jueves, 19 de diciembre de 2013

Y DE NUEVO... LA NAVIDAD

   Entrada que va sobre estas fechas tan entrañables para algunos y odiadas para otros.


    La semana que viene, la navidad vuelve a la carga. Bueno, en realidad estamos en navidad desde hace ya días, sino que se lo pregunten al Corte Inglés. Porque, realmente... ¿Cuándo empieza la navidad? ¿Después de pilares? Aquí pasamos de ver los escaparates llenos de flores para la pilarica a tenerlos repletos de turrones y dulces navideños. ¿Empieza la navidad el día 24/12? Si no recuerdo mal ese día nació Jesús. Hace mucho que lo estudié y no lo recuerdo bien. Sinceramente, interés por saberlo, tampoco tengo ninguno.

   Me gusta hablar de sentimientos. Y no voy a hacer una excepción hoy. He sentido que me gustaba la navidad. Mi madre vivía y comprábamos turrón... supongo. Lo cierto es que no tengo ese recuerdo de mi madre en navidad. El primero que tengo, y es muy débil, es en Bilbao, con mi abuela. No sé si es por lo que me han contado mis primas mas mayores o porque realmente he sido capaz de almacenar dicha imagen. Recuerdo la cajita de música que estaba en un mueble debajo de la tele en casa mi abuela Paca. Para Elisa. ¿Cómo olvidar esa melodía que me traslada en el tiempo? Lo siento, me he ido del tema, pongo un punto y a parte y continúo.

   He vivido la navidad de muchas maneras. Cuando era niña con mi padre, abuela, tíos, tías y primos y primas. Años después sólo con mi padre. ¿Os he contado alguna vez que cogí "el puntillo" bebiendo en casa? Me lo pasé en grande, riéndome de cada anuncio. La resaca del día siguiente no fue tan buena, pero al menos pasé un rato divertido aquella noche. También la he vivido en compañía de la familia de mis ex-parejas. Con una persona en concreto, llegué a sentir eso que llaman "espíritu de la navidad". Alegría, regalos, ilusión, buena comida. Fue bonito. Pasados esos años, los pequeños de la casa son los encargados de unir el recuerdo de "familia ex-pareja" mas familia propia. Muchos recuerdos, y ni rastro de añoranza. También la he vivido sóla. Es duro afirmar que he estado sola no una noche buena, sino varias. Eso sí, ha sido por decisión propia, porque sé que tengo amigas cuyo corazón no les cabe en el pecho y que me han ofrecido en varias ocasiones su mesa. De hecho, en una ocasión acepté una invitación. Fue una noche agradable, marcada por la ausencia de mis pequeños.

   Este año afronto estas fechas con una sonrisa, bueno, para ser del todo sincera, diré que todavía no soy capaz de esbozar esa gran sonrisa, pero estoy en ello y sé que lo lograré. Voy a pasar el día de noche buena con la persona que, hoy por hoy, ocupa mi corazón. Y eso es lo que realmente importa. El resto de la gente con la que voy a compartir mesa también es importante. Siento ilusión, curiosidad y muchas ganas de que pasen estos días.

   No recuerdo cuando empecé a detestar estas fechas. Estar feliz porque es navidad, enviar sms a personas con las que apenas cruzo un "hola" cuando las veo, ser solidaria porque "es navidad", tener que ver a gente que son tu familia pero que no aguantas o hace un año que no ves, montar un árbol y llenarlo de bolas, pagar el pollo o la leche mas caro que cualquier otro día del año, comer dulces cuando lo único que quieres es perder peso... Suena a tortura. ¿De verdad la gente es feliz haciendo todo eso? Lo reconozco, soy una mas y hago muchas de esas cosas que acabo de escribir. Pero lo que no consigo es tener ese sentimiento de felicidad y no disfruto viendo los centros comerciales llenos de luces, ni sonrío cada vez que tengo que dar una vuelta mas porque gracias a los turrones no encuentro lo que iba buscando en el súper del barrio. Me encanta que la gente sea feliz, y admiro a esas personas que disfrutan con las reuniones familiares y comprando regalos. Mira, esa es la parte que menos me disgusta, los regalos. Me gusta regalar y que me regalen. Eso sí, cada vez que veo el precio de los juguetes, o lo que es lo mismo, objeto de plástico que va a ser usado durante un corto espacio de tiempo para ser roto o abandonado antes de la vuelta al cole. Lo que decía, cada vez que veo el precio de eso, sale mi vena mas tacaña. Este año los reyes majos, es decir, "Melchor" y "Gaspara" han decidido que el regalo que van a recibir los pequeños de la casa van a ser unas preciosas bicicletas, cortesía de la paga extra. Estoy contenta con la decisión que hemos tomado, lo veo muy práctico.

