miércoles, 18 de septiembre de 2019

¡EMPIEZA LA RUTINA!


 Reflexión sobre una situación que viven muchas familias. 


   ¡Atención atención! Esto no es un simulacro. Repito. No es un simulacro. Cojan todos sus despertadores y da igual a la hora que se los pongan, nunca se levantarán lo suficientemente temprano. Antes de salir de casa recuerden llevarlo todo. Llaves, cartera, móvil, niños, paciencia. Es importante que no olviden ese papel donde garabatearon la hora de la reunión con la profesora. No valen excusas como "lo escribí en la lista de la compra y la tiré" ni "mi hijo no me dio el papel". Es de vital importancia ir a dicha reunión a la vez que deja al hermano en la actividad extraescolar de turno y fríe las croquetas de la cena. No ser capaz de estar en tres sitios a la vez será penalizado con comentarios como "mamá me muero de hambre", "eres la única madre que no ha ido a la reunión y no se ha enterado de las excursiones" y "por tu culpa he llegado tarde". Todos esos reproches serán en el momento más inoportuno. En mitad de un atasco, en pleno dilema "comida sana o rápida" o bajo el agua de la ducha.

   ¡Atención, padres, madres, abuelos, abuelas y demás canguros! Llegó la hora de los horarios imposibles de cumplir, de tomar el café contra reloj, de pasarse horas en la cocina para oír un "esto está soso". Es vuestro momento, toca decir "es la primera vez que me siento en todo el día". Hay que hacer filas interminables en la librería y salir a comprar lápices de colores con la calculadora. Lejos, muy lejos quedan las tardes al sol en un parque cercano. Lo que se nos viene encima son horas de recordar viejos tiempos. Canciones que decían "dos por una doooos, dos por dos cuaaaaatro". Y a la vez buscar en Internet un tutorial de cómo hacer una raíz cuadrada o que es eso de las integrales.

   Adultos responsables, uniros todos y compartir experiencias en los grupos de padres. Seréis los primeros en enteraros de los exámenes y del cumpleaños de turno. Siempre y cuando tengáis tiempo y ganas de leer tropecientos mensajes. Vamos a poner nuestra mejor cara cuando nuestro vástago vuelva del cole sin la cazadora nueva. Cojamos su agenda y la nuestra y cuadremos los fines de semana, tenemos que ir a comer con los abuelos a la vez que llevamos al pequeño a un partido. Casa yayos y campo de fútbol cada uno en una punta. Saltaremos de alegría porque justo al día siguiente de irnos de cena, tendremos estar a las nueve de la mañana viendo la carrera de ese ser que se parece tanto a nosotros.

   Toca memorizar nombres. El de la profesora, porque nos llamará como ella. El de su mejor amigo, mejor amiga y perro de esta última. ¡Ojo! No confundir con el del rebelde de clase. De ser así, nos castigará con comentarios estilo "nunca me escuchas", "estás todo el día con el móvil" y "no tengo hambre". No valdrán de nada nuestras excusas. "sí que te escucho, pero es que me has nombrado a media clase en 5 minutos", "estaba mirando cómo se hace el disfraz de calamar que necesitas la semana que viene" y "contaba con ello, hay espinacas".

   Tener pequeños en edad escolar es maravilloso. Organizar un viaje y anularlo dos días después porque uno ha cogido la varicela, desear que llegue el domingo para poder dormir y escuchar unos pasitos por el pasillo a las 7 de la mañana, habernos peleado porque no se quiere despertar ni vestir ni desayunar ni lavarse los dientes ni bajar las escaleras. Llegar justos al trabajo porque hemos pillado el atasco de las obras unido al de la vuelta al cole con lluvia. Es emocionante cuando se duermen a las diez de la noche porque tenemos tiempo de dormirnos dos minutos después de poner nuestra serie favorita.

   Hablar con nuestras amigas sin hijos y que no se crean que nos hemos dejado mas dinero en la vuelta al cole que en las vacaciones de los tres últimos años juntos. Sonreir con desesperación porque todos los pantalones del año pasado le sirven para ir a pescar y las deportivas sólo se pueden usar para los muñecos.

   Las cosas como son. Adoramos a esos locos bajitos que roban nuestro sueño y corazón, que se levantan un día con fiebre malos malísimos y al día siguiente están como una rosa porque era un estirón. Nos dan la vida con sus ocurrencias y preguntas incómodas. Ponen a prueba la capacidad de cada uno para resolver problemas en cuestión de segundos y nos dan el don de los reflejos. Yo no les cambio por nada, porque me han enseñado el significado de las palabras "amor incondicional".

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