lunes, 14 de enero de 2013

PERIODO DE ADAPTACIÓN

Reflexión sobre los cambios a los que nos enfrentamos cuando iniciamos una historia de amor.


   Desde que nacemos nos vemos sometidos a pequeños o grandes cambios. El paso de un medio acuoso y calentito a un aire frío que nos obliga a llenar los pulmones... es un gran cambio. No somos conscientes de ello y nos adaptamos. Empezamos a respirar, con o sin ayuda, nos movemos estirando brazos y piernas sin nada que nos lo impida, lloramos abriendo mucho la boca y por primera vez notamos un olor que seguro reconoceremos siempre, el de nuestra mamá.

   Pero los cambios no se acaban en el momento de nacer, sino que nos acompañan toda nuestra vida. Pasamos de tener pañal a no tenerlo, de comer papilla a comer sólido, todo el mundo sabe la gran evolución que hacemos en los años que dura la infancia. Quiero resaltar uno, el periodo de adaptación en el cole. Como bien sabéis, soy mami de dos nenes en edad escolar y he pasado por sendos períodos. En esta ocasión no comentaré que tal les fue, sino que me quedaré con lo que implica. Enseñamos a un niño a estar alejado de sus padres durante la jornada escolar. Al principio es por unas horas y mas adelante toda la mañana. En ese cambio intervenienen muchas personas, papá y mamá, la profe, el pequeño... Y cada uno lo lleva como puede. Ni mejor ni peor uno que otro. Los profesores asumen que forma parte de su trabajo, los padres saben que es lo mejor para el niño y el que entra a clase simplemente se adapta. Llorando o sin llorar, sin hablar con nadie o hablando con todo el mundo. Eso ya depende de la personalidad de cada uno. Desde la infancia ya vamos mostrando rasgos que en la edad adulta nos definirán. Perdón, que me voy del tema....

   ¿A cuántos cambios te has enfrentado últimamente? ¿Estás intentando adaptarte a alguno? ¿Ya has asumido que las cosas no van a ser como eran antes? Ayer me planteaba alguna de estas preguntas. Soy una persona luchadora y sensible, vamos, una mezcla explosiva. Además me gusta eso de pensar. Si unimos todo damos con una persona que ha sabido adaptarse al cambio. Ahora, casi sin darme cuenta y de la manera que menos esperaba, me veo en una situación completamente nueva para mí. Sí, he estado en este punto otras veces. Pero no así. Aunque una situación parezca igual nunca lo es. En teoría el gran cambio no lo tengo yo, sino otra persona, pero realmente lo tenemos todos. En mayor o menor medida, cada uno desde su posición, pero son cambios y situaciones nuevas que debemos asumir. La vida me ha enseñado que nos adaptamos a todo, y sé que lo haré, no me preocupa. Este párrafo tal vez queda un poco confuso, intentaré explicarlo con un ejemplo.

   Me gusta mucho hablar de amor. Es un tema que me encanta. Da mucho juego lo mismo un desengaño que una relación que empieza. Así que lo voy a poner como ejemplo, por eso de los cambios y del periodo de adaptación. Manolo se enamora de María y tras unos años la relación toca a su fin. Han compartido muchas cosas juntos pero como todo se acaba toca ir cada uno por su lado. Él lo asumirá de una manera y ella de otra. Seguro que estáis pensando en vuestro Manolo o María. Ahí es donde tenemos un gran cambio. Una casa vacía, una casa nueva, fotos, recuerdos de viajes, amigos comunes... toca repartir todo. Incluso los recuerdos, pero de eso cada uno se lleva los suyos y recuerda lo que quiere. Al período de adaptación lo llamamos duelo. ¿Quién soy yo? Es una pregunta a la que buscamos respuesta incluso sin saberlo. Separar una vida de otra no es algo sencillo. Claro está que todo es cuestión de tiempo. Cada persona necesita el suyo. Hay personas que optan por salir a la calle y conocer gente con la que pueden pasar una noche placentera, otras que se encierran en sí mismas prometiéndose que no se van a volver a enamorar, otras deciden romper con todo y cambian de ciudad... Somos muchas personas y enumerar como lo asume cada uno sería imposible.

   Continúo con la adaptación. Nuestra ya amiga María se vuelve a enamorar. Se fija en un chico, el chico se fija en ella y deciden iniciar algo que no saben muy bien donde les va a llevar pero juntos quieren descubrirlo. Aquí tenemos a nuestro tercer personaje, Fabio. Está muy feliz porque ha empezado con una mujer encantadora, que no tiene novio desde hace seis meses. Un buen día decide darle una sorpresa y la lleva a cenar a su restaurante favorito. María emocionada y feliz acude con su mejor vestido a la cita. Cuando ve el sitio elegido su cara cambia de color. Justo en ese restaurante fue donde conoció a Manolo. Ambos trabajaban allí. Intenta disimularlo, saluda a los compañeros que aún quedan y la cena transcurre con normalidad. Al salir decide sincerarse. No le gusta hablar de sus relaciones pasadas pero en esta ocasión lo considera oportuno. Fabio la comprende. La mujer que ahora ocupa su vida ha estado siempre trabajando en la hostelería y al vivir en una ciudad no muy grande es complicado ir a cenar a algún sitio donde no le traiga algún recuerdo. Aquí tenemos a dos personas que deben adaptarse. María tiene que asumir que va a ir a sitios donde ya ha estado con una compañía diferente y él, por su parte, debe comprender que la persona que ocupó antes el corazón dejó una huella de varios años.

   Adaptarse a algo no es fácil, y generalmente nos dan mucho miedo los cambios. Pero es imprescindible hacerlo para sobrevivir. En esto del amor se vuelve algo mas que imprescindible. Cada persona es diferente, cada uno besa de manera distinta, tiene gustos iguales u opuestos a una pareja anterior. Yo creo que lo importante es encontrar un punto común. Algo que nos una a esa persona con la que decidimos mantener una relación mas estrecha y a la vez hacerle partícipe de aquellas cosas que nos gustan sin olvidarnos de hacer cosas que nunca hayamos hecho antes. Una persona que conocemos hoy es todo un nuevo mundo por descubrir. El pasado es pasado, así que vamos a pensar en el presente y hagamos un buen camino hacia el futuro junto con esa persona que nos mira con "mariposillas" en el estómago. Ya tenemos una edad para desechar recuerdos de situaciones vividas en ese restaurante con Manuel o María. Lo mejor es mirar a Fabio a los ojos y disfrutar de la cena. Seguro que si lo hacemos así la adaptación será mucho mas fácil. Porque en sí no es difícil comenzar una historia de amor, sino asumir que no hemos sido los primeros en llegar al corazón de la persona que sonríe al escuchar nuestro nombre.

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