jueves, 24 de enero de 2013

MI TERRAZA

  Hablo de un lugar que es muy especial para mí. Una entrada íntima.


Tal vez fuera aquél día en el que nos comimos una tortita de maíz con salchichas que habían sobrado y salsa picante a modo de bocadillo. O igual aquella noche en la que salí sola. Lo cierto es que desde hace una temporada demasiado larga, no soy capaz de salir a la terraza. Es amplia, tiene 45 metros cuadradados. Pero es el sitio donde mas sola me siento. Salir, de noche, a mirar las estrellas, cuando la casa está en silencio es como hacer un viaje por mi interior. No soy capaz. Siento que ahí no tengo nada que esconder, porque todo sale a la luz. Es una sensación muy extraña que no soy capaz de asumir. Todavía no. Es un paso que no estoy preparada para dar. Sé que algún día lo haré... algún día.

   En ella he celebrado fiestas de cumpleaños, he jugado con mi caniche, hasta una barbacoa ha estado sobre los azulejos. He sido muy feliz compartiendo una cena con amigas o con mi pareja al que no le gustaba cenar fuera. Supongo que son demasiados recuerdos los que guarda y por eso no puedo dar el paso. Necesito asumir que el pasado, pasado está y que ya no va a haber un vecino que me lance una bolsa con tebeos y algún juguete. Tengo que aceptar que mi madre no va a vivir en este piso.

   Siento ganas de llorar, pero no voy a hacerlo. Los recuerdos son algo que no me pueden lastimar. Tal vez lo hicieron en el pasado, pero ahora ya no. Ahora soy una mujer adulta que lucha por sacar a sus hijos adelante. Mujer adulta, que raro suena. Cuando miro desde la ventana al cielo me siento muy pequeña. Del mismo tamaño que los mosquitos que en verano viven felices en la terraza a la espera de ver una ventana abierta para alimentarse.

   Siento ganas de salir, a ver que me encuentro. De mirar a las estrellas, de cerrar los ojos y descubrir que pasa por mi mente cuando no pienso en nada. Tengo curiosidad... pero me falta valor. Llevo una temporada bastante estable, no tengo ningún problema digno de mención ni ninguna decisión importante que tomar. Pero sé que no estoy bien porque no soy capaz de hacer un viaje por mi interior mirando las estrellas en el lugar donde fui tan feliz.

   Es muy probable que al leer la entrada sientas que soy rara, que se me ha ido la pinza al no ser capaz de entrar en la terraza de mi casa. Pero si lo piensas en frío... seguro que tu también tienes tu "lugar de pensar". Ese sitio al que acudes cuando necesitas estar sola para aclarar las ideas. O tal vez no tengas ninguno y pienses que soy rara y punto. Lo respetaré y agradeceré que a pesar de ello hayas visitado mi blog para leer una nueva rallada. 

lunes, 14 de enero de 2013

PERIODO DE ADAPTACIÓN

Reflexión sobre los cambios a los que nos enfrentamos cuando iniciamos una historia de amor.


   Desde que nacemos nos vemos sometidos a pequeños o grandes cambios. El paso de un medio acuoso y calentito a un aire frío que nos obliga a llenar los pulmones... es un gran cambio. No somos conscientes de ello y nos adaptamos. Empezamos a respirar, con o sin ayuda, nos movemos estirando brazos y piernas sin nada que nos lo impida, lloramos abriendo mucho la boca y por primera vez notamos un olor que seguro reconoceremos siempre, el de nuestra mamá.

   Pero los cambios no se acaban en el momento de nacer, sino que nos acompañan toda nuestra vida. Pasamos de tener pañal a no tenerlo, de comer papilla a comer sólido, todo el mundo sabe la gran evolución que hacemos en los años que dura la infancia. Quiero resaltar uno, el periodo de adaptación en el cole. Como bien sabéis, soy mami de dos nenes en edad escolar y he pasado por sendos períodos. En esta ocasión no comentaré que tal les fue, sino que me quedaré con lo que implica. Enseñamos a un niño a estar alejado de sus padres durante la jornada escolar. Al principio es por unas horas y mas adelante toda la mañana. En ese cambio intervenienen muchas personas, papá y mamá, la profe, el pequeño... Y cada uno lo lleva como puede. Ni mejor ni peor uno que otro. Los profesores asumen que forma parte de su trabajo, los padres saben que es lo mejor para el niño y el que entra a clase simplemente se adapta. Llorando o sin llorar, sin hablar con nadie o hablando con todo el mundo. Eso ya depende de la personalidad de cada uno. Desde la infancia ya vamos mostrando rasgos que en la edad adulta nos definirán. Perdón, que me voy del tema....

   ¿A cuántos cambios te has enfrentado últimamente? ¿Estás intentando adaptarte a alguno? ¿Ya has asumido que las cosas no van a ser como eran antes? Ayer me planteaba alguna de estas preguntas. Soy una persona luchadora y sensible, vamos, una mezcla explosiva. Además me gusta eso de pensar. Si unimos todo damos con una persona que ha sabido adaptarse al cambio. Ahora, casi sin darme cuenta y de la manera que menos esperaba, me veo en una situación completamente nueva para mí. Sí, he estado en este punto otras veces. Pero no así. Aunque una situación parezca igual nunca lo es. En teoría el gran cambio no lo tengo yo, sino otra persona, pero realmente lo tenemos todos. En mayor o menor medida, cada uno desde su posición, pero son cambios y situaciones nuevas que debemos asumir. La vida me ha enseñado que nos adaptamos a todo, y sé que lo haré, no me preocupa. Este párrafo tal vez queda un poco confuso, intentaré explicarlo con un ejemplo.

