hace es dificultarlo todo. Porque tu imaginación te muestra lo peor que puede pasar.


   Las decisiones. Ellas son las que nos llevan a ese callejón donde luego seremos asaltados. Hay algunas que son fáciles de tomar "dulce o salado" "con cielo cubierto de nubes coger paraguas o no". Pero hay otras que no son tan sencillas "trabajo A o trabajo B" "sigo luchando por esa persona o lo dejo definitivamente".


   En realidad, desde el punto de vista más objetivo, no es difícil tomar una decisión. Haces lo que quieres hacer y punto. Lo complicado es lidiar con el miedo que nos lleva a un mundo de interrogantes. Unos interrogantes que sólo el tiempo se encargará de eliminar... Cuando sea demasiado tarde y hayamos tomado la decisión.


   La única manera que se me ocurre para hacer las decisiones más fáciles es cambiar al miedo por la esperanza. Añadir palabras positivas en esos tres puntos. "Sale bien, estoy acertando, me dice que sí..." Tal vez así no veamos el tomar decisiones como un quebradero de cabeza, sino como una aventura que nos lleva a un lugar desconocido donde vamos a estar mejor.


   ¿Y si sigues leyendo mi blog? ¿Y si me dices si te ha gustado la entrada? Gracias por estar ahí.

domingo, 4 de marzo de 2018

DEDICADO A UNA ESTRELLA QUE ESTA NOCHE BRILLARÁ CON FUERZA.

Entrada en la que hago un pequeño homenaje a una persona que no podrá leer estas letras.

   Y la vida es así. Da igual con que noticia te despiertes. Si es buena o mala. Si fuera llueve o hace sol. Si has dormido del tirón o no has pegado ojo. En cualquiera de los casos debes levantarte y lavarte la cara, los dientes y diluir en el agua esa mala noticia que te han dado. Porque cuando te despiertas con una noticia triste debes hacer algo para sobreponerte al dolor.

   Hoy es un día triste para mí. Desde esta mañana mi abuela tiene a uno de sus hijos con ella. Me gusta pensar que cuando abandonamos este mundo alguien nos espera al final del túnel. Quizás esa idea me facilita la difícil labor de asumir que nadie ha venido para quedarse. Hace años que no veía a mi tío, la distancia física y la vida nos llevó por caminos que no se cruzaron. Pero el sentimiento de pérdida está ahí. La tristeza de saber con certeza que ya nunca nuestros caminos se van a cruzar. No sé, la verdad es que las palabras hoy no tienen vida propia. Me cuesta escribir. Al rato de conocer la noticia, gracias a una persona que me buscó, me encontró y siempre está ahí. Como decía, al conocer la noticia un pensamiento me ha venido a la mente. Y es que no sólo ve la persona que se va toda su vida, sino que las personas que nos quedamos también recordamos a modo de película las situaciones vividas con ese familiar que hoy ya no está con nosotros.

   Allá donde estés, Ramón, aquí tienes mi pequeño homenaje. Y aunque sé que es demasiado tarde, gracias por esas palabras de la última vez que hablamos por teléfono. Espero que cuando llegue mi hora tú seas una de esas personas que esté al final del túnel. Te quiere, tu sobrina.

miércoles, 28 de febrero de 2018

UNA Y OTRA VEZ NOS CAEMOS Y NOS LEVANTAMOS



Y llega un día en el que una se cansa.

Y se cansa de fingir sonrisas y disimular lágrimas.

Y se cansa de echarle la culpa a las hormonas o a que hoy ha salido un día con niebla y mañana uno lluvioso.

Y mira a su alrededor buscando a alguien a quien echarle la culpa de sus problemas, de su tristeza, de su apatía.

Y lo encuentra, porque estamos rodeados de gente y no todos son como nos gustaría. Me atrevería a decir que nadie es como nosotros queremos que sea.

Y con eso nos basta para echarle la culpa de cada una de las cosas que no nos hacen felices.

Y esa persona se enfada con razón.

Y volvemos a nuestro interior, a ese agujero donde no nos gusta estar porque es húmedo a causa de las lágrimas.

Y nos resistimos a permanecer mucho tiempo ahí, pero no tenemos fuerza para salir.

Porque la tristeza se ha adueñado de nosotros.

Porque el sólo hecho de levantarse de la cama nos supone un gran esfuerzo.

Y miramos a nuestro alrededor, en esta ocasión no en busca de culpables, sino de ayuda.

Y vemos a cada uno con sus batallas.

Y nos sentimos sólos.

Y lloramos.

Y vemos como el pozo se hace cada vez más y más hondo, más y más frío.

Pero no podemos hacer nada, porque las fuerzas y las ganas de luchar nos las dejamos varios metros más arriba.

Y seguimos cayendo a tiempo que nuestros ojos luchan por encontrar algo de luz entre tanta oscuridad.

Y nos damos cuenta que estamos luchando, que tenemos los ojos abiertos.

Y notamos bajo nuestros pies desnudos el tacto húmedo del fondo del pozo.

Y nos ponemos en pie.

Y poco a poco, muy poco empezamos a hacer cosas que nos hacen sentir bien.

Y casi sin darnos cuenta nos encontramos rodeados de sentimientos olvidados como la alegría y la esperanza.

Y volvemos a relacionarnos con la gente, pero no para buscar culpables de nuestra desgracia, sino para agadecerles todo ese apoyo que siempre estuvo ahí y nunca vimos.

Y damos un paso al frente y nos ofrecemos a llevarles armas a esas batallas en las que están sumergidos.

Y nos damos cuenta que ayudando nos ayudamos.

