lunes, 19 de septiembre de 2022

DESPUÉS DE LA VISITA



Relato basado en hechos reales.


  Hay malas rachas que duran un poco más de la cuenta. Diana estaba acostumbrada a lidiar con ellas. Había aprendido a no luchar contra los elementos, era amiga de ellos. Surfeaba las grandes olas y hacía barbacoa cuando el fuego aparecía en escena. A pesar de ello, ahora estaba sumergida en un mar de situaciones que le venían grandes. Estaba al límite de sus fuerzas... o eso pensaba ella.


   El fin de semana se presentaba interesante. Después de trabajar, el sábado iría con sus amigas que estarían haciendo una barbacoa. Llevaría una gran tarta. Le apetecía mucho el plan. El domingo irían a la piscina con los amigos de su pareja. Aunque no era mucho de agua sabía que se lo iba a pasar bien. 


   El mayor se despertó con mocos y dolor de garganta. Palito por la nariz y Doña Vida mostró parte del plan que tenía pensado para nuestra protagonista y para el resto de la familia. Intentó organizar, sin éxito, la entrega de la tarta. Propuso que alguna fuera a por un trozo pero no fue posible. Así que allí estaba ella. Con una gran tarta en la nevera y sin poder ver a sus amigas ni ir a la piscina. 


   Comentó con su hijo mayor la frase de "Querida vida, cuando te pregunto si mi vida no puede ponerse peor, es una pregunta retórica, no un desafío". Ambos comentaron la racha que llevaban. Para intentar endulzar un poco el sábado, decidieron salir a picar algo por la noche. Doña Vida les dejó disfrutar de un rato en familia. Tenía una sorpresa preparada. Tras el picoteo y un rato de juegos con la perrilla en la calle, tocaba volver a casa.


  Al abrir la puerta algo pasó que no se abría. Estaban a punto de descubrir la sorpresa que la vida tenía preparada. Su pareja preguntó por qué habían puesto la cadena en la puerta. Diana palideció. Alguien había entrado en casa y había puesto la cadena. Su hijo mayor accedió al domicilio por donde habían accedido minutos antes persona o personas ajenas a su hogar. Con la cadena ya quitada, vieron el desastre. Las dos mesillas de la habitación de matrimonio vaciadas en el suelo. Una hucha estrujada y tirada sobre la cama. El armario abierto y ni rastro de una pesada caja de metal donde Diana guardaba monedas de poco valor. 


   Llamada a la policía, al seguro, y a lidiar con la sensación de miedo más real que ha vivido nuestra protagonista. 


   Finalmente, a las cinco de la mañana era capaz de cerrar los ojos, para seguir soñando con robos. 


   Doña Vida tenía preparadas más sorpresas. Al día siguiente ansiedad por dejar a su hijo pequeño en casa, con la verja cerrada y con una alarma de cuatro patas. Unas décimas de fiebre esa misma noche, que serían una pista de la próxima sorpresa. Bueno, muy sorprendente no fue ver en el test las dos rallitas, pero si lo fue el dolor de garganta que le impidió trabajar.


   Diana respira hondo. Sigue empeñada en no rendirse. Se aferra a la idea de que cuando todo lo malo pase, llegará todo lo bueno. Va a aprovechar el tiempo de aislamiento obligado para poner a punto la tabla de surfear y comprar mucha carne para la próxima barbacoa. Mientras tanto, la gran tarta cada vez es más pequeña.

2 comentarios:

  1. Ánimos, fuerza y fé para Diana! “Después de la tormenta viene la calma!!” 💪

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    1. ¡¡Muchas gracias!! Diana recibe toda tu energía positiva mientras, asomada a la ventana, espera el momento en el que deje de llover.

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