   Me gusta mucho hablar de amor. Es un tema que me encanta. Da mucho juego lo mismo un desengaño que una relación que empieza. Así que lo voy a poner como ejemplo, por eso de los cambios y del periodo de adaptación. Manolo se enamora de María y tras unos años la relación toca a su fin. Han compartido muchas cosas juntos pero como todo se acaba toca ir cada uno por su lado. Él lo asumirá de una manera y ella de otra. Seguro que estáis pensando en vuestro Manolo o María. Ahí es donde tenemos un gran cambio. Una casa vacía, una casa nueva, fotos, recuerdos de viajes, amigos comunes... toca repartir todo. Incluso los recuerdos, pero de eso cada uno se lleva los suyos y recuerda lo que quiere. Al período de adaptación lo llamamos duelo. ¿Quién soy yo? Es una pregunta a la que buscamos respuesta incluso sin saberlo. Separar una vida de otra no es algo sencillo. Claro está que todo es cuestión de tiempo. Cada persona necesita el suyo. Hay personas que optan por salir a la calle y conocer gente con la que pueden pasar una noche placentera, otras que se encierran en sí mismas prometiéndose que no se van a volver a enamorar, otras deciden romper con todo y cambian de ciudad... Somos muchas personas y enumerar como lo asume cada uno sería imposible.

   Continúo con la adaptación. Nuestra ya amiga María se vuelve a enamorar. Se fija en un chico, el chico se fija en ella y deciden iniciar algo que no saben muy bien donde les va a llevar pero juntos quieren descubrirlo. Aquí tenemos a nuestro tercer personaje, Fabio. Está muy feliz porque ha empezado con una mujer encantadora, que no tiene novio desde hace seis meses. Un buen día decide darle una sorpresa y la lleva a cenar a su restaurante favorito. María emocionada y feliz acude con su mejor vestido a la cita. Cuando ve el sitio elegido su cara cambia de color. Justo en ese restaurante fue donde conoció a Manolo. Ambos trabajaban allí. Intenta disimularlo, saluda a los compañeros que aún quedan y la cena transcurre con normalidad. Al salir decide sincerarse. No le gusta hablar de sus relaciones pasadas pero en esta ocasión lo considera oportuno. Fabio la comprende. La mujer que ahora ocupa su vida ha estado siempre trabajando en la hostelería y al vivir en una ciudad no muy grande es complicado ir a cenar a algún sitio donde no le traiga algún recuerdo. Aquí tenemos a dos personas que deben adaptarse. María tiene que asumir que va a ir a sitios donde ya ha estado con una compañía diferente y él, por su parte, debe comprender que la persona que ocupó antes el corazón dejó una huella de varios años.

   Adaptarse a algo no es fácil, y generalmente nos dan mucho miedo los cambios. Pero es imprescindible hacerlo para sobrevivir. En esto del amor se vuelve algo mas que imprescindible. Cada persona es diferente, cada uno besa de manera distinta, tiene gustos iguales u opuestos a una pareja anterior. Yo creo que lo importante es encontrar un punto común. Algo que nos una a esa persona con la que decidimos mantener una relación mas estrecha y a la vez hacerle partícipe de aquellas cosas que nos gustan sin olvidarnos de hacer cosas que nunca hayamos hecho antes. Una persona que conocemos hoy es todo un nuevo mundo por descubrir. El pasado es pasado, así que vamos a pensar en el presente y hagamos un buen camino hacia el futuro junto con esa persona que nos mira con "mariposillas" en el estómago. Ya tenemos una edad para desechar recuerdos de situaciones vividas en ese restaurante con Manuel o María. Lo mejor es mirar a Fabio a los ojos y disfrutar de la cena. Seguro que si lo hacemos así la adaptación será mucho mas fácil. Porque en sí no es difícil comenzar una historia de amor, sino asumir que no hemos sido los primeros en llegar al corazón de la persona que sonríe al escuchar nuestro nombre.

jueves, 10 de enero de 2013

ASÍ SOY

   Hay cosas que descubro de mí conforme las siento. En mas de una ocasión me he sorprendido pensando en una cosa u otra sin ser consciente. Conforme me hago mayor, voy madurando. Y supongo que a la edad se unen las experiencias vividas y sobretodo las ganas de luchar y salir adelante. Si, me considero una persona luchadora. Aunque haya días en los que lo dude. Eso tiene su lado bueno, pero también tiene un lado malo. A ver si consigo explicarlo...

   Cuando estoy con alguien, bien sea a nivel de amistad, amor o cualquier otro tipo de relacción, estoy hasta el final. Lucho por esa persona. Especialmente en las dos primeras, doy mil y una oportunidades. Pero llega un momento en el que veo que de nada sirve la lucha. En ese momento lo paso mal y lloro hasta quedar sin lágrimas. Pasado el mal rato, recojo mis cosas y abandono la lucha. Una batalla perdida. No se pueden ganar todas. Lo asumo con dignidad, con la cabeza bien alta y orgullosa de haber sido capaz de estar a pie de cañón. Hay ocasiones en las que dejo tendida mi mano por si en algún momento se me necesita, en otras no existe dicha posibilidad.

   Desde aquí quiero pedir perdón por si he dejado a alguien en la estacada. Tal vez no haya luchado lo suficiente con una u otra persona, pero si decidí abandonar era porque pensaba que era lo mejor. En ocasiones siento que estoy en una batalla perdida, que no puedo dar mas de mí o que no pinto nada en ese fuego cruzado.

   Por otro lado, quiero decir a las personas con las que tengo trato ahora, que ahí voy a estar, hasta que me permitáis ser parte de vuestra vida. Tal vez no nos veamos tanto como nos gustaría, pero el hueco en mi corazón os lo habéis ganado cada uno y cada una por ser como sois. Antes de ponerme sentimental, dejo aquí la entrada.