jueves, 16 de marzo de 2017

6. UN DOMINGO CUALQUIERA

  El pasado 10/11/2015 publicaba este relato. Os dejo el comentario que hice sobre él y el texto.
 
 Relato. Simplemente un pequeño relato.



     Diana apaga la alarma del móvil. Son las cuatro de la tarde y tiene que darse una ducha rápida y salir de casa. Es domingo, uno de esos de no hacer nada, de disfrutar del placer le levantarse tarde y pasearse por la casa en pijama. Ha llevado una semana bastante agobiada con el trabajo, siempre la misma historia, su jefe lo quiere todo para ayer. Aunque ya le conoce desde hace años, no puede evitar que le afecte cuando se pone muy pesado. La sola idea de tener que verle mañana le deprime. Decide olvidarse de él mientras el agua caliente cubre su cuerpo junto con la espuma. Tiene el tiempo justo para una ducha rápida pero no quiere renunciar al placer de unos minutos de agua caliente.


     Piensa en Roberto, el chico con el que ha quedado hoy. Desde el primer momento que se conocieron se han llevado muy bien. Coincidieron en una boda de unos amigos comunes y se intercambiaron los teléfonos, cosa que a Miguel, el por entonces novio de Diana, no le hizo mucha gracia. Ella pasó de sus malas caras, no era el más indicado para hablar. De echo, si no había roto con él era porque el ya marido de su amiga le tenía aprecio. Tenía decidido dejarle al día siguiente. Acostarse con una compañera de trabajo era algo muy feo. Roberto no tenía pareja y era feliz. No quería saber nada de mujeres, su moto era su gran pasión y la única que hasta la fecha no le había defraudado. Hablaban a menudo ya que compartían aficiones, como la papiroflexia. No es fácil encontrar a alguien que sepa hacer cosas tan bonitas con una simple hoja de papel. Cierra los ojos mientras piensa en cómo pueden ser sus dedos paseando por su nariz, sus labios... Mueve la cabeza. Sólo son amigos. Cierto es que últimamente le nota mas pendiente de ella, e incluso le ha dicho alguna cosa que se puede interpretar como que quiere algo mas. Sería muy bonito... pero eso sólo pasa en las películas. Ese chico alto, guapo y con una sensibilidad extraordinaria no se va a fijar en ella.


     Decide ponerse el jersey que le regaló para su cumpleaños. Tiene el dibujo de una pajarita y Roberto no pudo evitar comprárselo cuando lo vio por internet. Lo tiene guardado en el armario desde julio y por fin hace el suficiente frío como para sacarlo a la calle. Es un jersey de lana y de su color favorito.Cuando ya está lista para salir se mira al espejo. Muy seria. Saca la lengua y se ríe de la tontada. Mucho mejor, con la sonrisa puesta ya puede salir a la calle. Mientras baja por las escaleras, se sube la cremallera del abrigo. Hace mucho frío, y los guantes se los ha dejado en casa. Decide no volver, ya va justa de tiempo y no quiere hacer esperar a su amigo. Han quedado en una plaza en el barrio en el que ambos viven. Cuando llega le ve mirando un escaparate de móviles.


     -¡Hola!- Saluda ella


     Después de darse dos besos, empiezan a andar. Deciden dar una vuelta por el centro de la ciudad. Es casi Navidad y hay mucha actividad por la calle a pesar del frío. Paran en un puesto de castañas asadas. Ella se calienta las manos con el paquete. Roberto le ofrece sus guantes y cuando Diana se los prueba se da cuenta que le quedan enormes, cosa que les hace reír a ambos. Guarda los guantes en el bolsillo y le coge las manos. Ruborizada agradece el detalle. Siguen caminando y poco a poco la distancia física entre ellos se hace mas pequeña. Paran delante de un puesto de pulseras y Roberto compra una. Le dice que quiere hacer un regalo a una chica muy especial para él. No responde a ninguna de las preguntas que le hace Diana, sólo le contesta, que ya sabrá quien es cuando llegue el momento. Reanudan la animada conversación y entran en una cafetería. Está llena de gente y eligen la única mesa que queda libre, una pequeña al final de la barra. Se sientan uno al lado del otro con el café caliente entre las manos. Roberto decide que es el momento. Lleva toda la tarde intentando decir algo que no se atreve.


     -Toma- pone en las manos de Diana una bolsita con la pequeña pulsera que ha comprado minutos antes. -Tú eres esa chica especial. Llevo varias semanas intentando decírtelo pero no me he atrevido. Me gustas mucho- se atreve a decir mientras nota calor en las mejillas.



     La sonrisa de Diana no puede ser mas amplia. Le da un abrazo con el que intenta transmitir que para ella, él también es muy importante. Se separa despacio y sus labios se juntan. Se funden en un beso que hace que el mundo se pare, sin saber como, la gente ha desaparecido del bar y están sólos. El resto de la conversación la llevan en silencio. Tan sólo las miradas son capaces de transmitir lo que empiezan a sentir esos dos corazones que laten a la par.

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