Entrada en la que hablo de algunas adicciones.
Que caprichoso es el ser humano, que teniéndolo todo, no es suficiente. El que tiene mucho dinero quiere más, llegando incluso a delinquir para conseguirlo. El que tiene un buen puesto quiere ascender aunque fuera del trabajo no tenga nada más. El que es feliz quiere serlo aún más a pesar de que esa lucha constante le genere infelicidad.
Todos somos adictos a una u otra cosa. Algunos al alcohol o las drogas, otros a la limpieza o a coger cosas de la basura. También están los adictos al móvil o la consola. La comida, es otra adicción. Y luego están los adictos a los sentimientos. No sé si es la palabra más adecuada, pero encaja en la definición.
La felicidad y la tristeza son los sentimientos que más adicción generan, igual que el amor. Hay personas que nunca llegan a ser felices. Tal vez porque nunca nadie les ha enseñado a serlo. Lo tienen todo y aún así no es suficiente. Trabajo, amigos, pareja, familia... aunque tengan todo eso no están conformes y luchan por mejorar a las personas de su entorno. En vez de mirarse al espejo y analizar qué es lo que no funciona. Porque algo no está bien cuando todo no es suficiente.
La tristeza hace que su entorno esté pendiente de ellas. Y siempre hay un motivo u otro para llorar. El pasado, el presente o el incierto futuro. La gente les apoya, les da consejos, empatiza y confirma su sospecha de que tienen razón para no querer sonreír.
El amor. En esta ocasión me refiero al amor de pareja. Otra adicción. El miedo a estar sólo, a peinar canas sin una persona al lado, ir al cine, a una boda o de vacaciones sin compañía. Eso hace que vayan detrás de la primera persona que les hace sonreír y les promete permanecer a su lado. Les da seguridad, aunque en el fondo sepan que ese sentimiento tiene fecha de caducidad.
Todo lo anterior nos ayuda a vivir. Nos hace tener un motivo por el que luchar y levantarnos cada día. Y aunque alguna vez miremos a nuestra adicción a los ojos, es más fácil hacer como que no la hemos visto y seguir nuestro camino. Tal vez la cambiemos por otra o simplemente acumulemos adicciones como si padeciéramos el síndrome de diógenes.
¿Y tú? ¿Tienes alguna adicción? ¿Tal vez mis letras? Gracias por leerme.
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