   Bueno, pues así veo yo la navidad. Espero no haber ofendido a nadie con mis comentarios y por si no nos vemos... ¡Feliz navidad! Si, lo sé, me ha quedado muy falso. En realidad le deseo a cada persona que lea esto que sea feliz, pero no sólo estos días, sino cada día del año. Y aún mas, en esos en los que cuesta un poco mas serlo. Gracias por leer estas letras.
  

  

jueves, 12 de diciembre de 2013

MONTAÑA RUSA

    Entrada que va sobre un parque de atracciones o sobre la vida... o mejor dicho, una mezcla de ambos.


    ¡Hola! Si, ya lo sé, llevo mucho tiempo sin ponerme delante del teclado para contaros cosas, pero bueno, mas vale tarde que nunca ¿no?. Hoy no daré explicaciones del por qué he estado tanto tiempo sin escribir, tal vez mañana... o pasado... o al año que viene, que ya no queda nada. Bueno, que me voy del tema. Quiero hablar de un parque de atracciones muy especial, tan especial y único como la vida misma, o como la misma vida de cada uno.

    Esta tarde, tomando café con una amiga, hemos "filosofado" sobre las diferentes formas de afrontar el día a día. Bueno, mas bien, los momentos de tristeza. Hay gente que vive la vida como si fuera el tren de la bruja. ¿Os acordáis cuando erais pequeños e ibais al parque de atracciones o a las ferias? Todos nos hemos montado en un tren que no se sale de las vías y va dando vueltas. Cuando menos lo esperábamos nos echaban agua o nos daban con una escoba flojito. Hay muchas personas para las cuales ese podría ser el resumen de su vida. En una vía, sin salirse de la rutina, sin permitirse llorar a lágrima viva ni reír a carcajadas. Es una forma de vivir, como cualquier otra. Muy lineal. ¿Que algo me preocupa? Da igual, sigo adelante, no miro hacia atrás ni me planteo el salir de la zona de confort. Todos tenemos cosas que nos gustaría mejorar, que nos gustaría probar, que nos gustaría experimentar. Para ello hace falta salir de esa vía imaginaria y mirar que hay detrás de las paredes del túnel, en ese lugar del que salen los animadores de la atracción para echarnos agua. Corremos el riesgo de no poder volvernos a subir al tren, porque este vaya muy deprisa, por ejemplo. Por eso hay mucha gente que no se atreve a dar ese paso y se queda dando vueltas y pasando una y otra vez por el mismo sitio. He pasado muchas temporadas en ese tren. Tal vez por miedo, porque no sé que se esconde en la oscuridad. Tal vez porque me conformo con lo que tengo y no aspiro a nada más. O incluso por comodidad. Seamos sinceros, cuando la vida te trata no demasiado mal, ir a buscar la manera de obtener mas felicidad y arriesgar la que tienes... cuesta bastante.

