jueves, 26 de agosto de 2010

SILENCIO

En casa, ahora, hay silencio. Igual que en mi corazón. Está cansado. Siente que no le hago caso y que por muchas ideas que dé no va a ser escuchado. Me duele sentirle así y no es que no quiera hacerle caso, es que no puedo... no debo... ¡Qué difícil! La razón también permanece en silencio. Cansada de hablar, de exponer sus ideas, de que le diga que sí a todo y no haga nada. Está a la espectativa de que el contricante ataque de nuevo. Y en medio estoy yo. Echa un lío. Me siento como un ovillo de lana que espera que una dulce abuela lo desenrede y haga un bonito jersey. Mientras llegue esa amable señora, seguiré en silencio, a la espectativa. Continúo en la habitación, con la página entre las manos, sin atreverme, sin querer pasarla. Cada día las imágenes de las paredes cobran más realismo y se multiplican. El candado que puse se ha caído y sé que con una brisa la puerta se abrirá de nuevo. El ventanal, a mis espaldas, aparece de forma intermitente. Sin saber si quedarse o irse. Mientras tanto, mientras me decido, sigo en silencio.

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