jueves, 8 de septiembre de 2011

NO, SI CUANDO YO DECÍA QUE NO QUERÍA QUE LLEGARA SEPTIEMBRE... ERA POR ALGO

Empieza el curso escolar, y con él los abusones vuelven a su sitio, el gran patio del recreo.Todos hemos tenido uno o dos niñatos que se creen Rambo en clase. Mi infancia queda atrás, ahora estoy viviendo la de mis pequeños. Y si hay algo peor que el miedo a ir a clase porque sabes que a la hora del almuerzo te van a dar patadas, peor aún es la incertidumbre de si eso le va a pasar o no a uno de tus hijos. Afortunadamente no he vivido el acoso escolar, pero se me pone la piel de gallina al oir hablar a mi nene grande de las formas en las que se defiende. Él no lo comenta en casa, vive con ello, asume que es normal que un día cualquiera estés almorzando y un hijo de su madre le empuje, así porque si. ¿En qué mundo vivimos si asumimos que la violencia es algo normal? Yo no sé si aguantaría ir al trabajo sabiendo que de 11 a 11:30 me pueden dar patadas... o no. Ayer, hablando del tema con Javi, me puse mala. Saqué demasiadas conclusiones que me habría gustado que se quedaran donde estaban, en el fondo de mis pensamientos. Como él dijo, abrí muchos frentes. Tal vez con esto le pueda quedar algún trauma a alguno de los dos. Sí, ya sé que es sacar un poco las cosas de quicio... ¿o no? ¿Dónde está el límite de asumir eso como algo normal y deprimirse por ello o romperle la cara al niño toca cojo... de turno y acabar en el despacho del director? Hoy he llegado a la conclusión que el peor maltratador es el que lo ha vivido. Por ejemplo, yo misma he sido una niña maltratada. Y conozco las dos partes, la de mi maltratador, esas miradas, esa rabia, y a la vez sé el dolor que se siente. Afortunadamente, estoy en contra de la violencia, pero sé que si en vez de eso, tuviera algún trastorno que me llevara a repetir con mis hijos lo que hicieron conmigo, sería mucho peor y haría mas daño del que me hicieron. Y todo eso, por la rabia contenida durante años. Una persona que no ha sido maltratada y le da por hacerlo no es tan... agresiva no... consciente del daño que hace porque no lo ha vivido. Tengo miedo. Miedo de que algún día alguno de los míos se rebote y pague con quien no lo merece el daño que le han hecho. Tengo que dar gracias porque mis hijos no tengan nigún rasgo que llame la atención, porque de ser así ahora estaría escribiendo una carta al director del colegio y no en mi blog reflexionando sobre la violencia en las aulas. Tengo miedo de que el día de mañana ese abusón de colegio se convierta en algo peor, que evolucione hacia un maltratador. Ese niño sabe lo que está bien y lo que está mal. Pero tal vez necesite una autoridad que se lo recuerde, o puede ser que tenga demasiada autoridad y por eso descargue con su rabia con los que considera más débiles. Por otro lado está el tema de la educación. Seamos claros, para triunfar en la vida tienes que ser un hijo de puta, así, como suena. Cuanto más pises, cuanto peores sean tus artimañas, cuanto peor persona seas... mas rápido asciendes. No quiero decir que todo el mundo que ha triunfado en la vida lo sea, pero todo el mundo conoce mas de un caso de personas que están donde no se merecen. ¿Y qué hago yo? ¿Qué valores les enseño a mis hijos? A ser malas personas no, porque no me sale. Vale, vamos a enseñarles que con respeto y buen hacer se llega a todos los sitios. Yo se lo puedo enseñar, igual que les puedo enseñar que 2 y 2 son 5. Sería mentira tanto una cosa como otra. Si todo el mundo pusiera un poquito mas de su parte para que el mundo fuera mejor... si todos los padres les dedicáramos un poquito más a nuestros hijos... si discrimináramos a los "matones" de nuestro entorno... yo no estaría escribiendo esta entrada en el blog. De momento, y ya para finalizar, tan sólo decir que voy a educar a mis hijos de la mejor manera posible, y haré todo lo posible para que esos niños que se divierten pegando a otros se dediquen a otra cosa... ¿A quién pretendo engañar? Hay mucho miedo en el entorno escolar. Un niño pega a otro, el agredido va a la enfermería, y el agresor sigue agrediendo. Desgraciadamente es así y lo más duro es que hoy lo viven en el colegio en forma de patadas, y mañana lo vivirán en la vida y desearán volver a la infancia. Al fin y al cabo, el dolor de una patada pasa, pero la decepción de una persona a la que quieres... es mas difícil de curar. Lo dicho, que me voy a cenar.

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