    En otras muchas ocasiones, las mas, he vivido en una montaña rusa. Me va mas ese rollo. Empieza el vagón a moverse. Me agarro porque veo que viene una cuesta arriba. Parece que no se acaba nunca. Detrás de un problema viene otro, y otro más. Y cuando parece que ya no puede haber nada que aún me salga peor, veo un nuevo reto que superar. ¿Quién me mandaría meterme aquí? No lo pienso y sigo agarrada superando de la mejor manera que puedo cada dificultad. Casi sin darme cuenta empiezo a bajar. Suelto las manos de la barandilla y las levanto al aire mientras noto como me despeina el aire. ¡Por fin todo parece que mejora! Aprovecho para tomar aire porque sé que luego viene una cuesta. Pienso en el tren de la bruja, pero no puedo volver allí. Como mucho, puedo disfrutar de un tramo recto y sin grandes cuestas. Así es como me gusta vivir. A tope y haciendo lo que me da la real gana. Dentro de unos límites, claro. ¿Necesito llorar? Cojo pañuelos de papel y a llorar, pero con ganas ¿eh? Que salga todo el dolor que aprisiona mi corazón. No tengo miedo a hacerlo porque sé que es un rato, como mucho un día, el que voy a estar entregada a las lágrimas. Durante ese espacio de tiempo seré la mujer mas infeliz sobre la faz de la tierra. Ni los niños, ni los amigos, ni mi pareja, conseguirán hacerme cambiar de idea. Cuando ya tengo el dolor de cabeza característico y he dormido un poco, vuelvo a ser yo. La chica optimista y luchadora que soy. ¿Cuando quiero reír? No hay nadie que ría mas alto. Me encantan esos días en los que sonrío por todo, en los que cualquier cosa mínimamente buena hace que se convierta en la mejor noticia de ese día. Me gusta vivir así, aunque tiene su riesgo, que es perder el control. Hay veces en las que necesito un abrazo, un cuerda para salir de pozo, una noticia realmente buena para seguir adelante. Es entonces cuando pido ayuda a la gente con la que sé que puedo contar.

     ¿Y tú? ¿Cómo es vives? ¿En una montaña rusa o prefieres la seguridad del tren? Puede que incluso ninguno de los dos.
   
     En un parque de atracciones hay muchas otras, como la casa del terror. En ella me subo cuando siento miedo. Miedo a la vida en sí porque quiero abrir una puerta y no sé que hay detrás. Muchas veces, a pesar de ello, la abro. He decidido entrar y llegaré hasta el final.

     Bueno, ya llega la despedida. De nuevo, gracias por estar ahí. Espero, como siempre, que estas letras te hayan hecho pensar, reflexionar, o simplemente pasar un rato no demasiado aburrido.

jueves, 14 de febrero de 2013

CAMBIOS

En esta entrada hablo sobre los cambios con los que he comenzado el año...

   Este año ha empezado con cambios. Una persona ha aparecido en mi vida y mi relación con las dos personitas que más quiero ha dado un giro de 180 grados. Estoy un poco a la expectativa. Pensando si va a haber mas cambios. Hace unos meses pedía a gritos rutina y ahora se puede decir que la tengo o al menos lo mas parecido a ella. Cuando deseas algo y se cumple... ¿Debes ser feliz? Hay veces que deseamos cosas y cuando las tenemos nos damos cuenta que no es precisamente lo que queríamos. Las palabras salen solas y las ideas surgen sin orden ni concierto así que vamos a ir por partes.

   Los cambios. Al principio nos da miedo. Sobretodo cuando es algo que no hemos buscado. También están esos que no entran en nuestros planes. Las cosas que hoy están de una manera y mañana, sin darnos cuento, están justo de la contraria. En el tema del amor, mi tema favorito, se ve muy claramente. Hoy eres feliz disfrutando de la soledad e independencia que da la soltería y al día siguiente te despiertas en brazos de una persona que apenas conoces. Y entonces te dan los buenos días por la mañana y sientes que hay alguien que se acuerda de tí. Como se tome cada uno ese cambio... es un misterio. Porque hay veces que lo llevas bien y otras que se hace cuesta arriba aunque te guste mucho esa persona.

