lunes, 17 de diciembre de 2012

SEMANA RARA NO... LO SIGUIENTE

   Respondiendo a una pregunta no realizada... No, no necesito un abrazo. Necesito respuestas a preguntas que no quiero formular, necesito las respuestas que no deseo escuchar. Necesito estar como lo estaba hace un tiempo... Pero como todo eso no lo voy a tener, relataré mi semana, que finalizará en menos de media hora. Ha sido una semana rara, muy rara, demasiado para mi gusto. Me han pasado cosas que nunca me habían pasado. He sentido cosas que prefiriría no haber sentido.

   Lunes: Corriendo al colegio y "doña precisa" hace que mis hormonas se revolucionen. Tengo ganas de llorar, con una llamada de una clienta, las lágrimas corren por mis mejillas. Llevo mas de ocho años en el trabajo y hacía mucho que no me pasaba eso. Estoy enfadada triste a la vez. Sólo tengo ganas de irme a la cama para no salir hasta el día siguiente. Por la tarde hay cumpleaños y le pido al papá de los peques que le lleve al menor al cumpleaños. Me equivoco en la hora y como él tampoco está bien al rato les tengo en casa. Paso la tarde como puedo mientras la agujetas hacen acto de presencia para recordarme la caminata del día anterior. Se me ha olvidado comentar, que de camino al coche, por la mañana, una señora mayor critica un coche, según ella mal estacionado. Indignada le digo que está bien aparcado, lo que pasa es que ella quiere pasar por un sitio por donde no hay paso de cebra y mi coche le molesta. Acaba la noche con una hora de animada charla.

   Miércoles: Mi día de la semana libre se ve cambiado por una tarde de llevar al mayor a catequesis.

   Jueves: La bronca del siglo. Las agujetas no se han ido y cuando pido una tarde para mí estalla la guerra mundial. Recriminaciones por aquí, reproches por allá y el sentimiento de que la vida es injusta conmigo. Siento que de buena soy tonta y quiero dejar de serlo. No sé como, pero necesito romper con todo eso. Necesito el divorcio para, de alguna manera, ser libre. A día de hoy no sé a ciencia cierta las condiciones de dicho acuerdo y la incertidumbre me supera. Tarde de lloros y de nuevo, al caer la noche, una hora de animada charla. Hoy lo necesitaba mas que nunca... o eso pensaba el jueves...

   Viernes: Todavía con el enfado del día anterior recibo una llamada. Una señora me dice que mi ex ha perdido el teléfono justo en el momento en el que iba a saludar a una amiga. Horas después le daba una alegría a la persona que me había hecho llorar tanto el día anterior.

   Sábado: Viaje relámpago a Olite, pueblo navarro con un castillo precioso. Reencuentro con la familia, presento a los pequeños a sus familiares, que son los míos. El día transcurre como era de esperar, lleno de recuerdos. Visita a un castillo que me habría gustado ver sola, sin tener que vigilar a dos pequeños. Muchas emociones, mi tía es clavada a mi padre. De vuelta a Zaragoza me siento feliz, muy contenta porque los pequeños se lo han  pasado en grande, mi prima me envía un mensaje cariñoso. La quiero un montón. Lástima no haber podido hablar mas. Varias horas de animada charla y cuando las doce de la noche ya han pasado hace rato en el relog, una noticia inesperada. Mi cabeza se bloquea, mis pensamientos van a mil por hora, donde antes no había preguntas ni respuestas ahora hay preguntas sin respuestas. Es mejor dejar el tema ahí y continuar con la animada conversación.

   Domingo: La almohada no me ha resuelto ninguna duda. El tema sigue estando ahí. Tal vez a lo largo del día encuentre las respuestas a esas preguntas que me da miedo formular, que me da miedo siquiera pensarlas. Aún hay que romper una barrera. Tal vez esa barrera sea lo suficientemente fuerte y no necesite las respuestas porque realmente me den igual. Me lavo el pelo y poco antes de salir de casa una noticia, está lloviendo. He organizado una quedada y pienso que nadie va a venir. Estoy enfadada, muy enfadada. El regalo del amigo invisible que encontré el sábado, un bonito paraguas, evita que lleguemos empapados al punto donde he quedado con la gente que no sé si va a venir. Vienen la gran mayoría. Estoy feliz por la respuesta de la gente y lo que me temía se confirma. La barrera se rompe y sí, necesito respuestas. No me dan igual. Por mas que quiera la situación no me resulta indiferente. No siento lo que quiero sentir, sino lo que siento sin querer.

   Y aquí estoy, con mi blog, escribiendo con puntos y aparte una entrada que sólo va poder entender una persona aunque la pueda leer cualquiera. El jueves no necesitaba una animada charla, hoy sí. Voy a encender el móvil, y a esperar que alguien me de las buenas noches. No espero recibir respuestas, realmente sé que la semana va a acabar siendo como empezó... una semana rara... muy rara. 

   Nota a las 00:47: Odio tener razón.

  


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