domingo, 31 de octubre de 2010

COSAS DE MADRES... Y PADRES

¡Buenos días! Esta mañana, y a pesar de haber trasnochado toda la semana y de salir ayer hasta las dos, me he despertado temprano. Habré dormido unas ocho horas. Con esto del cambio estoy perdida. He curioseado el muro de una compañera que lee mis letras y me ha tocado la fibra sensible. Así que por el momento dejaré de lado el echo de que mi sentido común está de compras y dedicaré una entrada a la que debería ser la etapa mas feliz de la vida: la infancia. Desde el mismo instante el que la piel de un bebé toca el aire y abandona el medio acuoso en el que se encuentra, los adultos empezamos a exigirle. Queremos que respire, que llore, que reaccione a los ruidos, que haga cacas, que coja bien el pecho, que duerma, que esté sano... Vamos a pensar, tan sólo por un momento que te hacen lo mismo siendo adulto. Imagina que haces un viaje en tren de nueves meses. Sin tocar tierra. Teniendo a tu disposición todo. Comida, distracción, movimiento. Y un buen día, sientes algo raro. Te asomas a la puerta del vagón y casi antes de que puedas ver nada tienes a multitud de personas a tu alrededor. Unos preguntándote si respiras, otros si lloras, los de mas allá si tienes buen color de piel. Mientras te meten un tubito por la boca o nariz para quitarte los mocos a la vez que le dicen a tu madre que estás bien. Aplicado al adulto, sería como que te preguntaran a la vez: ¿Qué tal el viaje? ¿Has pasado mucho sueño? ¿Estás cansado? ¿Tienes hambre? . Y justo después de todas esas preguntas que debes responder a la vez, te empiezan a hacer pruebas. Por fin, te dejan descansar en una camilla, para luego, dentro de una hora, cuando has conseguido dormir un poco, despertarte y ponerte un gran vaso de leche en la boca. Yo mandaría a todo el mundo a freír espárragos. Lo que he contado hasta ahora es inevitable. Es por nuestro bien y gracias a que me han hecho todo eso de recién nacida puedo escribir estas letras. Lo que sí podemos evitar es agobiar a las mamás. Yo soy la primera que tiene una opinión acerca del sueño, de la guardería, de dormir con el peque en la cama o de como darle de comer. Pero es mi opinión. Y nunca le diré a nadie como debe hacer las cosas. Me ha tocado escuchar cómo debo ponerme para darle el pecho, que mi hijo tiene "coliquillos" cuando nunca tubo uno, que ni se me ocurra salir a la calle porque se enfría o que ande bien, que los puntos no son para tanto. Por eso, me niego a dar consejos. Cuando una persona dejar de ser una para ser dos, cuando te das cuenta de que hay alguien por quién morirías, cuando sientes el mayor y mas sincero amor que has sentido jamás es justo en ese momento en el que sabes lo que tienes que hacer con tu hijo. Eres la persona que mejor sabe cuando tiene hambre, cuando tiene mimos, cuando está triste, cuando tiene sueño. Y debes hacer lo que te de la real gana. Si no quieres despertar a tu hijo para comer, no lo hagas, aunque tu suegra, madre, amigas y vecinas te digan que lo hagas. Puede ser que te equivoques en tu decisión, igual que te has equivocado a lo largo de la vida en otras tantas muchas cosas. Y como esto, con todo. Lo mas importante para mí, es la felicidad de mis hijos. Y si hago algo mal, rectificaré. No es justo que me agobien diciendo si tengo que acostarles a las ocho o a las nueve. Es cosa mía. Jamás voy a hacer nada con mala intención. Dicho esto, vamos a intentar dejar de dar consejos. ¿Que quieres contarle tu experiencia a una mamá primeriza? Estupendo. Pero hasta ahí. No tiene la obligación de hacer lo que hiciste tú. Y es más, tiene todo el derecho del mundo a cometer tus mismos errores. No me he olvidado de los padres. Ellos juegan un papel muy importante y desde aquí mando un abrazo enorme a todos los papis y los que lo serán en un futuro. Tener un hijo es maravilloso y poder criarlo como quieras aún mas.
Ya sólo me queda darte muchos ánimos, desearte una vez mas que tu pequeño se cure pronto y por favor, si algún día te digo lleves a tu hijo a la guardería amenázame con dejar de leer el blog y ya verás como no te doy nunca mas un consejo. Vale, si, consejos se pueden dar... pero hay formas y formas. Creo que ya me entiendes. Gracias por tu entrada en el muro, ha sido la que me ha hecho olvidarme por unos minutos de mis cosas, para romper una lanza en favor de la maternidad.

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