   Como decía al principio, hay otro gran cambio en mi vida. Desde hace apenas unos días paso menos tiempo con mis pequeños. ¿Cómo lo llevo? Mal, para que nos vamos a engañar. Ha sido una decisión conjunta y deseo que haya sido la acertada a pesar de los lloros que tomarla supone. Para que todo el mundo me entienda. Es dejar volar a esa persona que tanto quieres. Les amo con locura, pero sé que lo mejor para ellos es aprender tanto de papá como de mamá. Desde aquí, y para cuando leáis esto, deciros que siempre voy a estar ahí y que aunque ahora no durmáis tanto conmigo, el cariño que os tengo nunca morirá. Bueno, que me pongo sentimental y no quiero eso.

   ¿Qué puedo decir de las cosas que deseamos? Pues que a veces, como en todo, nos equivocamos. Pero es imprescindible querer, desear algo. Ir sea como sea en busca de la felicidad, aunque la felicidad no debe ser una meta sino un camino... (con tu permiso utilizo la frase que un día me dijiste). Así que si desear algo nos hace felices y la lucha por conseguirlo también... ¿Qué mas se puede pedir? ¿Que al final no es lo que esperamos? Bueno, al menos hemos sonreído mientras íbamos a por ello.

   Llegamos al final de la entrada. En ella os he contado cosas que hacía tiempo quería compartir con vosotros. Espero que hayáis pasado un buen rato leyéndola y que todos los cambios que os vengan durante el año sean para bien. En mi caso ha sido así y espero que continúe. Gracias por estar ahí.

martes, 12 de febrero de 2013

MIEDO

Una entrada que habla sobre algo que hemos sentido todos en alguna ocasión... el miedo.


   De nuevo, el reto de la hoja en blanco, de nuevo, un sentimiento por transmitir y como siempre la necesidad de hacerlo. Necesito sacar eso que llevo dentro para poder continuar mi camino, para poder avanzar sin ese sentimiento que me supone un lastre. Realmente pienso que seré capaz de hacerlo, que con sólo escribirlo podré continuar mi camino de una forma mas cómoda, sin esa pesada carga. Siendo del todo sincera diré que no es una pesada carga... pero sí es algo que está ahí, en un lugar que no le corresponde. Así que dicho y hecho, voy a ello. En esta ocasión hablaré del miedo.

   Creo recordar que en alguna entrada ya he hablado de él pero en esta ocasión quiero hacerlo mirándole a los ojos. Me cuesta escribir estas letras, siento miedo al hacerlo porque tal vez no sea comprendida... aunque en el fondo sé que no va a pasar eso sino todo lo contrario. En este caso el sentimiento es mío y quiero hablar de él a nivel general.

   El miedo es algo que te paraliza impidiéndote hacer algo o creando un muro que te impide acceder a aquello que quieres. Hay veces que somos conscientes de que lo sentimos, por ejemplo, cuando vemos ese animal, arañas y serpientes son los mas comunes, y se nos eriza la piel a tiempo que damos pasos cortos en dirección opuesta. Con eso tenemos dos opciones. Admitir que tenemos aracnofobia, o luchar contra ella para poder algún día acariciar al animal de ocho patas. En otras ocasiones no somos conscientes y nos damos de bruces contra el miedo. Por ejemplo, el miedo a la muerte. No sabemos que lo tenemos hasta que un día nos falta un familiar querido y al ponernos en su lugar nos tiembla todo. Luego están otros miedos como el miedo a las agujas o el miedo a la oscuridad, que nos obliga a ir corriendo hasta la luz mas próxima. 

   Pero no quiero acabar la entrada sin hablar de mi tema favorito. El amor. Ese gran sentimiento que nos hace sentir de todo, hasta miedo. Podemos tener miedo a enamorarnos, porque la experiencia nos dice que se sufre cuando lo haces. También a perder a la persona amada, porque pensamos que todo el mundo la ve como la vemos nosotros. Incluso a decir lo que pensamos realmente porque si lo hacemos podemos alejarnos de él o ella ya que no comparte nuestra forma de ver las cosas o puede llegar a enfadarse. Y en ocasiones sentimos todos a la vez. No es malo sentir ese miedo, lo peor es dejarse llevar por él y no hacer las cosas, no enamorarse en este caso. Aunque por otro lado... no decidimos cuando donde y de quien nos enamoramos así que... es un poco absurdo tener ese tipo de miedo ¿no?

