martes, 4 de agosto de 2015

HOLA ¿QUÉ TAL?

     No se me ocurre mejor título para esta entrada después de mas de un año sin escribir. La verdad es que no tengo ni vergüenza, ni excusa que justifique ausencia tan prolongada. Cuando me he decidido a escribir llevaba idea de contar lo que estaba haciendo y las sensaciones que me invaden, pero no tengo ni idea de que va a ir la entrada, así que si te animas a acompañarme la leemos juntos.

     En estos momentos soy sensaciones. Una amplia variedad invaden mi corazón luchando por ser la predominante. Por una lado, me siento sola. Estoy en mi casa, con el ordenador y los únicos sonidos que se escuchan son los de algún vecino hablando y el ventilador del ordenador. Este último ruido me traslada al pasado, cuando me pasaba horas delante de la pantalla hablando en un chat con gente desconocida que mas tarde conocería. Recogiendo he encontrado una mochila llena de cartas que me escribía con un chico de La Coruña y eso me ha puesto melancólica. Tal vez es uno de los buenos recuerdos que tengo de mi adolescencia. Al escribir estas líneas es como si el tiempo no hubiera pasado, siento las mismas ganas de transmitir y de desahogarme. Si de algo me he dado cuenta es de lo bien que me viene escribir, es una forma de descargar eso que pasa por mi cabeza, para poder continuar con otros pensamientos.

     Cada día que pasa me doy mas cuenta de lo importante que es estar en paz con una misma. El tener un problema sin resolver o alguna idea que no acaba de ver la luz puede afectar a todo. No es un secreto que hay mucha gente que se cura cuando está enferma porque quiere vivir y otras personas que se van porque no quieren luchar mas. Yo de eso me llevo dando cuenta hace varios días. Cuando salgo con la bici me siento muy insegura. Y no es porque no sepa llevarla, sino porque pienso a cada momento que me voy a caer. Conforme paso por las sendas me doy cuenta de que no me he caído, de que he sido capaz de superar los baches. Pero aún así no me siento orgullosa ni soy capaz de valorar el esfuerzo. Sé porque me siento así y nada tiene que ver con los pedales. Me falta un punto de autoestima, de creerme capaz de superar las dificultades, de saberme capaz de seguir adelante aunque el camino tenga cuestas y baches.

     Antes de que acabe el año mi chico mayor va a empezar el instituto. Tantas ganas tiene él de empezar, como yo de que no lo haga. Sé que le va a ir genial y va a aprender y se lo va a pasar pipa pero me da cosa verle tan mayor. Pongo "cosa" porque no encuentro la palabra. No es tristeza ni alegría es... no sé, se nota que hace tiempo que no escribo porque estoy torpe. De alguna manera, tengo miedo de no estar a la altura. De no saber como solventar los problemas que vendrán a partir de septiembre. Aunque suene a tontería, me veo muy niña como para ser capaz de ayudarle a él con su problemas de casi adulto. Pero bueno, sé que esto es transitorio porque de alguna manera recuperaré la autoestima que algún día se fue y seré capaz de salir adelante. Al fin y al cabo, llevo haciéndolo toda la vida.

     Bueno, pues al final parece que he sido capaz de escribir una entrada después de tanto tiempo. Espero que la próxima no tarde en llegar y sea capaz de elegir un tema y desarrollarlo. Gracias por estar ahí.

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