martes, 11 de diciembre de 2012

UNA FAMILIA

     Bueno, ya va siendo hora de relatar un hecho que ha marcado mi vida. En esta ocasión es algo muy positivo y quiero compartirlo. Hace un mes, mas o menos, recibí una llamada que me amargó la tarde. Era mi padre y aunque normalmente no me afectan sus llamadas, aquel día me dolió escuchar lo que dijo cuando se supone que había finalizado la llamada. Encendí el ordenador con la firme intención de escribir quien era esa persona que un día puso la semillita gracias a la cual estoy aquí. Recordé una solicitud de amistad que tenía y decidí intentar averiguar quien era. El resto de la historia ya te la conoces, Sonia. ¡Era mi prima! A la que hacía mas de diez años que no veía. En unas horas nos pusimos al día. Apenas nos habíamos visto de pequeñas debido a la distancia, ya que ella vive en una ciudad diferente a la mía... en mi ciudad. Recuerdo ese día con gran emoción. Por un lado, estaba muy feliz de que se hubiera puesto en contacto conmigo. Por el otro, aún tenía dolor en el corazón debido a la llamada que había recibido. Decidí contarle todo. Le hablé de mi infancia, del dolor que sufrí, de lo  injusta que fue la vida conmigo en aquella época. Lo siento Sonia, sé que te hice llorar, fui egoísta al contarte todo sin pensar en como te ibas a sentir. Sé que me entiendes y comprendes y desde aquí, mi pequeño espacio personal, te quiero dar las gracias.
     Los días que vinieron después fueron increíbles, hablábamos cuando podíamos y las risas iban seguidas de las lágrimas y al revés. Era increíble hablar con ella. Formaba parte de mi familia, de mis raíces. La casualidad nos hizo coincidir un fin de semana y decidimos vernos. No me lo podía creer, tenía fecha nuestro encuentro. Estaba super feliz. Tenía muchas ganas de que llegara el día para abrazarte. Mirarte a los ojos y recordar cada momento vivido a tu lado. Ambas no recordábamos mucho la una de la otra, éramos unas niñas. Parecía que no iba a llegar nunca el viernes y cuando el despertador sonó a las cinco de la mañana me levanté con una sonrisa... un cuarto de hora después. En el autobús me iba imaginando, una vez mas, como sería nuestro primer abrazo. Durante el camino acabé una breve carta, wasapee con amigas, y miré el reloj... no sé... no sabría calcular las veces... jejje. Parecía que no iba a llegar nunca la hora en la que viera mi ciudad por la ventanilla donde estaba sentada. Finalmente llegué. ¡¡Uuuuf!! Describir con palabras las emociones me resulta en esta ocasión complicado. Estaba en Bilbao, la ciudad que me vio nacer. Felicidad, emoción, sensación de estar en un sitio extraño... al principio estuve muy callada. Sentía nervios y a la vez muchas ganas de hablar contigo, de que me contaras cosas...
     Conforme fue pasando el tiempo y me llevaste a conocer un poco los alrededores me fui relajando. La conversación era muy fluida. Eres la mejor anfitriona. Hubo varios momentos de tristeza, de ver fotos, de nostalgia, de deseos que nunca se cumplirán... Fue increíble recordar tantos momentos vividos en la orilla de la ría. Ver el mar fue para mí... relajarme del todo. El sonido, la compañía... sentí como las lágrimas se secaban y daban paso a la sonrisa. Era feliz, muy feliz, estaba justo donde quería estar y con quien quería estar. Respiré el aire puro mientras perdía la vista en el infinito. Recordé que la semana anterior a mi visita había hablado con tu madre, mi tía. Volví a  hablar con ella y con una tía común, tuya y mía. No se creía que estuviera allí, a tan sólo unos kilómetros de distancia. En cuestión de horas, el reencuentro con ella. El sentir que era parte de la familia fue increíble. Había muchas cosas que contar y lo hice sin nombrar la palabra que tú y yo sabemos. No fue necesario, nuestra tía entendió muchas cosas, lo leí en su mirada.
     Un rato después, en el autobús, sentía infinita tristeza. Hacía años que no se me pasaba el día tan rápido. No podía estar mas agusto con todos vosotros. Intentaba recordar cada momento, cada sentimiento vivido intensamente. Tengo ganas de volver a verte, Sonia, de abrazarte como aquel día, de darte las gracias por devolverme lo que perdí hace años. UNA FAMILIA.

4 comentarios:

  1. Siempre es bonito recuperar las raíces que se creían perdidas, eso, las raíces, son las que nos atan, nos unen y nos alimentan, me alegro por ti y que fueras tan valiente de dar ese GRAN paso.

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  3. Gracias Mazinger por tu comentario. Me gusta lo que dices de las raíces. El paso lo dimos las dos, Sonia fue muy valiente.
    Ismael, gracias por tu visita y comentario.

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