   Antes de que me entre miedo a no acabar la entrada... la acabo ahora. Una vez mas gracias por leerla y os animo a pulsar sin temor las opciones que se ven justo abajo. Son anónimas así que nunca sabré a quien le ha gustado y a quién no, pero sonreiré porque veré que la entrada ha provocado una reacción. ¡¡Hasta la próxima!!

LÁGRIMAS

   Entrada, que va sobre las lágrimas...


   Hoy quiero escribir sobre esas gotas de agua salada que salen de nuestros ojos sin orden ni concierto. Tanto si son de felicidad como de tristeza recorren nuestras mejillas mojándolas a su paso, hasta que una mano, una manga o un pañuelo se empapa con su humedad. Hay otras que llegan mas allá, consiguen llegar a nuestros labios dejando un sabor salado y amargo que es difícil describir con palabras. También las hay de alegría y en este caso el sabor amargo no está y tan sólo un leve dulzor las hace diferentes de las otras lágrimas.

   Para mí llorar es una manera de desahogarme... de liberar mi alma de presión que la oprime. Hay veces que lloro con motivo, y otras empiezo a llorar y los motivos salen solos. No me gusta la tristeza que siento al mojar un pañuelo pero reconozco que en ocasiones no tengo alternativa. Cando la tristeza alcanza su lado máximo los ojos se humedecen y dejan vía libre a torrente de sentimientos en forma de gotas de agua salada. Cuando lloro lo hago con ganas, lloro mucho, hasta caer dormida o hasta notar ese característico dolor de cabeza.Cuando era niña también aparecía el hipo pero ahora ya no es así. Necesito llorar porque así consigo varias cosas: expresar gota  a gota los sentimientos que me invaden y para los que no tengo palabras, también necesito hacerlo porque es la única manera de descargar mi corazón de los sentimientos tristes que le hace sentir así y porque lo necesito para poder sonreír ampliamente.

   ¿Qué viene después de las lágrimas? Me gustaría decir que un tierno abrazo acompañado de unas palabras cariñosas, pero no siempre es así. En la gran mayoría la soledad y el silencio son los encargados de recordarme que vine sola a este mundo y de igual manera me iré. Dicho así suena muy duro y hasta dramático pero es real. Gracias a la ya citada soledad soy como soy, una persona fuerte y luchadora que cuando llora no es porque se rinda sino porque necesita dar un paso atrás para coger impulso.

   Con esta entrada no quiero que penséis que estoy triste ni llorando. Simplemente ahora y en este momento necesitaba escribir sobre las lágrimas. Además, también expresan alegría y no sólo tristeza. Incluso expresan emoción. Afortunadamente a lo largo de la vida he tenido que llorar por estos tres motivos. Tal vez sea porque soy una persona sensible y lloro por todo o simplemente porque mis ojos necesiten limpiarse de vez en cuando.

   ¿Y qué me decís de las lágrimas que no se ven? Esas que se derraman por dentro mientras por fuera esbozas una gran sonrisa. Esas sí que duelen, pero de verdad. Son las que te destruyen por dentro. Pero hay ocasiones en las que no puedes llorar, bien sea por orgullo o porque estás en el trabajo. No se pueden quedar dentro mucho tiempo y salen a la luz en cuanto tu cuerpo deja de estar en tensión y se relaja un poco. Entonces es cuando duelen. Notas como te queman las mejillas porque son lágrimas de verdad. Aplicado a los vinos serían como un vino con solera, un vino añejo que tiene mucho sabor y es fuerte. Esas lágrimas también son necesarias.

   Hay otras lágrimas, las de impotencia, que tiene una gran carga de sentimientos. En esta ocasión son duras porque es algo que deseas o quieres hacer pero no puedes porque la situación no te lo permite y la frustración se transforma en gotas de agua salada.

   Te animo a llorar. Tanto si eres una persona sensible como sino. Las lágrimas, a mi entender, no son síntoma de debilidad, al contrario, es algo que te empuja a seguir adelante. Tenemos que llorar pero no debemos quedarnos ahí, sino que hay que avanzar, seguir por este maravilloso camino llamado vida. Las lágrimas deben ser el trampolín que nos empuje mas allá del sentimiento de tristeza que generalmente es el causante de los lloros.

   Por hoy lo dejo aquí y te animo a decirme si has sentido algo al leer esta nueva entrada. Espero no haberte hecho llorar y lo he hecho confío en que haya sido de emoción, porque esas lágrimas, junto con las de alegría son las gotas de agua salada mas bonitas.

jueves, 24 de enero de 2013

MI TERRAZA

  Hablo de un lugar que es muy especial para mí. Una entrada íntima.


Tal vez fuera aquél día en el que nos comimos una tortita de maíz con salchichas que habían sobrado y salsa picante a modo de bocadillo. O igual aquella noche en la que salí sola. Lo cierto es que desde hace una temporada demasiado larga, no soy capaz de salir a la terraza. Es amplia, tiene 45 metros cuadradados. Pero es el sitio donde mas sola me siento. Salir, de noche, a mirar las estrellas, cuando la casa está en silencio es como hacer un viaje por mi interior. No soy capaz. Siento que ahí no tengo nada que esconder, porque todo sale a la luz. Es una sensación muy extraña que no soy capaz de asumir. Todavía no. Es un paso que no estoy preparada para dar. Sé que algún día lo haré... algún día.

   En ella he celebrado fiestas de cumpleaños, he jugado con mi caniche, hasta una barbacoa ha estado sobre los azulejos. He sido muy feliz compartiendo una cena con amigas o con mi pareja al que no le gustaba cenar fuera. Supongo que son demasiados recuerdos los que guarda y por eso no puedo dar el paso. Necesito asumir que el pasado, pasado está y que ya no va a haber un vecino que me lance una bolsa con tebeos y algún juguete. Tengo que aceptar que mi madre no va a vivir en este piso.

   Siento ganas de llorar, pero no voy a hacerlo. Los recuerdos son algo que no me pueden lastimar. Tal vez lo hicieron en el pasado, pero ahora ya no. Ahora soy una mujer adulta que lucha por sacar a sus hijos adelante. Mujer adulta, que raro suena. Cuando miro desde la ventana al cielo me siento muy pequeña. Del mismo tamaño que los mosquitos que en verano viven felices en la terraza a la espera de ver una ventana abierta para alimentarse.

   Siento ganas de salir, a ver que me encuentro. De mirar a las estrellas, de cerrar los ojos y descubrir que pasa por mi mente cuando no pienso en nada. Tengo curiosidad... pero me falta valor. Llevo una temporada bastante estable, no tengo ningún problema digno de mención ni ninguna decisión importante que tomar. Pero sé que no estoy bien porque no soy capaz de hacer un viaje por mi interior mirando las estrellas en el lugar donde fui tan feliz.

   Es muy probable que al leer la entrada sientas que soy rara, que se me ha ido la pinza al no ser capaz de entrar en la terraza de mi casa. Pero si lo piensas en frío... seguro que tu también tienes tu "lugar de pensar". Ese sitio al que acudes cuando necesitas estar sola para aclarar las ideas. O tal vez no tengas ninguno y pienses que soy rara y punto. Lo respetaré y agradeceré que a pesar de ello hayas visitado mi blog para leer una nueva rallada. 

lunes, 14 de enero de 2013

PERIODO DE ADAPTACIÓN

Reflexión sobre los cambios a los que nos enfrentamos cuando iniciamos una historia de amor.


   Desde que nacemos nos vemos sometidos a pequeños o grandes cambios. El paso de un medio acuoso y calentito a un aire frío que nos obliga a llenar los pulmones... es un gran cambio. No somos conscientes de ello y nos adaptamos. Empezamos a respirar, con o sin ayuda, nos movemos estirando brazos y piernas sin nada que nos lo impida, lloramos abriendo mucho la boca y por primera vez notamos un olor que seguro reconoceremos siempre, el de nuestra mamá.

