domingo, 19 de noviembre de 2017

HOY

Entrada que habla de la difícil tarea de olvidar a quien no quieres olvidar.

  Esta mañana me levanté dispuesta a olvidarme de ti. Quería autoconvencerme que era lo mejor, que debía hacer todo lo posible por matar esas mariposas que revoloteaban cuando escuchaba tu nombre.

   Esta mañana le dije al espejo todos y cada uno de tus defectos y él me los repitió uno a uno a la vez que yo los enumeraba.

   Esta mañana las galletas me sabían a los mil motivos reales e imaginarios que me di para asegurarme que la decisión era la correcta.

   Esta mañana por el desagüe se fueron las alas de las mariposas junto con los restos del café. Los animales se desprendieron de mi estómago igual que los posos del fondo de la taza.

   Esta mañana tu mensaje de "Buenos días guapa" hizo que soltara el móvil corriendo como si pudieras ver la sonrisa que me acompañó durante el resto del día.

   Esta tarde nuestra conversación sobre la dura vida de los pingüinos en el polo norte me hizo recordar por qué nunca me cansaba de hablar contigo.

   Esta tarde tus palabras de consuelo hicieron que los problemas fueran mucho más pequeños de lo que parecían en un principio.

   Esta tarde las risas frente al café de media hora consiguieron que me diera cuenta de lo mucho que te apreciaba por detalles como ese. Porque sólo una persona con tu grandeza es capaz de sacar tiempo de donde no lo hay sólo para darme un abrazo.

   Esta noche tus preguntas de "¿Seguro que estás bien?" y la rotundidad de tus palabras al decir "Si mañana vuelves a estar triste nos vemos y te saco una sonrisa aunque sea con cosquillas" consiguieron derrumbar lo poco que quedaba del muro.

   Esta noche lo que quedaba del muro que construí por la mañana cayó sin hacer ruido.

    Esta noche, el agua de la bañera me recordó lo importante que eres en mi vida.

   Esta noche las estrellas me gritaban desde el cielo que era inútil que siguiera cerrando los ojos, porque la verdad seguía estando ahí y la podía ver aunque la oscuridad fuera la única luz.

   Esta noche, en voz alta y frente al mismo espejo de la mañana, dije todas y cada una de las cosas que sólo veía en ti y en nadie más.

   Esta noche las sábanas me arropaban  y borraban la firme decisión de la mañana de olvidarte.

   Esta noche, justo antes de cerrar los ojos, reconocí que te quería aunque no de la misma manera que tú a mí.

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