domingo, 21 de octubre de 2018

¡YA ESTÁ BIEN CON EL MIEDO!


  Entrada en la que hago una reflexión a modo de monólogo sobre el miedo que da conseguir lo que se quiere. 

  Muy bien. Ya lo has conseguido. ¿Y ahora qué? ¿Cómo? ¿Qué tienes miedo? De eso nada, guapa. Era lo que estabas buscando y lo has encontrado. Ahora no me vengas poniendo pegas. Que si fuma, que si le gusta el rock... ¿Qué más te da si tú también fumas y nunca le vas a acompañar a un concierto? Que no, que no vale quejarse. Recuerda lo que hablamos hace dos meses. Aaaamiga, que no te acuerdas. Ponte cómoda, yo te lo recuerdo.


   Me contabas llorando que querías tener pareja. Una persona especial que te mirara con "esa mirada". Un hombre maduro y fiel que sólo tuviera ojos para ti y al que la palabra "compromiso" no le hiciera huir. Me dijiste que te habías puesto a buscarlo, que leías con lupa cada perfil de las redes sociales en las que estabas. Suspirabas deseando ser la protagonista de las películas románticas que te empeñabas en ver por la noche.


   Conforme pasaba el tiempo me hablabas de tus conquistas. Un chico con el que hablabas, otro con el que tomaste café, un tercero que te prometió la luna hasta te dio lo tuyo y lo de tu prima. ¡Pues claro que te escuchaba! Yo siempre lo hago. Y eso que había veces que me contabas cosas que me hacían sonrojarme, por difícil que parezca.


   Las lágrimas volvían noche tras noche. El chico con el que hablabas te dejaba de hablar porque si, el del café casi consigue que aborrezcas el líquido negro y el de la luna te dejó claro que cuando te picara te lo rascaba las veces que hiciera falta. Me repetías una y otra vez que no lo ibas a encontrar. Que ninguno te veía como una mujer sino como un pasa ratos. Que el que parecía medio normal cuando te fijabas bien dejaba de serlo.


   Horas y horas reflexionando sobre el amor. Que la sociedad nos empuja a lo fácil. Que la gente ya no quiere algo que dure sino algo nuevo cada poco. Que todos los hombres eran iguales, que no ibas a encontrar a ninguno que no buscara sólo una cosa. Y así horas y horas de lamentaciones. Hasta ahora.


   De la noche a la mañana me vienes contando que has visto a Cupido, que te ha lanzado una flecha y que has conocido a un chico que te pone ojitos. Que estás súper feliz y que vuelves a soñar con corazones. Poco te ha durado, todo hay que decirlo. Porque llevas una nochecita que tela.


   Me hablas del miedo a que te hagan daño, del miedo a pasarlo mal, de no caerle bien a su tía a la que quiere como una madre. Me cuentas que tu madre le va a rechazar porque está divorciado y te va a tocar discutir con ella. ¡Si hasta te has quejado de su gato! Pobre animal, si te ignora cada vez que te ve porque la antipatía es mutua.


   A ver, es normal y hasta bueno diría yo, tener miedo. Pero no dejes que te domine. ¿Qué te crees? ¿Que él no tiene miedo? ¡Claro que lo tiene! Cuando le contestas mal porque estás enfadada o estás más distante porque estás en tu mundo él lo pasa mal. Sufre porque tiene miedo de que te canses de escuchar rock y le mandes con su gato por donde ha venido. Aunque no lo creas, él también tiene sentimientos. Aunque no los demuestre como tú ni llore con esas películas que tanto te gustan.
   

   Amiga, en serio, deja de darle vueltas y dedícate a disfrutar de lo que tienes. Porque es lo que llevas tiempo buscando y porque si al final Cupido se ha equivocado lo sabrás. Guárdate todo ese miedo en el bolsillo y dile que no te moleste. Porque, aunque ahora te cueste creerlo, hay veces que el amor es más fuerte que el temor.


  Y dicho esto, cierra de una vez los ojos y duérmete ya. Lo sé, es raro que tu almohada te hable pero es que ya me tenías hasta la cremallera.

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