   Pero los cambios no se acaban en el momento de nacer, sino que nos acompañan toda nuestra vida. Pasamos de tener pañal a no tenerlo, de comer papilla a comer sólido, todo el mundo sabe la gran evolución que hacemos en los años que dura la infancia. Quiero resaltar uno, el periodo de adaptación en el cole. Como bien sabéis, soy mami de dos nenes en edad escolar y he pasado por sendos períodos. En esta ocasión no comentaré que tal les fue, sino que me quedaré con lo que implica. Enseñamos a un niño a estar alejado de sus padres durante la jornada escolar. Al principio es por unas horas y mas adelante toda la mañana. En ese cambio intervenienen muchas personas, papá y mamá, la profe, el pequeño... Y cada uno lo lleva como puede. Ni mejor ni peor uno que otro. Los profesores asumen que forma parte de su trabajo, los padres saben que es lo mejor para el niño y el que entra a clase simplemente se adapta. Llorando o sin llorar, sin hablar con nadie o hablando con todo el mundo. Eso ya depende de la personalidad de cada uno. Desde la infancia ya vamos mostrando rasgos que en la edad adulta nos definirán. Perdón, que me voy del tema....

   ¿A cuántos cambios te has enfrentado últimamente? ¿Estás intentando adaptarte a alguno? ¿Ya has asumido que las cosas no van a ser como eran antes? Ayer me planteaba alguna de estas preguntas. Soy una persona luchadora y sensible, vamos, una mezcla explosiva. Además me gusta eso de pensar. Si unimos todo damos con una persona que ha sabido adaptarse al cambio. Ahora, casi sin darme cuenta y de la manera que menos esperaba, me veo en una situación completamente nueva para mí. Sí, he estado en este punto otras veces. Pero no así. Aunque una situación parezca igual nunca lo es. En teoría el gran cambio no lo tengo yo, sino otra persona, pero realmente lo tenemos todos. En mayor o menor medida, cada uno desde su posición, pero son cambios y situaciones nuevas que debemos asumir. La vida me ha enseñado que nos adaptamos a todo, y sé que lo haré, no me preocupa. Este párrafo tal vez queda un poco confuso, intentaré explicarlo con un ejemplo.

   Me gusta mucho hablar de amor. Es un tema que me encanta. Da mucho juego lo mismo un desengaño que una relación que empieza. Así que lo voy a poner como ejemplo, por eso de los cambios y del periodo de adaptación. Manolo se enamora de María y tras unos años la relación toca a su fin. Han compartido muchas cosas juntos pero como todo se acaba toca ir cada uno por su lado. Él lo asumirá de una manera y ella de otra. Seguro que estáis pensando en vuestro Manolo o María. Ahí es donde tenemos un gran cambio. Una casa vacía, una casa nueva, fotos, recuerdos de viajes, amigos comunes... toca repartir todo. Incluso los recuerdos, pero de eso cada uno se lleva los suyos y recuerda lo que quiere. Al período de adaptación lo llamamos duelo. ¿Quién soy yo? Es una pregunta a la que buscamos respuesta incluso sin saberlo. Separar una vida de otra no es algo sencillo. Claro está que todo es cuestión de tiempo. Cada persona necesita el suyo. Hay personas que optan por salir a la calle y conocer gente con la que pueden pasar una noche placentera, otras que se encierran en sí mismas prometiéndose que no se van a volver a enamorar, otras deciden romper con todo y cambian de ciudad... Somos muchas personas y enumerar como lo asume cada uno sería imposible.

