lunes, 14 de enero de 2019

UNA LECCIÓN, DOS LECCIONES...


Entrada en la que comento alguna que otra cosa que he aprendido.


   Me gustaría ser como era antes. Cuando vivía el presente y mi autoestima estaba en su sitio. Supongo que las experiencias me han cambiado y a la vez que me han enseñado, me han vuelto más desconfiada e insegura.

   Supongo que cuando se aprende algo tiene su lado bueno y su lado malo. No hay enseñanza que no deje una cicatriz. Y yo no soy una excepción. Lecciones he aprendido muchas, pero como una vez me dijo alguien "nada es gratis". Y en esta ocasión me ha costado lágrimas y volverme más desconfiada.

   ¿Qué lecciones he aprendido? Unas cuantas. La primera es que si tiene uñas, bigotes y cara de gato, es un gato. Cuando "Doña Intuición" dice que no, es muy complicado que sea que sí. Es una lección dura porque tengo tendencia a mirar las cosas como quiero que sean y no como realmente son. Me cuesta mucho fiarme de mi intuición y hasta que la evidencia no aparece ante mis ojos no lo acepto.

   Otra cosa que he aprendido es a ser más desconfiada. Tengo tendencia a pensar que todo el mundo va de frente y no es así. No me puedo creer todo lo que me dicen si no va acompañado de hechos. Si una persona dice una cosa y hace otra... Mejor me quedo con lo segundo.

   Otra lección aprendida es que todo lo que sube, baja. Que detrás de cada alegría hay una tristeza. Que nada dura para siempre, ni la mayor ilusión ni la mayor decepción. Con las decepciones también he aprendido mucho. Cada vez duelen menos. No pretendo llegar al punto que no duelan, soy muy sensible y no creo que llegara a ese punto.

   Otra lección que debo aprender es a tener paciencia. Pero me cuesta mucho. Soy de las personas que normalmente tiene las cosas claras y espera que la gente que la rodea, también. Y aunque tengo aceptado que la gente no es como yo, me cuesta mucho estar quieta. Me pasa igual en la cocina. Me gusta cocinar, pero no tengo paciencia. Aunque sé que los guisos se hacen mejor a fuego lento. Me cuesta aceptarlo, pero prefiero un "no" que un "no lo sé". No llevo nada bien la incertidumbre.

   Supongo que la vida es esto. Aprender cosas nuevas y pagar las lecciones con lágrimas que, en ocasiones, dejan cicatrices en el corazón. Esas son las lecciones más duras y a la vez las más necesarias. A día de hoy intento encontrar el equilibrio. Intento tener paciencia sin renunciar del todo a mi carácter impulsivo. Intento seguir a mi intuición sin dejarme guiar sólo por ella, teniendo también en cuenta la parte racional. Intento poner en práctica todo lo aprendido pero me cuesta mucho porque han sido muchas cosas. Algunas de ellas contradictorias porque según el momento y el lugar hay que hacer una cosa u otra.

   Bueno, por hoy doy por finalizada la entrada. Necesitaba ver en palabras todas esas ideas que revoloteaban por mi cabeza. Gracias por estar ahí y por dedicarme tu tiempo. Si la vida te ha enseñado alguna lección valiosa, me gustaría que me la dejaras en comentarios.

2 comentarios:

  1. No olvides que hay quienes maullan y no son gatos, aunque si gatas. Pero son excepciones.

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    1. Hola Anónimo. Gracias por tu comentario. Así es, hay gatos y gatas. Desde hace una temporada uso esa metáfora para referirme a la intuición. Un saludo.

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