martes, 10 de mayo de 2022

¿COCODRILOS? NO, MEJOR PATOS.

Entrada en la que hablo de una amistad.


   Querida amiga:


   Espero que no tengas razón. El otro día me dijiste una cosa que sólo tú y yo sabemos. Y me dejaste pensativa. No te di la razón ni pude quitártela. Simplemente contesté "puede ser". Aunque en mi fueros interno, externo y del medio deseaba y deseo, que te equivoques.


   Nuestra amistad ha sido intermitente. Hablamos todos los días una temporada y luego viene otra de silencio. No porque estemos enfadadas sino porque la vida, a veces, nos obliga a centrarnos en otras cosas


   Cada vez que volvemos a hablar es como si el tiempo no hubiera pasado. Recordamos batallitas vividas y nos ponemos al día de las últimas novedades. 


   Consejos que no seguimos, palabras de apoyo y de ánimo y un "estoy aquí" que se lee entre líneas. Esta es la amistad verdadera, la que dura toda la vida.


   Me ayudas a ver las cosas que veo con claridad en cada enfado. Y cuando estoy de buen humor me las recuerdas. Y no me tienes en cuenta lo ¿soñadora? ¿ingenua? Que soy a veces. Recoges por mi cada uno pedacitos en los que me convierto en cada leche que me meto. Los juntas y me los devuelves con una sonrisa haciéndome prometer que me graduaré las gafas la próxima vez. Aun sabiendo que esa promesa es digna de Pinocho. 


   Querida amiga, gracias por existir, por estar ahí y no rendirte. Y ojalá que el tiempo me dé a mí la razón y no a ti y algún día nos comamos un plato de lentejas en un castillo rodeado de patos.





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