   Continúo con la adaptación. Nuestra ya amiga María se vuelve a enamorar. Se fija en un chico, el chico se fija en ella y deciden iniciar algo que no saben muy bien donde les va a llevar pero juntos quieren descubrirlo. Aquí tenemos a nuestro tercer personaje, Fabio. Está muy feliz porque ha empezado con una mujer encantadora, que no tiene novio desde hace seis meses. Un buen día decide darle una sorpresa y la lleva a cenar a su restaurante favorito. María emocionada y feliz acude con su mejor vestido a la cita. Cuando ve el sitio elegido su cara cambia de color. Justo en ese restaurante fue donde conoció a Manolo. Ambos trabajaban allí. Intenta disimularlo, saluda a los compañeros que aún quedan y la cena transcurre con normalidad. Al salir decide sincerarse. No le gusta hablar de sus relaciones pasadas pero en esta ocasión lo considera oportuno. Fabio la comprende. La mujer que ahora ocupa su vida ha estado siempre trabajando en la hostelería y al vivir en una ciudad no muy grande es complicado ir a cenar a algún sitio donde no le traiga algún recuerdo. Aquí tenemos a dos personas que deben adaptarse. María tiene que asumir que va a ir a sitios donde ya ha estado con una compañía diferente y él, por su parte, debe comprender que la persona que ocupó antes el corazón dejó una huella de varios años.

   Adaptarse a algo no es fácil, y generalmente nos dan mucho miedo los cambios. Pero es imprescindible hacerlo para sobrevivir. En esto del amor se vuelve algo mas que imprescindible. Cada persona es diferente, cada uno besa de manera distinta, tiene gustos iguales u opuestos a una pareja anterior. Yo creo que lo importante es encontrar un punto común. Algo que nos una a esa persona con la que decidimos mantener una relación mas estrecha y a la vez hacerle partícipe de aquellas cosas que nos gustan sin olvidarnos de hacer cosas que nunca hayamos hecho antes. Una persona que conocemos hoy es todo un nuevo mundo por descubrir. El pasado es pasado, así que vamos a pensar en el presente y hagamos un buen camino hacia el futuro junto con esa persona que nos mira con "mariposillas" en el estómago. Ya tenemos una edad para desechar recuerdos de situaciones vividas en ese restaurante con Manuel o María. Lo mejor es mirar a Fabio a los ojos y disfrutar de la cena. Seguro que si lo hacemos así la adaptación será mucho mas fácil. Porque en sí no es difícil comenzar una historia de amor, sino asumir que no hemos sido los primeros en llegar al corazón de la persona que sonríe al escuchar nuestro nombre.

jueves, 10 de enero de 2013

ASÍ SOY

   Hay cosas que descubro de mí conforme las siento. En mas de una ocasión me he sorprendido pensando en una cosa u otra sin ser consciente. Conforme me hago mayor, voy madurando. Y supongo que a la edad se unen las experiencias vividas y sobretodo las ganas de luchar y salir adelante. Si, me considero una persona luchadora. Aunque haya días en los que lo dude. Eso tiene su lado bueno, pero también tiene un lado malo. A ver si consigo explicarlo...

   Cuando estoy con alguien, bien sea a nivel de amistad, amor o cualquier otro tipo de relacción, estoy hasta el final. Lucho por esa persona. Especialmente en las dos primeras, doy mil y una oportunidades. Pero llega un momento en el que veo que de nada sirve la lucha. En ese momento lo paso mal y lloro hasta quedar sin lágrimas. Pasado el mal rato, recojo mis cosas y abandono la lucha. Una batalla perdida. No se pueden ganar todas. Lo asumo con dignidad, con la cabeza bien alta y orgullosa de haber sido capaz de estar a pie de cañón. Hay ocasiones en las que dejo tendida mi mano por si en algún momento se me necesita, en otras no existe dicha posibilidad.

   Desde aquí quiero pedir perdón por si he dejado a alguien en la estacada. Tal vez no haya luchado lo suficiente con una u otra persona, pero si decidí abandonar era porque pensaba que era lo mejor. En ocasiones siento que estoy en una batalla perdida, que no puedo dar mas de mí o que no pinto nada en ese fuego cruzado.

   Por otro lado, quiero decir a las personas con las que tengo trato ahora, que ahí voy a estar, hasta que me permitáis ser parte de vuestra vida. Tal vez no nos veamos tanto como nos gustaría, pero el hueco en mi corazón os lo habéis ganado cada uno y cada una por ser como sois. Antes de ponerme sentimental, dejo aquí la entrada.