Y eso se convierte en un círculo vicioso del que no queremos salir.

Hasta que llega un día en el que, sin saber por qué, una se cansa.

sábado, 24 de febrero de 2018

PALABRAS ESCRITAS




Entrada en la que hago una reflexión sobre la forma que tenemos de comunicarnos hoy en día.


   Hay muchas palabras que no decimos. Que las callamos por muchos motivos diferentes. Miedo, vergüenza, orgullo... Miles y miles de sílabas no pronunciadas. Cantidad de letras escritas y luego borradas.

    ¿Dónde va toda esa información que no transmitimos? ¿Dónde se esconden los "te quieros" y "necesito verte" o los "no quiero volver a saber nada de ti" que nunca salieron de nuestra garganta o dedo?. Yo pienso que lo almacenamos. Lo guardamos hasta que somos capaces de encontrar una goma capaz de borrar toda esa información. Hay otras veces que las palabras salen de nosotros en forma de gotas de agua salada. Unas gotitas que saben amargas o dulces dependiendo de la emoción que contengan.

   Tenemos la comunicación a nuestro alcance. Hace sólo unos años era impensable enviar mensajes infinitos con una tarifa de poco más de diez euros al mes en la compañía más cara. Pero tengo la sensación que ahora es cuando peor nos comunicamos. Antes, en 160 caracteres tenías que resumir una noche de fiesta y como no era posible, quedabas con la persona. Y no sólo te comunicabas a través de las palabras, sino con miradas y abrazos. Hoy no es así. Gracias a la tecnología tenemos mil dibujitos que sustituyen (o lo intentan) un beso o un abrazo.

   Te quiero. Qué fácil es escribirlo. Venga, prueba tú. ¿A qué es sencillo? Ahora díselo a la persona en la que has pensado al leer esas dos palabras. Pero díselo ahora. Deja lo que estás haciendo y ve a donde esté. No. Es mucho más sencillo hacerlo por las aplicaciones. El problema es que pensamos que es suficiente con escribirlo, que al mandar el dibujo de un corazón la otra persona siente que la queremos. Y no nos damos cuenta que un abrazo nunca podrá ser sustituido por ningún dibujito.

   No estoy en contra de la tecnología, al contrario. Me facilita mucho la vida. Pero reconozco que me he acomodado. Que es mucho más sencillo escribir y borrar que salir de casa con el abrigo. Porque cuando tienes a la persona delante no puedes borrar y lo que tu boca no dice lo hace tu mirada. Y así es mucho más fácil comunicarse. Porque muchas veces no necesitamos que alguien nos diga "anímate que todo va a ir bien", ni que nos ponga el emoticono del abracito. Muchas veces lo que nos consuela es un abrazo real, porque nos trasmite toda esa fuerza que no tiene la palabra escrita. Y con el amor pasa igual. Leer "te quiero" está a años luz de un beso o "esa" mirada.


   Pero como he dicho antes, me he acomodado y yo tampoco salgo de casa con el abrigo. Y prefiero dedicar mi tiempo a esa persona escribiéndole la palabra "ánimo" antes que no hacer nada. Y me conformo con un mensaje porque sé que no siempre se puede un abrazo. Y me dejo llevar por la corriente mientras busco esa goma imaginaria que me ayude a borrar las palabras que hoy mismo no he dicho.


 

domingo, 11 de febrero de 2018

LAS PERSONAS FUERTES SON DE CARNE Y HUESO

Entrada en la que hablo sobre cómo son las personas fuertes.

   No, no somos de hierro. Las personas fuertes y luchadoras estamos hechas de otra pasta. Pero nuestra piel es igual que la del resto de los humanos. Lloramos igual que las personas débiles. Aunque digan que llorar es un síntoma de debilidad. Respeto todas las opiniones pero no puedo estar más en desacuerdo con esa.

   Hoy quiero romper una lanza en favor de las personas que nos echamos a la espalda todo. Este fin de semana he quedado con dos mujeres que son fuertes y luchadoras. Y quiero decir que si son así es gracias a las lágrimas derramadas en la soledad de una habitación. La vida les ha hecho fuertes, les ha dado piedras que ni el más fuerte de mis paisanos podría levantar. Y como ellas, hay muchas personas más.

   Tengo la sensación que no siempre nos damos permiso para llorar. Muchas veces es por falta de tiempo, porque consideramos que no lo necesitamos o porque creemos que no es para tanto. De lo que nos olvidamos es de que las lágrimas limpian, humeden todo a nuestro paso dejando un húmedo rastro de dolor contenido.

   Desde aquí, mi pequeño espacio personal, quiero pedir un favor. Vamos a intentar hacerle la vida más fácil a esas personas que creemos que pueden con todo. Vamos a intentar que sus días sean más sencillos. No es difícil, simplemente no hay que echar más peso a esa piedra que llevan sobre los hombros.

   La soledad, muchas veces, es el sentimiento que más fuerte late en el corazón de las personas que somos así. Esa sensación de yo contra el mundo, de "¿y ahora qué mas puede pasar?". Esas ganas de mandarlo todo al garete porque sabemos que después de saltar esa piedra que tenemos delante hay otras muchas más. Y muchas veces no somos nosotras las que nos buscamos los problemas, sino que nos los regalan las personas egoístas que sólo miran por su propio interés.

   Arriba mis chicas, porque hoy esta entrada va por vosotras. Porque sois dos personas con una gran fuerza y un corazón aún mayor. Sé que podéis con los retos que día a día se os ponen delante. Tenéis todo mi apoyo y si algún día necesitáis cualquier cosa aquí estaré para intentar que vuestra piedra pese un poquito menos.