sábado, 5 de junio de 2010

UN MAL DÍA.

Laura sale de trabajar y enciende el móvil. En la fábrica le obligan a tenerlo apagado y en la taquilla. Esta semana va de mañanas y el sol de las tres de la tarde se refleja en la pantalla. "Din-don-din din-don-dan un nuevo mensaje ha llegado a su bandeja de entrada". Lo abre de camino al coche. "Quiero dejarlo. Me he divertido mucho contigo pero me siento agobiado. Lo siento. No me llames." Sin pensarlo, tira el teléfono al suelo. Con la vista fija en cada uno de los trozos esparcidos por el aparcamiento piensa en voz alta.
- En un concurso de tontas, yo sería la ganadora indiscutible.
Se siente mal, dolida, defraudada. Conoció al remitente del mensaje hace tan sólo dos meses, pasada una semana se pusieron a salir y desde aquél entonces siempre ha estado pendiente de él. Le ha contado su vida, ha dejado de lado a sus amigas y todo porque confiaba en que sería su príncipe azul. Mientras recoge los trozos del suelo recuerda todas las veces que le ha pasado eso. Todas las ocasiones en las que ha confiado en una persona y le han dado la espalda, y aún así lo sigue haciendo.
Sentada ante el volante intenta recomponer el mal trecho aparato y se promete cambiar. No va a volver a confiar en nadie. Las únicas personas que se merecen su confianza son sus padres y su hermana. El resto de la gente, cuando menos se lo espere y de uno u otro modo sabe que le va a decepcionar.
El camino hasta el garaje se le hace eterno. Sólo quiere llegar a casa, comer con su madre que siempre le espera y encerrarse en la habitación con su gatita Lúa, un ser cariñoso que sabe que nunca le va a defraudar porque no sabe enviar mensajes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario