lunes, 17 de junio de 2019

FINDE COMPLETO



Entrada en la que hablo del bonito finde que he pasado. 

   Este fin de semana ha sido completo. A pesar de trabajar el sábado, he tenido la sensación de haber disfrutado mucho. Y al fin y al cabo, eso es lo que nos queda, los momentos vividos. Porque son situaciones que hacen sonreír y te ayudan a cargar las pilas de optimismo.

   Empezó el viernes por la tarde. Subí a hacer una visita y conocí a una persona que fue capaz de emocionarme en tan sólo dos minutos. En una entrada sobre la montaña, la de "La ruta de las emociones", hablaba de empatía. Bueno, pues en esta ocasión fue similar. La mujer expresó en voz alta mi mayor deseo. Dos personas, bueno, en realidad tres, que quieren lo mismo. Se podría cumplir ¿verdad?. Dejaremos en manos del tiempo la decisión de que se cumpla o no el deseo. Tiempo... palabra a la que tengo una especie de amor y odio a la vez. Pero eso da para otra entrada de blog. Después del breve encuentro, un paseo. Dejé volar mi imaginación, hice alguna foto y disfruté de la buena compañía.

   El sábado, me tocó trabajar. Después de hablar con muchos clientes, reencuentro con un chaval que hacía meses que no veía. Vino con su hija que no conocía. También se animaron otro chico de un grupo raro donde estoy y mi hijo mayor. Dimos un paseo por los puestos del mercado medieval y disfrutamos de una patata asada. También controlamos a unas personas que no iban con intención de disfrutar de los tenderetes, sino más bien, de intentar llevarse a casa algo que no era suyo. Después del paseo, compramos unas "medidas de Nuestra Señora del Pilar". Mi niño se las quiere regalar a familiares que seguramente no sabrán el significado. Me pareció muy bonito. A mí me regalaron una y yo regalé otra. Son detalles que te hacen sonreír y darte cuenta de que te relacionas con personas que merecen la pena.

   Tras el paseo, me puse guapa. Eso me dijeron, y fui a una cena. Era la celebración de dos cumpleaños. Éramos varios y no conocía a más de la mitad. Normalmente, soy tímida cuando estoy con gente que no conozco, pero en esta ocasión me sentí una más. Entre todos los comensales hicieron que me sintiera una más del grupo. Es de agradecer. Tanto por el detalle físico, como por el resto que tuvieron hacia mí. No es fácil sentirte una más con personas que acabas de conocer. Pero en este caso, nos unen varias cosas. El cariño hacia la persona que tenemos al lado y las ganas de pasarlo bien, son dos de ellas. Justo antes de coger el coche, un abrazo que se une a los detalles de los que hablaba antes.

   Coger un coche ajeno nunca me ha gustado. Conducir de noche, me gusta poco. Y meterne por la autovía, de noche, con un coche nuevo, ya es la pera. Pues ahí estaba yo. De pelea con las largas porque no sabía dejarlas fijas. Afortunadamente, una servidora, además de guapa iba de valiente y controlé en todo momento la situación. Ya en el destino, la necesidad de escribir me llevó a coger el block de notas del móvil para sacar fuera los sentimientos que no me dejaban dormir. Gracias a eso, después de escribir, conseguí dormir con una sonrisa.

   El domingo fue un día intenso a nivel emocional. Empecé la mañana con una despedida. ¿Sabéis esas situaciones en las que tienes que ser fuerte, pero por dentro estás triste? Pues ahí estaba yo. Con mi mejor sonrisa y un montón de palabras de ánimo. A la vez, me sentía triste. No obstante, sonreía porque todos los viajes son positivos y sé que este también lo será. Bueno, vale, en realidad no lo sé. Pero me gusta pensar que sí.

   El picnic de después, me ayudó a desconectar. Y es que hay gente, que sin saberlo, te ayuda. Patatas fritas, ensalada, olivas... No nos faltó de nada. Conocí a una mujer y a su hijo y también se vinieron otro componente del grupo y mis pequeños. Con la tripa llena, fuimos a ver la torre del agua. Nunca había estado dentro y me gustó el sitio. Después de eso, jugamos a las cartas. A la visita se había unido más gente y más personas se animaron a echar una partida de rabino a la sombra de una palmera. También hubo campeonato de bádminton. No quise jugar para no ganarles... Vale, lo reconozco, no tenía ninguna gana de moverme. Preferí devorar patatas fritas.

   El broche de oro fue la cena con una de mis mejores amigas. Una de esas personas que sabe que no estás bien con tan sólo un WhatsApp. Nos pusimos al día de nuestros respectivos findes y tras la cena, tocó llegar a mi hogar dulce hogar.


   Está genial eso de conocer gente con la que puedes hacer cosas. Lo mismo ir al monte, que a la piscina o a jugar a las cartas. Es algo así como la pandilla del pueblo pero con personas adultas. Me gusta esa sensación. Y aunque el grupo no lleva mucho tiempo, espero que dure muchos años. La gente que voy conociendo merece la pena. No todo el mundo me cae igual de bien, pero de cada persona siempre se puede sacar algo bueno. Me siento bien. Y aunque mi felicidad podría ser aún mayor, no tengo ningún motivo para quejarme del súper fin de semana que he tenido. Mil gracias a todas y cada una de las personas que han formado parte de él.
  
   ¿Y tu finde qué tal ha ido? Si nos lo quieres contar te animo a hacerlo en comentarios. ¡Gracias por leerme!

4 comentarios:

  1. Un placer compartir el día contigo, ojalá compartamos muchos más. Muchos ánimos una semana pasa enseguida.

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    1. El gusto es mío, José Miguel. Seguro que sí, tenemos una merendola pendiente y varios paseos por el canal con y sin vermuteo. ¡Gracias por esos ánimos! Seguro que tienes razón. ¡Un abrazo!

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  2. Me alegro que te lo pasaras bien. El placer fue mío por compartirlo. Seguro que el destino nos depara lo mejor.
    Bessicos (así empezamos)

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    1. Fuiste una parte muy importante de mi finde, Juanjo. Estoy segura de ello, tenemos al Señor Destino de nuestro lado. ¡Un besazo! (así continuamos)

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