jueves, 12 de diciembre de 2013

MONTAÑA RUSA

    Entrada que va sobre un parque de atracciones o sobre la vida... o mejor dicho, una mezcla de ambos.


    ¡Hola! Si, ya lo sé, llevo mucho tiempo sin ponerme delante del teclado para contaros cosas, pero bueno, mas vale tarde que nunca ¿no?. Hoy no daré explicaciones del por qué he estado tanto tiempo sin escribir, tal vez mañana... o pasado... o al año que viene, que ya no queda nada. Bueno, que me voy del tema. Quiero hablar de un parque de atracciones muy especial, tan especial y único como la vida misma, o como la misma vida de cada uno.

    Esta tarde, tomando café con una amiga, hemos "filosofado" sobre las diferentes formas de afrontar el día a día. Bueno, mas bien, los momentos de tristeza. Hay gente que vive la vida como si fuera el tren de la bruja. ¿Os acordáis cuando erais pequeños e ibais al parque de atracciones o a las ferias? Todos nos hemos montado en un tren que no se sale de las vías y va dando vueltas. Cuando menos lo esperábamos nos echaban agua o nos daban con una escoba flojito. Hay muchas personas para las cuales ese podría ser el resumen de su vida. En una vía, sin salirse de la rutina, sin permitirse llorar a lágrima viva ni reír a carcajadas. Es una forma de vivir, como cualquier otra. Muy lineal. ¿Que algo me preocupa? Da igual, sigo adelante, no miro hacia atrás ni me planteo el salir de la zona de confort. Todos tenemos cosas que nos gustaría mejorar, que nos gustaría probar, que nos gustaría experimentar. Para ello hace falta salir de esa vía imaginaria y mirar que hay detrás de las paredes del túnel, en ese lugar del que salen los animadores de la atracción para echarnos agua. Corremos el riesgo de no poder volvernos a subir al tren, porque este vaya muy deprisa, por ejemplo. Por eso hay mucha gente que no se atreve a dar ese paso y se queda dando vueltas y pasando una y otra vez por el mismo sitio. He pasado muchas temporadas en ese tren. Tal vez por miedo, porque no sé que se esconde en la oscuridad. Tal vez porque me conformo con lo que tengo y no aspiro a nada más. O incluso por comodidad. Seamos sinceros, cuando la vida te trata no demasiado mal, ir a buscar la manera de obtener mas felicidad y arriesgar la que tienes... cuesta bastante.

    En otras muchas ocasiones, las mas, he vivido en una montaña rusa. Me va mas ese rollo. Empieza el vagón a moverse. Me agarro porque veo que viene una cuesta arriba. Parece que no se acaba nunca. Detrás de un problema viene otro, y otro más. Y cuando parece que ya no puede haber nada que aún me salga peor, veo un nuevo reto que superar. ¿Quién me mandaría meterme aquí? No lo pienso y sigo agarrada superando de la mejor manera que puedo cada dificultad. Casi sin darme cuenta empiezo a bajar. Suelto las manos de la barandilla y las levanto al aire mientras noto como me despeina el aire. ¡Por fin todo parece que mejora! Aprovecho para tomar aire porque sé que luego viene una cuesta. Pienso en el tren de la bruja, pero no puedo volver allí. Como mucho, puedo disfrutar de un tramo recto y sin grandes cuestas. Así es como me gusta vivir. A tope y haciendo lo que me da la real gana. Dentro de unos límites, claro. ¿Necesito llorar? Cojo pañuelos de papel y a llorar, pero con ganas ¿eh? Que salga todo el dolor que aprisiona mi corazón. No tengo miedo a hacerlo porque sé que es un rato, como mucho un día, el que voy a estar entregada a las lágrimas. Durante ese espacio de tiempo seré la mujer mas infeliz sobre la faz de la tierra. Ni los niños, ni los amigos, ni mi pareja, conseguirán hacerme cambiar de idea. Cuando ya tengo el dolor de cabeza característico y he dormido un poco, vuelvo a ser yo. La chica optimista y luchadora que soy. ¿Cuando quiero reír? No hay nadie que ría mas alto. Me encantan esos días en los que sonrío por todo, en los que cualquier cosa mínimamente buena hace que se convierta en la mejor noticia de ese día. Me gusta vivir así, aunque tiene su riesgo, que es perder el control. Hay veces en las que necesito un abrazo, un cuerda para salir de pozo, una noticia realmente buena para seguir adelante. Es entonces cuando pido ayuda a la gente con la que sé que puedo contar.

     ¿Y tú? ¿Cómo es vives? ¿En una montaña rusa o prefieres la seguridad del tren? Puede que incluso ninguno de los dos.
   
     En un parque de atracciones hay muchas otras, como la casa del terror. En ella me subo cuando siento miedo. Miedo a la vida en sí porque quiero abrir una puerta y no sé que hay detrás. Muchas veces, a pesar de ello, la abro. He decidido entrar y llegaré hasta el final.

     Bueno, ya llega la despedida. De nuevo, gracias por estar ahí. Espero, como siempre, que estas letras te hayan hecho pensar, reflexionar, o simplemente pasar un rato no demasiado aburrido.

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